El 4 de abril de 2014 las campanas sonaron en todas las iglesias de la diócesis de Passau (Bayern, Alemania) para anunciar que un hijo de don Bosco, el sacerdote salesiano Stefan Oster, había sido designado como su nuevo obispo. El más joven de Alemania, con 48 años.

Stefan llevaba siete años con su novia cuando decidió ingresar al seminario de los Salesianos en 1995. Su familia si bien le formó en los valores del evangelio, no era especialmente devota ni de hábitos sacramentales frecuentes. Por ello todos quedaron sorprendidos cuando les participó de su decisión.



Máster en filosofía y doctor en Teología dogmática, el padre obispo Stefan pronto mostraría -en mayo de este año 2015- los acentos de su magisterio, confrontando las afirmaciones sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo que promovía -previo al Sínodo- la poderosa organización de laicos católicos alemanes, Zentralkomitees der deutschen Katholiken (ZdK).

Monseñor Oster cuestionó, sin rodeos, la validación del vínculo homosexual, lésbico, bisexual y transexual que alentaban los agrupados en la ZdK. “La Iglesia cree, apoyada en la Revelación -comenzó recordándoles Oster-, que el goce de la práctica sexual encuentra su genuino y, en definitiva, único lugar legítimo en el matrimonio entre un hombre y una mujer, en el que ambos están abiertos a la transmisión de la vida y por el que se contrae una unión indisoluble hasta la muerte de uno de los dos… desde el punto de vista de la Sagrada Escritura, cualquier otra forma de consumación de la práctica sexual fuera del matrimonio es considerada fornicación o adulterio, con dramáticas consecuencias para aquellos que se aventuren en la misma” (ref. Kath.net).



Ahora, el pasado 9 de diciembre, el obispo de Passau reitera la enseñanza de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio sacramental y sus consecuencias respecto de la comunión. “Un segundo matrimonio civil después de un primer matrimonio fracasado, tiene un impacto indiscutible sobre la admisión a la Comunión”, dijo en una entrevista para el suplemento "Christ & Welt" del diario alemán Die Zeit.

"La Eucaristía celebra la alianza de Dios con su pueblo, el banquete de la boda” señaló literalmente monseñor Oster. "Sobre este pacto (alianza) se establece cada matrimonio sacramental”, dijo y agregó que cuando alguien establece un nuevo vínculo (separándose de hecho o divorciándose) es un hecho “transversal” que pretende desconocer al matrimonio sacramental “establecido como una señal del pacto conyugal indisoluble entre Dios y su humanidad", precisó.

Comentando la cuestión de la posible comunión o no para los divorciados vueltos a casar, este obispo experto en Teología Dogmática no tiene dudas sobre lo que el Papa deberá indicar en su próximo y esperado documento al tenor del matrimonio y la familia.

Es imposible suponer”, dice el obispo de Passau, "que en Alemania los divorciados y vueltos a casar puedan recibir la Comunión y no, por ejemplo, en Polonia", aclaró. "No se puede -insistió-. La indisolubilidad del matrimonio no puede ser decidida a nivel regional”. "Sin embargo, otra cosa es examinar, si un matrimonio ha llegado a existir en forma sacramentalmente válida”. Opcionalmente, agregó Monseñor Oster, se puede cancelar canónicamente este vínculo.

Con evidente intención de provocar daño, los periodistas de Die Zeit no se privaron al intentar desbancar a Monseñor Stefan Oster preguntándole si cuando era un joven y tenía novia había cumplido con las enseñanzas de la Iglesia…

“No”, fue la valiente respuesta. Pero a continuación con humildad de Pastor les dijo… “mi conversión fue un largo proceso” y agregó que ha comprometido su vida para llevar a los jóvenes la verdad que el mundo les niega… “Es central la renovación del corazón a través de un encuentro personal con Dios" para una sana pastoral que acoge estas realidades, dijo al finalizar.