Hay que ponerse en la piel de Tim Smyczek el 21 de enero de este año. Aunque eres un respetado tenista en el circuito, nunca has ganado un título de la ATP, y todavía te faltan cuatro meses para alcanzar tu lugar más alto en el ranking, el 68º. Estás en segunda ronda del Open de Australia y tienes enfrente a una leyenda viva de la historia del tenis, Rafael Nadal: 14 Grand Slam a sus espaldas. Has conseguido presentar batalla durante cuatro horas en las cuatro primeras mangas y tu rival te acaba de romper el servicio en la quinta y decisiva: 6-5 a su favor, 30-0 y saque en su poder.
Cuando Rafa sirve para el 40-0 que le pone el partido en franquía, un espectador grita y le desconcentra, y la pelota se va medio metro tras la línea. Tras unos abucheos del respetable al descerebrado, el español se dispone a un segundo saque... y es entonces cuando Tim hace ver al árbitro que no da por bueno el primer servicio, y que su contrincante puede repetirlo.
Fue punto para Nadal, y aunque Smyczek remontó tres bolas de partido hasta alcanzar el deuce, estrelló la siguiente en la red y en el cuarto match ball el manacorí se hizo con el triunfo.
No puede afirmarse que Tim perdiese por su detalle de deportividad (aunque, con un Nadal que lleva meses fuera de sus mejores momentos, ¿quién sabe?), pero tener esa bonhomía a tales alturas de partido y con esa situación en el marcador no es nada frecuente. Por eso el público lo aplaudió a rabiar, y Rafa no escatimó elogios en la entrevista tras el encuentro: "En primer lugar quiero felicitar a Tim porque es un auténtico caballero y lo que hizo en el último juego... no todo el mundo habría hecho algo así con 6-5 en el quinto set tras cuatro horas de juego, así que le felicito por ello".
Por su parte, Smyczek quita importancia al gesto (que tuvo gran repercusión mediática) y explica que percibió la relación entre el grito y el error no forzado de Nadal porque "fallar por tanto no le había sucedido en todo el partido". Así que concederle un nuevo primer servicio "era lo correcto, ya estuviésemos al principio o al final del partido o ya fuese él por delante o fuese yo". Y añade: "Fue algo que mis padres me pidieron cuando empecé a jugar al tenis en serio. Pasase lo que pasase, querían que fuese un caballero en la cancha".
Tim nació en Milwakee (Wisconsin, Estados Unidos), tiene 27 años y además del deporte consagra su tiempo al violín y a estudiar Derecho, pues quiere ser abogado cuando se retire del tenis. Y es un hombre con las ideas muy claras sobre la fe.
Este lunes concedió una entrevista a Trent Beattie para el National Catholic Register en la que explica que siempre ha intentado ir a misa todos los domingos, incluso los muchos que está fuera de casa y con las compliaciones de la competición: "Me lo inculcaron desde la infancia, así que para mí es algo automático, por así decirlo. Siempre ha ido conmigo con el paso de los años, incluso en la vertiginosa y cambiante vida del tenis".
Hace cuatro años Tim tuvo una novia, católica pero no practicante, y estaban pensando casarse: "Ella se había alejado de la fe, y eso habría complicado nuestra vida juntos como matrimonio. Habríamos tenido conflictos de creencias y de comportamientos, lo cual no habría sido un entorno ideal para educar a los hijos. Fue duro, pero le dejé claro que si íbamos a casarnos, tendría que tomarse la fe en serio. Ella no aceptó el reto, así que rompimos".
Fueron malos momentos, aunque confiesa que le ayudó a superarlos la historia de conversión de Scott Hahn, quien vivió momentos similares: "Aunque supusiese perder a un amigo o a una posible esposa, recordé que una vida centrada en Cristo y alimentada por la Iglesia debía ser mi máxima prioridad".
Tim tiene palabras muy interesantes sobre el sacramento de la Penitencia: "Es algo extraordinariamente poderoso, porque nos pone a bien con Dios y nos da la gracia para evitar el pecado en el futuro. En mi caso, si no tuviese la confesión, probablemente iría de mal en peor, porque triunfarían la culpa y la ocasión de pecado. La confesión nos quita la culpa y frena la ocasión de pecado, impulsándonos en la dirección contraria de la virtud. Es un sacramento realmente sanador, así que hago un esfuerzo por confesarme a intervalos regulares, incluso cuando no me apetece. Hay gente que cree que si te confiesas con frecuencia es porque tienes montones de pecados graves que confesar. Es justo al revés. Normalmente, cuanto más te confiesas, menos tienes que decir, y cuanto menos te confiesas, más tienes que decir. Cuanto más te aproximas a la fuente de la gracia, más gracia consigues, y cuanto más te alejas, menos tienes".
Tim lleva siempre consigo dos libros de San Josemaría Escrivá de Balaguer, Camino y Forja, porque su pequeño tamaño los hace óptimos para su vida viajera: "Lo que les falta de tamaño les sobra de sabiduría de San Josemaría, que quería que la gente considerase un tesoro sus creencia religiosas y las compartiese y viviese, en vez de ocultarlas".
Y dice que intenta rezar el rosario todos los días: "Es un medio muy eficaz para que los misterios de la vida de Cristo se hagan reales para cada persona. Ves las cosas a través de una lente encarnada, porque le estás pidiendo ayuda a la Santísima Madre. Ella conoce la Encarnación mejor que nadie, así que está en una posición única para ayudar a los demás a comprenderla".
No hace mucho le invitaron a una emisora de radio protestante a hablar de lo que significa ser cristiano en el tenis. "La entrevista fue muy bien, y al final el conductor del programa me invitó a dirigir la oración de la audiencia", comenta: "No esoy acostumbrado a dirigir oraciones públicas espontáneamente, así que lo primero que se me ocurrió fue el Ave María. Creo que al presentador le sorprendió cuando la recé, pero... el Ave María es muy bíblica, como vemos en el capítulo 2 de San Lucas. Ojalá ese Ave María llevara a algún oyente a considerar ser católico!".
Tim disputará a partir del 31 de agosto el US Open, pero tiene otro objetivo en mente: casarse en noviembre. "He encontrado una buena mujer católica con quien quiero pasar el resto de mi vida. Soy muy feliz por haberla encontrado, en particular porque me ayuda a ser mejor católico. Y eso es lo que más importa".