A sus 29 años, el gaditano José Ruiz Muñoz lleva diez como diestro y lidiador. En una década ha toreado en históricas plazas como Las Ventas de Madrid, nueve después de debutar con picadores el 27 de abril de 2014 en la Real Maestranza de Sevilla. Pero desde el pasado 29 de octubre, Ruiz Muñoz se aferra a su fe más si cabe que en cada momento que pasa por capilla. En cuestión de minutos, su mujer, Ana, tuvo que ser intervenida de urgencia por severas complicaciones en su embarazo. Ella sufrió daños cerebrales severos que la llevaron a un coma que hoy persiste y su hijo enfrentó una hidrocefalia de la que debió ser intervenido, con buen resultado y con un largo camino de rehabilitación por delante.
Pasados los meses, el torero ha decidido pronunciarse públicamente sobre una situación que afecta de un modo "determinante" a su vida, pero también a su carrera.
Lo ha hecho a través de una entrevista concedida a Aplausos, así como mediante una carta abierta en la que subraya que, lejos de "despertar lástima", su pretensión principal es dar respuestas a sus seguidores y que "puedan entender mejor al torero Ruiz Muñoz en esta etapa inesperada". Una etapa en la que la fe, la entrega a su esposa Ana y la esperanza cristianas están resultando ser decisivas.
"Un regalo del Cielo"
En su carta, Ruiz Muñoz cuenta que el calvario comenzó meses antes del nacimiento por cesárea, cuando en la decimosexta semana los médicos detectaron en el feto una ventriculomegalia, inflamación de los ventrículos del cerebro que más tarde se convertiría en hidrocefalia. Pero su hijo siempre fue considerado "un regalo del Cielo".
"Nos advirtieron que había posibilidades de que esa afección fuera incompatible con la vida o que, de superar las primeras horas, sufriera algún problema severo que arrastraría a lo largo de los años. Tanto Ana como yo tuvimos claro, desde el primer momento, que José es un regalo del Cielo, una muestra de confianza por parte de Dios. Por eso no dudamos en seguir adelante, aceptando con paz lo que pudiera ocurrir, dispuestos a brindarle los mejores cuidados", detalla.
Hoy, dice que su hijo, más allá de la rehabilitación pertinente "está genial, es súper simpático y está grandísimo".
"Todo se tambaleó de repente"
Pero aunque su hijo se encuentra bien, la situación de su mujer ha supuesto un "golpe durísimo" que ha hecho que toda su vida "se tambalee de repente" y por completo.
Actualmente ella está en casa, en Almería, con la compañía de su marido y de sus padres. Su estado actual, explica, es un estado de vigilia sin respuesta, conocido coloquialmente como vegetativo.
"Pero luchamos que dé un pasito más en la escala del coma, denominada Glasgow, y el siguiente paso sería el de vigilia con respuesta, de semiinconsciencia. Ella va teniendo momentos de consciencia y eso nos alimenta mucho para seguir con esperanza. En este tipo de pacientes lo primero que se pierde es la visión. Ella abre y cierra los ojos pero no termina de enfocar y también hace algunos movimientos de brazos y piernas, que es su forma de manifestarse", detalla.
"Somos personas de mucha fe, no la perdemos"
El pronóstico de los especialistas pasa por la precaución, aunque admiten que los primeros meses son fundamentales de cara a su evolución. "Han pasado ya bastantes, pero los primeros cinco meses ella estuvo en un coma inducido muy fuerte, y no cuentan. Aún hay margen de mejora y va a depender de ella. Nosotros somos personas de mucha fe y no la perdemos", declaró a Aplausos.
El torero es consciente de que su mujer, a la que considera "mi fortaleza, el motor de mi paciencia y la razón de mi perseverancia", no podrá acompañarla ahora como antes. "Pero también sé que ella me pide no venirme abajo. Sé que me exige que me crezca en la adversidad, que la ame con las mismas fuerzas del primer día, que sea un padre ejemplar para nuestros niños y que no renuncie a mi carrera".
Precisamente por esta convicción y por el aliento constante de su mujer en el cumplimiento de su deber, Ruiz Muñoz siguió toreando poco después del "mazazo".
"La fuerza de la da mi mujer y la fe que nos une"
La fuerza para seguir adelante, dijo, "me la da mi mujer y la fe que nos une. Hace poco cumplimos diez años juntos y ella siempre me ha acompañado en mi carrera taurina, pasando muchísimas etapas de incomprensión sin torear y se hacía difícil seguir. Me he querido quitar muchas veces y ella ha sido la que siempre me apoyó diciéndome: `Pepe sigue adelante, este es tu camino y tu vocación y tienes que seguir´".
Pero su presencia en la plaza no fue como esperaba, "pues el toreo exige un cien por cien de entrega, así como una cabeza despejada".
"Por eso, sin decaimiento, entendí que debía reconstruirme como persona, recuperar las fuerzas físicas, fortalecer mi espíritu y encajar cada una de las piezas de este inesperado rompecabezas"; detalla en su misiva, consciente como se mostró ante Aplausos de que "debía dedicarme a mi familia, con mi mujer en la UCI y cuidar de mi hijos".
Por ahora, aunque desea que "no pase mucho tiempo" para su regreso a las plazas, no pone una fecha fija. Lo primero, dice, "es atender a Ana y los niños y luego buscar huecos para seguir con la preparación. No he cortado la temporada en ningún momento. Sí hubo tres meses después de Sevilla que estaba hundido completamente y ahora estoy saliendo de esa situación, con otra claridad. Llevo mes y medio entrenando a diario y con la cabeza en el toro, que es la manera de solucionar mi vida y la de mi familia", explica.
El torero se describe como "una persona de mucha fe" y se muestra convencido de que "Dios nos habla a través de nuestra vida". Hoy, ante el dolor por la situación de su esposa, asegura que "su fe, su confianza, su exigencia y su alegría han sido claves" para poder "encarar los malos tragos".
"Es mi fortaleza, el motor de mi paciencia y la razón de mi perseverancia. Ella y mis dos hijos, así como la fe y el abandono en Dios, nos han llevado a recorrer con optimismo todos estos años. Trabajamos mucho por su recuperación, aunque es complicado, pero nunca se pierde la esperanza", agrega Ruiz Muñoz.