Bronce en lanzamiento de jabalina y también en lanzamiento de disco en los Juegos Europeos para Trasplantados, el madrileño Sergio Cobos ha contado la historia de su trasplante de riñón y ha desvelado cómo vivió desde la fe sus momentos más duros al periodista Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo, del Alfa y Omega.
“La fe es el pilar de mi vida y de mi lucha en medio de la enfermedad. Me ha ayudado muchísimo a aceptar la enfermedad y a tener esperanza, y sobre todo a tener mucha tranquilidad, tanta que cuando me hicieron el trasplante hice el viaje de vuelta a mi casa en tren completamente dormido y en paz”, cuenta Sergio Cobos, un madrileño de 40 años, padre de seis hijos, que acaba de volver de la localidad italiana de Cagliari, donde ha participado en los Juegos Europeos para Trasplantados.
La historia del trasplante comenzó para Sergio cuando se hizo las pruebas médicas para la contratación de una hipoteca. Ahí los análisis le descubrieron una insuficiencia renal y el médico le pidió que se fuera directamente a urgencias. Así se descubrió la enfermedad autoinmune que estaba atacando los dos riñones de Sergio.
Tras recibir el diagnóstico “me vine abajo físicamente y psicológicamente”, reconoce, y pasaron varios años de degeneración progresiva hasta el punto de que le costaba subir apenas unos peldaños. “Me encontraba muy cansado y me costaba respirar. Al conocer mi estado el médico me dijo que necesita un trasplante de riñón”.
Después de nueve años enfermo, los riñones de Sergio estaban casi parados y secos, pero “me pusieron en lista de espera y yo aproveché para hacer una peregrinación a Fátima; allí le pedí a la Virgen un riñón. Me puse en sus manos y le dije que si tenía que morir sin recibir ese riñón que lo aceptaba, pero que mi mujer estaba esperando nuestro quinto hijo y eso me daba miedo”.
Al volver pasaron por su pueblo, Chucena (Huelva), que entonces estaba celebrando a su patrona, la Virgen de la Estrella. “Cuando pasó en procesión por mi calle, yo me puse de rodillas y le pedí un riñón para el día de mi cumpleaños, y sentí que me lo iba a conceder. No sé explicarlo, pero tenía la certeza de que la Virgen me había escuchado”, recuerda Sergio.
Un riñón, una oportunidad
Un 27 de septiembre, algo más de un mes después de aquello, sonó el teléfono de Sergio a las ocho de la mañana: “Era un doctor del Doce de Octubre, me decía que había un riñón que podía ser compatible conmigo. Habían llamado a otros dos enfermos y a quien fuera más compatible en ese momento se lo iban a trasplantar. Entonces me fui al hospital corriendo desde mi pueblo y a las cuatro de la tarde ya estaba trasplantado”.
Los días posteriores a la operación fueron complicados, porque el riñón no acababa de funcionar, pero el 5 de octubre acudieron los médicos a felicitarle, porque “el riñón había empezado a funcionar, y muy bien”, dice.
Ese día era el cumpleaños de Sergio.
Luchar día a día
Va a hacer ya casi cinco años en los que Sergio funciona con un riñón nuevo, “y la verdad es que me encuentro muy muy bien”, reconoce. Para cuidarse mejor, comenzó a hacer algo de deporte, porque “mi cuerpo lo demandaba. Empecé a caminar, a coger la bicicleta, a nadar. Me sentía bien, agradecido por tener esta segunda oportunidad. Investigué por internet y me encontré con una página sobre deporte y trasplante, y con unos juegos en los que compiten personas trasplantadas. Al final acabé representando a España en estos juegos, compitiendo en atletismo, tenis, lanzamiento de peso, salto de longitud…”. A día de hoy, Sergio es el campeón de España en lanzamiento de peso, de disco y de jabalina, y en los últimos campeonatos de España logró el tercer puesto en 100 metros lisos.
En estos juegos, así como en los europeos, cuya última edición acaba de tener lugar en Cagliari este fin de semana, “me gusta conocer gente que está como yo, y ver que son unos luchadores en su día a día; hay personas con historias de superación impresionantes”.
A pesar de competir con gastroenteritis, Sergio ha conseguido dos medallas “que espero poder ofrecérselas a la Virgen”. La fe es uno de los pilares de su vida: “Me ayuda mucho a superarme, a ser constante, a ayudar a otras personas. Además, la fe nos ha permitido a mi mujer y a mí estar abiertos a la vida, porque tenemos seis hijos y los dos últimos han nacido después del trasplante. A día de hoy yo tengo una necesidad muy grande de rezar”.
La muerte muy de cerca
Después de casi 14 años sometido a la prueba de la enfermedad y del trasplante, Sergio tiene algunas lecciones bien aprendidas: “A raíz de mi enfermedad no hago acepción de personas, puedo valorar a la persona por lo que vale. He visto la muerte muy de cerca, he visto a tres compañeros de hospital morir, y yo ya no me agarro a las cosas materiales. Veo la vida de una forma diferente, para mí ha sido un nuevo nacimiento. Y además puedo ver en mi historia de algún modo el ofrecimiento de Cristo, ver cómo se dona por completo al Padre por nuestros pecados. Porque conozco de cerca lo que es darse físicamente. Yo hoy estoy enamorado de la vida, de esta que Dios nos da a cada uno como un regalo”.