Lola Agúndez es ingeniera forestal y quiere volver a Níger, a África, donde hace unos días fue secuestrado un sacerdote misionero. Ella quiere servir a los pobres como misionera laica, quiere vivir con ellos el Evangelio, quiere ayudar a combatir la desnutrición y la pobreza aprovechando lo que ofrecen los árboles que estudia.

Sin embargo, durante unos 20 años, Lola estuvo muy lejos de Dios. Su retorno a la fe fue gradual, y empezó precisamente en África.

Dejó la iglesia en la adolescencia

"Mi familia era católica, tradicional, y fui a un colegio de religiosas francesas, primero en Valladolid y luego en Madrid", explica a ReL. Fue precisamente en el entorno del colegio, en la adolescencia, donde sufrió una experiencia muy mala con una persona "que me hizo romper con la Iglesia". "Me alejé del colegio, de la Iglesia, dejé de ir a misa, dejé de rezar, dejé todo contacto con la fe".

Lola anima a todos a ayudar a las misiones a través de Obras Misionales Pontificias (OMP) y la colecta del Domund del domingo (donativos aquí)

Vivió unos 20 años alejada de la vida cristiana. Se casó y luego se separó ("un matrimonio nulo", especifica). Y llegó con 35 años a Etiopía por razones profesionales, para realizar unas investigaciones como ingeniera forestal.

África: pobreza que hace pensar

"Etiopía fue mi primer gran contacto con la pobreza radical. Me impresionó el contraste con nuestro mundo, la injusticia de ese contraste. Me hacía pensar. Y luego estuve en Brasil, en Bahía, por turismo. Allí vi gente que por la mañana acudía a la iglesia católica y por las noches al candomblé y los cultos afrobrasileños. Eso me hizo pensar en la necesidad espiritual de las personas".

De vuelta a Madrid, en el año 2000, se encontraba a sí misma entrando en las iglesias cuando estaban abiertas y vacías. "Me sentaba allí, en un banco. Me estaba un buen rato. Miraba las imágenes: había una de María Auxiliadora que me gustaba. Estaba como a la espera".

A confesarse en la Almudena, por el Jubileo

Lola había explicado a su hermana algo de su nueva inquietud espiritual. Como se celebraba el Jubileo del Año 2000 su hermana la invitó a ir a la catedral de la Almudena a ganar el Jubileo. "Yo voy contigo", le dijo su hermana. "Allí te confiesas, das una limosna, rezas un poco, asistes a la misa, y ya está: ganas el Jubileo", le dijo ella. Así lo hizo y así fue su retorno a la Iglesia.

Catedral de la Almudena en Madrid: allí se confesó Lola en el año 2000 y volvió a la vida de fe

Pero no sabía como mantenerse en la vida cristiana. "Le expliqué a mi psicóloga que yo ahora quería volver a la Iglesia. Ella me dio la dirección de un templo y me dijo 'vete aquí y prueba a ver si te convence'. Llegué al lugar y había una misa con un sacerdote, con pocas personas, que se sentaban juntas. Era acogedor. Resultó que era el antiguo centro de la Renovación Carismática en Madrid, en la calle Fomento. Allí hice el Seminario de las Siete Semanas y luego me integré en Vino Nuevo, un grupo de oración de la Renovación. Así fui creciendo en la vida cristiana".

La llamada de África

Los amigos cristianos de Vino Nuevo organizaron una excursión a Huelva, para visitar a la comunidad Pueblo de Dios. "Y allí en Pueblo de Dios me decían: '¿eres maestra?' 'No, soy ingeniera forestal'. 'Pues podrías ser maestra, enseñar...' Y como hacía calor y había mosquitos decían, en broma: 'mira, te estás preparando para África'."

El caso es que Lola colaboraba ahora como voluntaria en la sede madrileña de Manos Unidas, la gran ONG de ayuda internacional de la Iglesia española. Lola era buena gestionando proyectos, moviendo papeles, arreglando los asuntos de despacho. "Un día se me cayó al suelo una foto: era una escuela de adultos en África. La vi y pensé: '¿qué hago en un despacho? Yo tendría que estar en África'".

Buscando por Internet, encontró a la Sociedad de Misiones Africanas (www.misionesafricanas.org). "Les envié un mail, me llamó por teléfono uno de sus superiores y me invitó a una entrevista. Les dije que como funcionaria podía pedir una excedencia, ir a África. Ya había dos laicas en misión, y empecé a conocerles, a formarme. Dos veranos me fui a África pidiendo vacaciones sin sueldo. Luego encontré la forma de hacer investigación forestal desde África, en Benín".

Acostumbrada a su grupo de oración carismática, la alegría y la expresividad que encontró en la Iglesia en África le resultaban de lo más natural. "El africano es muy expresivo, y creo que en los países de antigua colonización francesa más que en los anglófonos: son más libres en sus danzas en el ofertorio, la danza de acción de gracias en misa, etc..."

Lola, con algunos colaboradores y colegas de Níger, en un baobab, que la población local considera sagrado; del baobab se pueden aprovechar las hojas y otros beneficios

"Al principio, recién llegada a Benín en 2002, tenía algo de miedo a lo desconocido, pensaba en mi habitación en los sufrimientos que había “ahí fuera”. Pero luego me sentí siempre muy acompañada por la gente. Una vez el coche se tumbó en la cuneta de la carretera, en época de lluvias, en medio del bosque. De repente empezó a aparecer gente, me cambiaron las ruedas, me arreglaron el coche, la policía me ofrecía ayuda… Lo digo como ejemplo de que siempre me sentí acogida".

"Del árbol, como del cerdo, se aprovecha todo"

Como ingeniera forestal, en Benín llegó a una convicción: "allí el árbol es como el cerdo en España, que se come todo, las raíces, la corteza, las hojas, todo puede usarse..." Formaba a las mujeres de comunidades muy pobres para que pusieran en marcha sus propias huertas. También dirigía algunas oraciones de las comunidades cristianas en lugares muy remotos.

Con la crisis económica de España, sus proyectos civiles forestales en Benín se acabaron. Ella pasó a Níger, país musulmán al 99%. "Somos un equipo: los sacerdotes y las laicas, que somos dos enfermeras, con temas de higiene y sanidad, y yo, que ayudo en temas de nutrición. ¡Las hojas de baobab son buenas para la salud y hasta se pueden comercializar! Existen métodos tradicionales que en muchos sitios se olvidaron y que pueden ayudar a los agricultores".

Lola, de pie de verde y con el pelo tapado, imparte una clase de agricultura y nutrición en Níger, país semidesértico y musulmán al 99%

Sus colegas, musulmanes de entornos universitarios en Níger, la han acogido muy bien. "Enseguida me presentaron a su familia, su esposa, hijos... Los universitarios creo que tienen solo una esposa. Con todos pude hablar de temas de religión, de las cosas comunes y distintas. Una vez aplazaron una reunión para que yo pudiera acudir a la misa de domingo".

Un sacerdote amigo secuestrado: peligro en Níger

El pasado 17 de septiembre unos hombres armados secuestraron en Níger a Luigi Macalli, sacerdote de la Sociedad de Misiones Africanas. La situación en el país se ha hecho peligrosa y tanto la Sociedad de Misiones Africanas como la Embajada de España han pedido con firmeza que Lola y sus compañeras misioneras laicas no vayan al país, por ahora.

Luigi Macalli, de la Sociedad de Misiones Africanas, secuestrado en Níger
desde el 17 de septiembre de 2018

"Los sacerdotes allí tienen muy claro que ellos no pueden abandonar al pueblo de Dios. El obispo de Níger les ha prohibido salir a los pueblos. Y, claro, ellos son evangelizadores, estar encerrados en una ciudad pequeña no les gusta. De Luigi nos dicen que está vivo y que la policía sabe donde está, pero va para largo, que son grupos armados salidos de otros conflictos, que le retendrán mucho hasta que la policía se olvide y lo venderán a otro grupo con capacidad de pedir rescates. Allí hay tráfico de humanos, armas y drogas, que va todo junto".

Lola y sus compañeras quieren volver a África, volver con la gente que aprecian en Níger, que es parte de su vida. "Ya veremos como el Señor reconduce nuestra vocación; os pido a todos que recéis por el padre Luigi, y para que podamos volver", pide.

(Para ayudar a las misiones, el mes de Octubre es el mes del Domund; pueden darse donativos a Obras Misionales Pontificias aquí)