Sylvestre Marcel Ndongo y Pius Messongon son seminaristas cameruneses que durante años se han formado en España, concretamente en la Universidad de Navarra, gracias a una beca de CARF (Centro Académico Romano Fundación) y ahora vuelven a su país para ser allí ordenados diáconos primero y sacerdotes después.
El primero de ellos, Sylvestre, tiene 31 años y tiene tras de sí una curiosa historia en la que la Virgen ha jugado un papel fundamental. Es el tercero de seis hermanos de una familia católica. Su camino vocacional es una apasionante aventura pues previamente se produjo un hecho totalmente extraordinario en su vida.
Es a la Virgen María –afirma este seminarista- a “quien debo la curación milagrosa de una extraña enfermedad que me había molestado durante muchos años sin encontrar curación”.
De este modo, explica que su madre había gastado mucho dinero en hospitales buscando la curación de su hijo. Pero al final la Virgen escuchó sus plegarias. “Si existiera un punto de partida de mi vocación diría que fue mi curación milagrosa al invocar a la Virgen de Nsimalen para curar mi enfermedad extraña. Al sanarme, decidí entrar en el seminario para dar mi vida al Señor y ayudar a los que quieren conocer a Dios”, afirma este joven.
En ese momento se encontraba estudiando en la universidad y su padre y algunos hermanos no terminaron de entender su vocación.
Ahora que se acerca el momento de las ordenaciones diaconales y sacerdotales, Sylvestre asegura que si pudiera elegir le gustaría ser destinado al lugar más pobre y donde la gente rechaza a Dios “para hablarles de mi experiencia personal”.
Por otro lado, confiesa que le gustaría ser un sacerdote querido y no temido, sino estar al servicio de los demás. En su opinión, “una de las causas de la caída de la fe en Occidente se debe al distanciamiento entre fieles y sacerdotes, al menos hace algunas décadas”.
Pius Messongon tiene 20 años y desde 2016 estudia en el Seminario Internacional de Bidasoa. Ahora también vuelve a Camerún. En su caso es el único varón de siete hermanos, y también proviene de una familia católica. “He tenido la gracia de tener un padre firme en relación a la religión”, afirma.
Desde pequeño se planteó ser sacerdote, aunque había tenido dudas durante la adolescencia. “Pensaba que era imposible entrar en el seminario a causa de las dificultades familiares y sin recursos para pagar esta formación que dura muchos años”. Pero al final la providencia le ayudó.
En su caso, la ayuda de su párroco fue muy grande pues era un gran predicador y esto le ayudó desde niño a defender su fe delante de sus compañeros o amigos que no eran católicos.
Por ello, ahora afirma que “la misión más importante del sacerdote es estar al servicio de Dios y de sus hermanos los hombres. Así que estaré abierto a la voluntad de mi obispo, y donde me mandara iré con mucho gusto, ya sea en una parroquia o en otro servicio pastoral de la diócesis. Pretendo ser un sacerdote que viva la fraternidad con sus fieles. En mi país, por lo general, los párrocos se sienten como miembros de una familia que la necesita por su misión de pastor, sus consejos, acompañamiento espiritual…etc. En general, los fieles acogen, respetan y ayudan a los sacerdotes como en muchos lugares en el mundo”.
Camerún es un país laico con diversas religiones y existe libertad religiosa y de culto. El 40% de los habitantes de su país son católicos. Los católicos viven en lo que se llaman comunidades o asociaciones que ayudan a la nueva evangelización y a la participación muy activa de los fieles. Es un país donde hacen falta más templos. El camerunés al igual que los africanos, son naturalmente hombres y mujeres religiosos.
Sylvestre advierte en la entrevista con Marta Santín para CARF que la secularización también está llegando a África Y se lamenta de la incoherencia de vida de algunos representantes de Dios que influye en la indiferencia religiosa de muchos jóvenes. “Por eso es tan importante la formación de seminaristas y sacerdotes, para poder dar respuestas a muchos jóvenes de hoy”.
Respecto a la diferencia de los católicos entre Occidente y África considera que los cristianos en Europa, en esta época, lo son por convicción y no por tradición. “Es el cristianismo de la experiencia. Esto es lo que he visto en España. Creo que en África no hemos llegado a este nivel. Es verdad, que se encuentran también muchos fieles por convicción, pero la gran mayoría siguen un cristianismo que tiene que madurar”.
En esta línea dice que los sacerdotes de su país deben aprender de los sacerdotes españoles la humildad y la sencillez. Evitar la vanagloria y los honores de este mundo. “Y al revés, creo, que los sacerdotes de Europa y de España en general deben evitar lo que se llama ser políticamente correcto”.
“Jesús no era políticamente correcto”
“Jesús no vivía en lo políticamente correcto. Aquí a veces los sacerdotes dicen las cosas para complacer a los oyentes. Todos los sacerdotes, sean de un continente o de otro, tienen que ser coherentes”, expone.
Pius también opina que los católicos españoles y europeos pueden aprender de los católicos de Camerún lo que se puede llamar la experiencia de la alegría de la fe. A la inversa, los católicos de Camerún deben aprender de los españoles y europeos que la fe y la razón van juntos. “Son dos realidades al servicio del ser humano y deben permanecer unidos y garantizar un desarrollo integral de la persona”.
Respecto a las conversiones de católicos en África, ambos consideran que se debe a la labor de los fieles católicos que anuncian el Evangelio más por su testimonio de vida que por sus palabras.
“También me parece que se debe al esfuerzo que mantienen muchos sacerdotes de anunciar el Evangelio en la verdad. Ellos tienen el coraje de ser profetas de nuestra sociedad actual y esto da más credibilidad a la religión católica. Pues, donde hay un amor a la verdad del Evangelio, también está Jesucristo, y su presencia hace fructuoso la labor pastoral y es una gracia para toda la Iglesia”, concluyen.