Borja Milans del Bosch es un popular "coach" o entrenador de dirección empresarial de Madrid, que comparte ideas de liderazgo y trabajo en webs como Borjamb. Empezó un camino de retorno a la fe en 2009, y le guió un "equipo vencedor" con experiencia en trabajar juntos: el apóstol Santiago y la Virgen María, tan ligados a la tradición española desde la aparición del Pilar. De camino hacia Medjugorje rezó el primer rosario de su vida, y allí se confesó después de 12 años lejos de los sacramentos. Esta es su historia en primera persona.
Me hablaron de Medjugorje por primera vez en septiembre de 2008 y se despertó una llamada fuerte en mi interior.
En aquella época vivía la fe a mi manera y a la medida de mi comodidad.
Un pacto con el apóstol Santiago
En un viaje de trabajo a Galicia en diciembre de ese mismo año, me acerqué a Santiago de Compostela donde, ante el Santo Patrón de España, pedí por varias intenciones. De rodillas, le prometí al Apóstol que haría el Camino de Santiago y que sería testimonio de fe allá donde fuese. “A cambio”, le pedí que me ayudase en lo profesional.
En julio de 2009 hice el Camino de Santiago. Sin saberlo, acababa de convertirme en peregrino.
Pero, ¿qué tiene esto que ver con Medjugorje?
Gracias a una nulidad eclesiástica, volvía a mi condición de soltero. Tenía un gran vacío interior y sufría grandes decepciones en cada intento de rehacer mi vida. Estaba tentado por lo terrenal y mi vida era mundana. Era imposible encontrar el verdadero amor.
Peregrino de último minuto a Medjugorje
A finales de septiembre de 2010 recibí un correo electrónico con las peregrinaciones a Medjugorje previstas para lo que quedaba de año. Supe en mi interior que era el momento de ir. El 5 de octubre llamé a un teléfono que aparecía y reservé plaza en la peregrinación del puente del Pilar. Sólo quedaba una plaza; alguien había fallado y los organizadores habían estado rezando para que apareciese un “Peregrino Last Minute”.
En la tarde del 8 de octubre llegué a Barajas y localicé al grupo de peregrinos. Acostumbrado a viajar por todos los rincones del mundo en solitario, me repetía a mi mismo: “¡Ya estás aquí, es lo que querías!”. Desde luego era incapaz de imaginar la aventura interior y espiritual que me esperaba.
Primer rosario a los 42 años
Después del vuelo y al llegar a Dubrovnik, nos subimos a los autobuses. De repente comenzamos a rezar un rosario. A mis cuarenta y dos años, era el primer rosario que rezaba en toda mi vida. “¿Qué hago yo rezando un rosario en un autobús camino de Bosnia?”, me pregunté.
Inmediatamente sentí como si la Madre estuviera esperándome con los brazos abiertos, como si volviera a casa después de mucho tiempo ausente.
En la mañana del 9 de octubre, fuimos hasta la parroquia de Santiago (¡qué coincidencia, Santiago!) donde nos explicaron la historia de las apariciones y que era característico confesarse allí. Al instante sentí la necesidad de confesión y le pedí la posibilidad al sacerdote que nos acompañaba. Él me propuso hacerlo en el Monte de las Apariciones.
Primera confesión en doce años
Subiendo el Monte Podbrdo comencé a rezar mi segundo rosario. Llegamos hasta la imagen de la Virgen Blanca y busqué con la mirada al Padre Cruz. Hacía más de 12 años que me había confesado por última vez y ahora lo estaba haciendo en el Monte de las Apariciones.
Al acabar, feliz y liviano, me acerqué hacia la imagen de la Gospa y me quedé mirándola arrodillado. Estaba sereno y con una inmensa y desconocida paz en el corazón. Hacía mucho tiempo que no me encontraba así de bien.
En la mañana del 10 de octubre hice mi primer Vía Crucis en el Monte Krizevac. En cada estación, un peregrino del grupo leía el pasaje correspondiente del libro “Ora Con El Corazón”, del padre Slavko Barbaric. Cuando me ofrecieron la lectura, rehusé, pero inmediatamente dije: “¡Espera, claro que sí!”. Era la 10ª estación y era un mensaje directo para mí. El texto me impactó… describió mi vida hasta ese momento.
El testimonio de los chicos del Cenáculo
Esa tarde escuchamos el testimonio de los muchachos de la Comunidad del Cenáculo[jóvenes que viven en comunidad, oración y trabajo como terapia para dejar la droga, inspirados por la Madre Elvira Petrozzi; nota de CariFilii], lo perdidos que habían estado en materialismos propios de vidas vacías, mundanas y con desorientación espiritual. La sensación de serenidad y paz seguía creciendo en mi interior con firmeza.
En la tienda del Cenáculo tuve el impulso de comprar diez rosarios de madera de olivo. Los primeros rosarios que compraba en toda mi vida.
Unas fotos y una luz especial
Durante la misa internacional de la tarde del 10 de octubre me puse a hacer fotos como lo hace un turista en vacaciones. En la consagración, con todos arrodillados, hice algunas más.
Al verlas en la pantalla de la máquina, la persona del grupo sentada a mi izquierda, me preguntó señalando una de ellas: “¿Esa luz tan intensa, qué es?”. Amplié la foto en la pantalla de visionado y la repasé con detenimiento y ojo crítico (he colaborado como reportero de agencia de noticias durante cerca de 10 años). Se podía apreciar una gran, intensa e inexplicable nube de luz detrás del sacerdote oficiante, el padre Danko.
Le enseñé las fotos al P. Cruz y, al llegar a la foto de la luz intensa, le pregunté:
-¿Has visto la nube de luz que hay en esta foto, es extraña, verdad?
Su contestación con otra pregunta me dejó perplejo:
-¿Has hecho esta foto durante la consagración?
-Sí-, respondí. Y él añadió:
-¡Es lo normal!.
- ¿Es lo “normal”?- le pregunté muy asombrado. Insistí:
- ¿Qué es?, ¿es lo que pienso que es?
Para mis adentros pensaba: “La consagración es cuando el pan y el vino se convierten en Cuerpo y Sangre por gracia del Espíritu Santo. Me atreví a preguntarle:
-¿Es el Espíritu Santo?
Sereno y contundente me dijo:
-Yo diría que sí.
Casi me da un síncope. En una de las fotos había captado una nube de luz de características inexplicables el día 10-10-10. Al mirar los datos anexados de la foto, comprobé que la había hecho a las 18:43h, intervalo de hora en el que dicen que la Virgen hizo su primera aparición hace treinta años. Era incapaz de entender lo que estaba pasando.
"Madre mía, dame la mujer de mi vida"
Esa noche subimos al Podbrdo de madrugada, a rezar el rosario. Al llegar a la Virgen Blanca, después de un rato de oración en silencio y de rodillas ante la Gospa iluminada, grité desde el alma pero en silencio: “Por favor, Madre mía, ponme delante la mujer de mi vida; no aguanto más, quiero dejar de dar tumbos; ninguna me llena”.
Ya había perdido la cuenta de los rosarios que llevaba rezados.
En la mañana del 11 de octubre nos fuimos al castillo de Patrick y Nancy, donde escuchamos el testimonio de sus vidas. Me impactó la alegría de Patrick y que vivían de la Divina Providencia después de haber vivido en la abundancia y la opulencia del materialismo capitalista. Por la tarde, fuimos al salón amarillo para una Catequesis con el padre Danko. El mensaje que más me caló fue uno muy sencillo y a la vez estimulante:
- Cuando volváis a España, tenéis que comportaros con vuestros prójimos de una forma tan ejemplar que tenéis que lograr que lleguen a tener envidia de cómo sois después de haber venido a Medjugorje.
La misa internacional de esa noche transcurrió con normalidad. Al acabar, comenzó la oración de sanación. Iba hacia la escultura del Cristo resucitado de bronce cuando las palabras croatas e incomprensibles que un sacerdote anónimo recitaba con fuerte aplomo entraron en mí como un bálsamo. Noté que una herida que tenía en el interior de mi nariz, por la cual sangraba casi todas las semanas, cicatrizaba. No entendía nada, pero de mi corazón sólo brotaba gratitud. Al llegar a la estatua de bronce del Cristo, di gracias. Estaba desbordado de un amor desconocido, algo difícil de decir con palabras.
El 12 de octubre (fiesta del Pilar), regresando en autobús, comencé a llorar porque sentía el desgarramiento emocional que tiene un bebé cuando lo arrancan de los brazos y el pecho amoroso y de seguridad de su madre. Comprendí que había experimentado el cobijo del amor infinito del corazón generoso y absolutamente desinteresado de la Virgen María, pero en la tierra.
Borja en una de sus charlas de coaching o entrenamiento
para liderazgo y servicio profesional
De vuelta a la vida cotidiana
Ya en Madrid, el 13 de octubre por la mañana, al levantarme y mirar por la ventana de casa me sentí aturdido: “¿Y esta gran mentira, qué es?”, me preguntaba una y otra vez.
Estaba ante la jungla de las tentaciones, las apariencias, las mentiras y los miedos, pero algo había cambiado en mi interior. Ahora tenía un rosario como arma y el corazón limpio y renovado, rebosante de amor para repartir a todos los de mi entorno privado y de trabajo.
El domingo 17 de octubre, mi única ilusión era ir a misa. Cada palabra pronunciada por el sacerdote tenía un eco en mi interior más allá de la mera comprensión de algo dicho. Era como si me hubieran puesto oídos del alma. Desde entonces descubro el sentido en cada lectura del Evangelio. Lloro con frecuencia al rezar el Padre Nuestro y me emociono durante las consagraciones y en las adoraciones. Siento que cada Ave María es una poesía para la Virgen. Además, desde entonces, rezo el rosario todos los días.
En las jornadas de trabajo que desarrollo dentro de mi actividad profesional, descubrí que impactaba en las personas de forma especial. Todos coincidían en decir que mis ojos brillaban “con otro brillo” y que rebosaba paz y amor. Notaba cambios en mí, pero nada que fuese capaz de explicar con palabras. Eran cambios en la profundidad de mi persona y en la intimidad de mi ser que me ayudaban a conectar de lleno con las personas.
La vecina... y la hermana de la vecina
Un frío día coincidí con la vecina que vivía en el piso de arriba. Me pidió que quitase de mi terraza un toldo que hacía ruido. Estaba quitándolo cuando, desde su ventana, se disculpó por las posibles molestias que me pudieran ocasionar sus dos hijos.
- Los niños son una bendición de Dios; donde hay niños hay alegría y eso es una suerte- le dije.
Me preguntó si tenía hijos y le contesté que “mientras Dios no me ponga delante a la mujer de mi vida, no los tendré”. Nos intercambiamos los números de teléfono por si fuese necesario contactar en un futuro en calidad de vecinos y seguimos cada uno con lo suyo.
Pasaron tres días y sonó mi móvil, era mi vecina. Me explicó que quería organizar una cena para presentarme a su hermana aún soltera. Su propuesta me sorprendió mucho, incluso me pareció descabellada, pero el caso es que acepté.
A los tres días estábamos cenado los cuatro. Mi vecina y su marido, y su hermana y yo. Sentado frente a su hermana, pensé: “Esta mujer es distinta, a ver qué puedo ofrecerle de mí”. Charlando durante la cena, descubrimos que, al menos quince años atrás, habíamos coincidido en encuentros con amigos comunes. Desde ese día comenzamos a quedar.
Virgen del Pilar en Zaragoza: la tradición dice que el Pilar está ahí desde el siglo I, signo de la visión de la Virgen que experimentó el Apóstol Santiago
Una petición a la Virgen del Pilar
A finales de diciembre, ella tenía que ir a Zaragoza por temas de trabajo y me pidió que la acompañase. Mientras resolvía sus temas, aproveché para acercarme a la Basílica del Pilar. Arrodillado, le dije a la Virgen: “Si ella es la mujer de mi vida, por favor, haz que volvamos juntos a besar tu Pilar”, besé el Pilar, recé un Ave María, me levanté y me fui.
Nuestra relación tomó tal rumbo y con tal fuerza que muy pronto buscamos fecha para casarnos. Los dos nos decidimos por el 14 de octubre de 2011. A los pocos días caí en la cuenta de que coincidía con el primer aniversario de mi regreso a Madrid, el comienzo de mi nueva vida después de la peregrinación de octubre de 2010.
En mayo quise volver a Medjugorje para dar gracias. Ella se animó a acompañarme. Una vez allí, por la mañana del 28 de abril de 2011, nos fuimos al Monte Krizevac. Los dos decidimos ofrecer en silencio y de forma individual cada estación del Vía Crucis a alguien de nuestro entorno. La última estación nos la habíamos dedicado mutuamente sin habérnoslo dicho.
También fuimos a ver a Patrick y Nancy para escuchar su testimonio. En esta ocasión estuvimos en su cocina. Junto a Patrick había un sacerdote irlandés, Legionario de Cristo, que años atrás había sido motero Ángel del Infierno y rockero, y ahora lanzaba su primer disco como sacerdote. Al acabar bajamos a la Misa Internacional.
Por la mañana del 29 de abril, la vidente Ivanka habló del matrimonio y la familia, pilares fundamentales de la regeneración del amor en la sociedad y en las naciones. “Qué coincidencia”, pensé, “venimos como novios para dar gracias y el mensaje que comparte la vidente más reservada está relacionado con el matrimonio y la familia”.
Después fuimos hacia el Monte de las Apariciones. Las nubes grises de lluvia se despejaron sólo y exclusivamente en el espacio de cielo que estaba sobre el Pobdrbo. Comenzamos con el primero de los misterios gozosos. Cuando llegamos ante la imagen de la Virgen, rompí a llorar, nos abrazamos, y le dije a la Virgen: “Te prometí que vendría a darte las gracias y aquí estoy, con la mujer de mi vida, para que la conozcas; ¡gracias!”
Allí le hice una nueva promesa a la Virgen: “Llevaré el Amor que me has mostrado y regalado a todos los lugares a los que pueda acceder. A través de mi trabajo lo llevaré a las empresas y los empleados; a través de mis amigos, a sus relaciones con otros y sus familias; a mi familia y mis relaciones con los suyos siempre que tenga ocasión. Te llevaré a todos los que de una manera u otra tocan o están cerca de mi vida”.
Íbamos bajando a la parroquia de Santiago para la Misa Internacional, y mi aún prometida me dijo que quería confesarse. En silencio, le di gracias a la Virgen una vez más. Miramos el reloj, nos dimos un tiempo y quedamos en encontrarnos a una hora determinada. La estaba buscando cuando a eso de las 17:40h comenzaron a sonar las campanas en honor a la Virgen y la hora de sus apariciones (según horario de verano). Caí sobre mis rodillas y comencé a llorar dando gracias una y otra vez por todo lo que estaba sucediendo en mi vida desde octubre. Allí escuchamos misa cogidos de la mano y entregados en alma.
Borja Milans del Bosch con sus colaboradoras del equipo de Radio María "Profesionales con corazón"
Un compromiso: ¡a Lourdes!
A la Virgen en Medjugorje le dije:“Te prometo que llevaré a mi madre a verte a Lourdes, cueste lo que cueste, y si logro que vengan mi hermano y su mujer, mejor que mejor.”
El 23 de julio de 2011, los cuatro subíamos al tren que nos llevaría hasta allí. Cuando llegamos hasta la gruta de las apariciones, la emoción de mi madre se desbordó y al oído le dije: “Aquí estás, ante tu querida Virgen de Lourdes. Gracias por tu paciencia cuando éramos pequeños”. Me acordé de la sensación que tuve en la primera peregrinación.
De vuelta a Zaragoza: petición cumplida
Durante las vacaciones de agosto de 2011 fuimos unos días a los Pirineos y de regreso, al pasar por Zaragoza, me propuso parar. Después de comer le pedí que me acompañase a besar el Pilar. Cuando nos tocó el turno, me arrodillé, besé el Pilar -que olía a rosas- y me santigüé. Detrás de mí, ella hizo lo mismo. Andábamos hacia la salida de la basílica cuando me acordé de las palabras que dije en diciembre mientras ella estaba en una reunión de trabajo: “Si ella es la mujer de mi vida, por favor, haz que volvamos juntos a besar Tú pilar”. En ese momento rompí a llorar de emoción y gratitud. La Virgen María me estaba hablando con hechos.
Tres meses más tarde, el Padre Cruz nos casaba, el 14 de octubre de 2011, a las 18:45h –hora de las apariciones-. Hoy por hoy tenemos dos hijos y estamos felices con ellos.
Desde entonces, he enfocado mi vida profesional como conferenciante y formador hacia el Amor Inteligente y los Valores Humanos en los profesionales de empresa. El impacto de las formaciones y conferencias que ofrezco es muy buena y genera un halo de esperanza muy especial en las audiencias.
También, desde hace unos años, dirijo un programa en Radio María que se llama Profesionales con Corazón. Un programa que está comprometido con llevar Valores Humanos y Amor inteligente a los profesionales de empresa. Se emite los viernes alternos, siendo el próximo programa el del 17 de julio. Hace unos años ingresé en la Congregación del Cristo de los Alabarderos y ya he salido en procesión varias veces.
(Publicado originariamente en www.carifilii.es)