Hace 500 años, la catalana María Lorenza Longo (de la familia Requesens, nacida cerca de Lérida), se volcó en fundar un hospital en Nápoles que marcó la historia de la asistencia médica y de la medicina en toda Italia y más allá. Allí daría años después un gran impulso a la medicina experimental el cirujano Domenico Cotugno (1736-1822) y allí dejaría huella el popular médico y santo José Moscati (1880-1927).

Ahora, el Papa Francisco ha firmado el decreto que reconoce un milagro por intercesión de María Lorenza Longo, después de que recibiera ya en 2019 el visto bueno por unanimidad de todos los médicos de la comisión de Doctrina de los Santos, y el de los cardenales. Aún no se han difundido datos sobre el milagro aprobado, que llena de alegría a las Clarisas Capuchinas, la congregación que fundó.

Una madre de familia, con contactos

María nació en algún lugar cerca de Lérida en 1463, en la familia Requesens, que era influyente pero aún no noble. Se casó, parece que por obediencia a sus padres, con el valenciano Juan Francisco Llong, que era uno de los secretarios del rey Fernando el Católico.

Desde 1506 el matrimonio se afincó en Nápoles, que pertenecía a la Corona de Aragón. Cuatro años después, con 47 años, queda viuda, con 3 hijos ya mayores.

Fue entonces cuando peregrinó, ese año de 1510, al santuario de Loreto, donde según la tradición está la casa de la Virgen transportada por los ángeles. Tenía desde 1480 una enfermedad que le paralizaba las piernas y en gran parte también las manos, según parece, a causa de un envenenamiento. En Loreto, durante una misa, sintió que se le curaban las extremidades. Desde ese momento no paró de moverse buscando servir a Dios. Allí mismo, en Loreto, tomó el hábito de terciaria franciscana.

La casa de Loreto: en misa en este santuario se curó milagrosamente María Lorenza

Trabajando con las prostitutas

De vuelta a Nápoles, se juntó con otras mujeres devotas en el entorno de los oratorios del Divino Amor. Con la ayuda de la noble napolitana Vittoria Colonna, y de la duquesa de Termoli, María Ajerba, empezó a trabajar por ayudar a las prostitutas a dejar ese mundo de explotación y abandono. Puso en marcha para ellas el Monasterio de las Arrepentidas. Luego ayudaría a muchas a reciclarse como enferneras.

En 1522 abrió el Hospital de Incurables (entonces la “Santa Casa Degli Incurabili”), aunque quizá es más exacto hablar de los "no cuidados".

Allí acogían a los enfermos que rechazaban otras instituciones, a menudo por estigmas ligados a ciertas enfermedades, como la sífilis, tanto de hombres como de mujeres. También a las embarazadas en apuros y a enfermos crónicos. Lo financió con sus bienes y buscando donativos por doquier. Fue su directora durante 10 años, sin dejar de cuidar personalmente a los enfermos.

Conocemos las medidas de higiene que aplicaba en 1527, estrictas para la época: cada paciente tenía su propia cama y espacio, muy distanciado del vecino. El local se ventilaba constantemente y con frecuencia se limpiaban los pasillos y la ropa blanca. Varias plagas que golpearon Nápoles no llegaron a entrar en el hospital.

Una renovación espiritual franciscana

Las mujeres que colaboraban con ella se consolidaban como un grupo de terciarias (es decir laicas) franciscanas. A partir de 1533 contaron con la dirección espiritual de san Cayetano, el fundador de los Teatinos.

En 1535 Roma aprobó canónicamente la reestructuración de esa comunidad, ya como religiosas: nacía la Orden de Clarisas Capuchinas, con su monasterio de Santa María de Jerusalén, con voluntad de vivir firmemente un carisma franciscano renovado. Junto a 12 hermanas emitió los votos religiosos, permitiendo a mujeres de bajos recursos entrar en vida contemplativa. Al año siguiente, el número se fijó en 33, y aún hoy se llama el "monasterio de las 33".

María moriría a finales de 1542. Su reforma capuchina femenina se expandió por toda Italia, España, Francia hasta llegar al nuevo mundo, con fundaciones en Centro y Sudamérica. Esta rama hoy cuenta con casi 200 monasterios y una decena de hermanas reconocidas como santas o beatas.

La causa de beatificación de María Lorenza se inició en 1892. Quedó desatendida mucho tiempo, y se reabrió en 2004. Los consultores históricos aprobaron la Positio sobre su figura en 2015. La diócesis de Nápoles sometió a estudio un posible milagro en 2016, y en 2017 se aprobaban sus virtudes heroicas.

Otros dos milagros aprobados

El Papa Francisco en la misma sesión ha aprobado otros dos milagros. Uno es el que servirá para canonizar al beato Giustino Maria Russolillo, sacerdote italiano fundador de la Sociedad de las Divinas Vocaciones (1891-1955) o vocacionistas. Cuentan con más de 70 casas y más de 400 religiosos, unos 270 de ellos sacerdotes. Están presentes en 14 países, incluyendo cuatro países hispanos: Argentina, Colombia, Ecuador y Chile.

El otro milagro se atribuye a la intercesión de Elisabet o Isabel Czacka (Rosa Czacka de nombre civil), fundadora de las Hermanas Franciscanas Esclavas de la Cruz (1876-1961), con casas en Polonia, Italia, Ucrania e India. Suelen trabajar con niños pobres.