Santiago Bedoya Echeverri, colombiano, administrador de empresas, de 43 años, ha compartido en el digital católico Portaluz su experiencia dañina en el mundo del ocultismo y de la adicción a la pornografía, y su viaje liberador hacia Cristo y la vida cristiana.
De la crisis personal, a los adivinos
Aunque él tenía algo de fe, las seguridades de su vida se hundieron en cierto momento cuando se juntaron dos crisis: perdió el trabajo, y sufrió una ruptura amorosa. Ambas cosas agitaron su ritmo de vida.
Y su primer paso hacia lo esotérico fue la curiosidad por el futuro, a través de las cartas, y más adelante, por lo sobrenatural.
“Uno siempre comienza por cosas como lectura del tarot y luego, llenándose de más curiosidad, alejándose del Señor, le das más poder a esas creencias y vas a que te hagan una carta astral, luego donde la brujita de los paños, el agua bendita de 7 iglesias distintas y otras semejantes”, explica en Portaluz.
Los tarotistas aprovechan la vulnerabilidad de la gente,
su inquietud por el futuro, sus crisis, para engancharles
e introducirles en el mundo de lo oculto
La adivinación implicaba a veces sincretismo religioso. Así, acudía a adivinos que buscaban el futuro en el tabaco, y que practicaban la religión de la santería.
Otro ejemplo de sincretismo se dio en otra ocasion: "recuerdo estar sentado en un balcón delante de la imagen de Cristo crucificado, pero debajo del Cristo tener la imagen de la 'santa muerte'”. Se refiere a la imagen de un esqueleto con túnica y guadaña que en varios países latinoamericanos se usa en cultos para pedirle favores.
Depresión y adicción
Santiago Bedoya hoy considera que durante 4 años se alejó de Dios y permitió al Maligno “tomar” su “alma”. Además, su salud mental iba empeorando, crecía en él la depresión y ya tenía pensamientos sobre suicidarse. Cree que nunca intentó suicidarse realmente “gracias a los rosarios que rezaba mi madre”.
Otro punto dañino que se sumaba a esta crisis era su grave adicción a la pornografía. “Desboqué todo ese vacío sentimental y afectivo en la pornografía. Llegué a coleccionar 7.000 imágenes de mujeres, obsesivamente organizadas… y más de 2.500 videos, todo en un disco duro de memoria externa sólo para eso”, explica hoy con tristeza.
Precisamente su esclavitud de la pornografía, que le hastiaba, fue el punto que le hizo dar un primer paso para cambiar de vida. Decidió ir a la iglesia a confesarse especialmente de eso. Recibió la absolución y al regresar a su casa lo primero que hizo fue conectar el disco duro a la computadora y, “rezando el Magnificat”, dice, marcó la carpeta que contenía todos los archivos pornográficos y la eliminó.
Un testimonio en vídeo y una religiosa de la infancia
Días después, a sugerencia de su hermana, visionó con detalle los videos en los que la conocida modelo Amada Rosa Pérez narraba su conversión. Esos vídeos lo animaron a emprender un proceso de mejoría y de liberación.
Uno de los vídeos de Amada Rosa Pérez que han ayudado a muchas personas
Santiago sabía que necesitaría ayuda humana y cristiana, que alguien caminara junto a él. Y recordó a una religiosa bondadosa que había sido su catequista muchos años antes. La buscó por Internet y descubrió que no estaba en el país, ahora servía en Perú. Pero él le escribió por e-mail, abrió su corazón explicando su deseo de cambio, y ella lo acogió. “Ella empezó a ser mi guía espiritual y el primer correo que me respondió decía: «Santiago, llegó la hora de Dios»”.
En 2012, tras un cuidado examen de conciencia, acudió a un sacerdote y confesó los pecados de toda su vida.
Hoy vive firme en la fe, aferrado a la vida sacramental y a la oración. Se ha hecho devoto de la Virgen de Guadalupe. A ella y al Santísimo Sacramento agradece el haber conocido a Marcela, quien es hoy su esposa.
Hoy valora especialmente "los frutos de estar ante el Santísimo Sacramento; cuánto Él actúa ahí en silencio; si supiéramos lo que sucede ahí y lo que sucede en nosotros tan solo con ir a visitarlo… estaríamos de rodillas constantemente delante del Sagrario”, afirma.
(A partir del testimonio publicado originariamente por Ana Beatriz Becerra aquí en Portaluz.org)