La madrileña Milagros Martín ha contado su testimonio en www.eukmamie.org/es/television/webtv, acerca de su experiencia de años en la "nueva era", el reiki, la macrobiótica y la doctrina pseudocristiana y gnóstica de "Un Curso de Milagros", los daños que le produjo y cómo salió de esa espiral.

Milagros creció en una familia de tradición católica. Su madre y sus abuelos iban a misa y ella también, hasta los 13 años. Después, salvo por una experiencia ayudando a niños en Cáritas, cortó su relación con la Iglesia. Acudía a ella solo en eventos sociales y algunas fiestas locales. "En algunos momentos, acudía a rezar al Señor, en soledad, cuando nadie me veía. Quizá, había cierta vergüenza, delante de las amigas, para seguir relacionándome con la fe", recuerda.

Antes de los 30 años, ya se había hecho un hueco en su profesión como arquitecto técnico y no dependía para nada de su familia.


En 2004, cuando murió su abuela, empezó a reflexionar. "Era la primera vez que me encontraba con la muerte en mi vida, en alguien cercano. Y esto hizo que yo me planteara muchas cosas. Yo tenía un buen trabajo. Vivía, en ese momento, con el que era mi novio. No vivía de cara a la fe, no veía ningún problema, ni tampoco ningún pecado en ello. Y tenía un ritmo laboral bastante estresante. En ese momento, la construcción estaba en pleno auge. Yo era jefa de obra en una de las constructoras, bastante reconocida, de Madrid. El ritmo de trabajo era fuerte, estábamos en la obra a las ocho de la mañana y acabábamos hacia las nueve y media de la noche, y así, de lunes a viernes. Esto llevaba a una ansiedad, en algunos momentos, que me llevaba a decir: “Mi vida es puramente trabajo”.

"Había conseguido todo aquello que me habían dicho, que me daría la felicidad. A nivel de profesión, tampoco aspiraba a llegar mucho más alto. Pero yo sentía que la muerte de mi abuela me hacía plantearme la vida. ´Si esta vida, es un levantarme pronto, para ir a trabajar, para ganar un sueldo y tener una hipoteca, tener una casa, tener quince días de vacaciones en verano, para que cuando llegue a los ochenta y cinco años, se acabe mi vida y muera, no tiene sentido´. Aquello, me hizo plantearme, muy seriamente, qué estaba pasando, y entré en una crisis personal".

Había un vacío espiritual que la afectó psíquica y anímicamente.

"De repente, nada de lo que hacía tenía sentido. Me costaba levantarme por la mañana. Empecé a llegar tarde al trabajo. Había perdido ese entusiasmo que me llevaba a la ambición profesional y caí en una crisis de ansiedad, porque no sabía qué me estaba pasando. Era un sentimiento de vacío profundo, de pérdida de felicidad".

En ningún momento se le ocurrió pensar en acudir a la Iglesia o hablar con un sacerdote. "No entraba ni siquiera dentro de mis planteamientos. Tenía un desconocimiento total de ello y, por lo tanto, no estaba en mi registro de posibilidades".


Un familiar que había sufrido la muerte de una amiga le propuso algo que le había ayudado: el mundo del yoga. "Me ofrecieron ir a unos seminarios de relajación y de respiración, era una escuela hinduista. Se llamaba “The art of living”, fundada por un maestro hindú para temas de respiración consciente y para relajación mental. Y esa fue la primera puerta que yo empecé a abrir para buscar un poco de calma y de sosiego mental. Curiosamente, ese seminario coincidió con el día del atentado en Madrid [del 11 de marzo de 2004, con 193 muertos y más de 1.800 heridos, nota de ReL] y se suspendió. Estábamos en el seminario cuando llegó la noticia. No pudimos seguir. Pero, a la semana siguiente me ofrecieron ir a otro seminario. Había empezado a entrar en el laberinto de la nueva era".

"Este otro seminario venía de Estados Unidos, era de coaching grupal para el autoconocimiento. Y, este tipo de seminario, sí que me llevó a empezar a conocerme y a indagar en mí misma, con una mirada hacia el interior. Por eso se llama Inside, o sea, empezar a mirar hacia adentro, qué está pasando en el interior. Tienen técnicas muy interesantes, por eso es atractivo. Pero, el nivel de confusión es muy alto, porque buscan llegar al nivel emocional de la persona. Hay una exaltación emocional grande y tocan aspectos muy íntimos del inconsciente, de tu infancia, remueven cosas que, si no están bien gestionadas, pueden llevar a la persona a un gran desequilibrio".

En una sociedad individualista como la occidental, este tipo de seminarios "enganchan" con relaciones intensas.

"Se juega con un sentimiento de pertenencia muy fuerte, empiezas a tener relaciones a nivel emocional con personas que nunca has tenido, o que no es habitual tener. Eso crea a veces un sentimiento de cercanía y de complicidad con las personas con las que compartes esos aspectos de tu corazón y de tus vivencias. Te lleva a creer que perteneces a algún lugar, que tienes algún sentimiento de cercanía. También usan técnicas de pensamiento positivo, como que con tu mente podrás cambiar tu vida. Durante un tiempo, crees que funciona, luego, te das cuenta de que el castillo se cae y que aquello no se sostiene".


Después de un año y medio conviviendo con su novio, para dar un marco de estabilidad decidieron casarse y ella, por tradición, quiso hacerlo por la Iglesia.

"Tradicionalmente, se había hecho siempre así, luego, si yo me caso, me caso en la Iglesia católica, aunque no tenía fe. El que iba a ser mi marido, no tenía ninguna fe, mucho menos que yo".

Los preparativos de boda eran "casi de cuento de hadas, los que toda mujer sueña tener".

En esa época empezó a leer revistas "nueva era" como "Cuerpo y Mente" o libros como "El poder del ahora". Ella buscaba conocerse internamente.

La boda se aplazó debido a que tanto ella como él tuvieron dos accidentes con fractura, uno cada uno. Eso fue una fuente de estrés. Ella no sabía distinguir el estrés de la boda del estrés de su propio vacío interior.

"Después de celebrar la boda, me di cuenta de que yo seguía estando mal, como si uno levantase las alfombras y viese con mayor claridad todo lo que no estaba bien, todo lo que no estaba ordenado. Me era imposible volver a unirme a la persona con la que me había casado. Mi crisis era muy fuerte, y ya no tenía excusa, pues ya no había preparativos. Era como un gran silencio. Sentía como haber cerrado la maleta de mi vida. Cuatro meses después fui a hacer el segundo nivel de esos seminarios de “inside”. Y me puse delante de la gran mentira en la que yo estaba viviendo mi vida, una vida de hipocresía. Mi vida de cara a los demás, a lo que los demás puedan esperar de mí, pero, con una certeza y con una verdad interna, de escucha propia, para ver qué está pasando."

"Me tuve que separar de mi marido, no podía seguir manteniendo la unión con él. Y empecé con el mundo de la psicóloga. Necesitaba una psicóloga, porque esos seminarios de “inside” fueron como meterme en una centrifugadora. Desataron muchas cosas. Pero, me encontré desbordada emocionalmente, no podía colocarlo todo, habíamos tocado muchos aspectos de mi infancia, de mi vida y yo me sentía completamente desestructurada emocionalmente".

"Mi marido empezó a sentir que aquellos seminarios eran una secta, porque así están considerados en algunos lugares, por la desestructuración que, a veces, generan. Y es cierto, yo tuve que buscarme una psicóloga, para poder ir colocando, poco a poco, con una cierta delicadeza, todo lo que yo había visto. Es tremendamente peligroso meterte en el inconsciente de una persona, y querer sacarlo todo, con la rapidez con que ahí te lo sacan. Puedes, realmente, hundirte. Y, de hecho, hay personas que han tenido problemas serios de accidentes, o de situaciones difíciles, porque aquello no es para todo el mundo. No se puede entrar en el inconsciente de alguien de aquella forma tan brusca".

"Entré con psicólogos, que utilizaban técnicas de energías, que no son propias de la psicoterapia, pero que estaban dirigidas hacia ese mundo. Me dirigieron, enseguida, a una escuela de energía universal. También, usábamos el masaje metamórfico, como técnica complementaria a la psicoterapia. Es un laberinto y una espiral y no sabes dónde paras, aunque crees estar bien dirigido".


Otra entrada de Milagros en la "nueva era" fue a través del feng shui, una disciplina oriental que al principio puede parecer un estilo de diseño armónico de espacios (despachos, viviendas, jardines, decoración del hoghar, interiorismo) pero que enseguida se convierte en algo esotérico sobre gestión de "energías positivas o negativas" que "fluyen" por la casa.

Como arquitecto, a Milagros le cautivó el feng shui. "Todo está muy mezclado: lo esotérico, lo energético, lo psicológico, la búsqueda espiritual, lo trascendente, las terapias alternativas. Yo me metí mucho con el tema de la macrobiótica. Me interesaba mucho saber cómo a través de la alimentación yo podía sanar mi cuerpo. Por algún sitio, la ´nueva era´ siempre se mete, toca todos los aspectos del ser humano y, además, tiene parte de verdad, es muy difícil discernir dónde está la verdad y dónde la mentira".

Uno de sus peligros es aplazar la ciencia de verdad y sustituirla por técnicas dudosas. "Me diagnosticaron una enfermedad en los ovarios y, a través de la alimentación y la macrobiótica yo quería resolver este problema, pero al final, tuve que pasar por quirófano", explica Milagros.

Más aún: "En el tema de la alimentación, yo caí en orthorexia, que está diagnosticada como la adicción por la comida sana. O sea, que lo mío era patológico. No podía comerme un tomate, porque pensaba que creaba acidez en mi cuerpo. Ni siquiera podía comer ciertas cosas, como berenjenas. La macrobiótica es muy estricta. Puedes crear un patrón en tu mente, que te hace más mal que bien.

Hoy que Milagros es cristiana, resume el error de la "nueva era" en que vende la idea de que con técnicas y energías "podrás evitar la cruz en tu vida. Y esto no es verdad. La cruz va a estar en tu vida. Tú no puedes crearte un mundo ideal como te prometen esos seminarios de pensamiento positivo. No lo vas a conseguir, te vas a desgastar y te puedes volver literalmente loco".


En esta vorágine de "nueva era", el evangelio llegó a Milagros.

"Cayeron en mis manos unos evangelios de mi abuelo paterno. Empecé a indagar sobre los evangelios. Me interesaba mucho la palabra de Jesús. Cayó también en mis manos un librito, que se llama “Dios ante todo”, de San Juan de Dios. Y en ese tiempo la misma persona que me había llevado a los cursos de yoga, me dice: ´Milagros, siento que tienes que ir a hacer el camino de Santiago´."

Se animó a hacerlo sola durante 11 días en verano. Entró en una ermita para quitarse una piedrecita del pie, se descalzó. Y allí leyó un mensaje que decía: “El Maestro está aquí y te llama”.

"Aquello resonó mucho en mi interior. Era una llamada porque no hacía con mi vida lo que tendría que hacer, sentía dentro de mí algo que me estaba llamando a cambiar. Y yo no sabía lo que era. Estuve allí más de cuarenta minutos llorando, porque había un reconocimiento de aquello".

En aquel Camino de Santiago se mezclaron llamamientos de luz y de tinieblas. "Me encontré con personas, que no sé ni siquiera cómo definirlos. Eran personas con caminos oscuros. Me encontré con un alquimista, que trabajaba en el mundo de la alquimia y en el mundo del chamanismo. Me hablaron del camino pagano. Es el camino de Santiago que hacen algunos por temas ancestrales, como el tema de los druidas. Pero yo terminé el camino de Santiago con el sentimiento de que había una presencia que me acompañaba en mi vida, que me ayudaba cuando yo lo necesitaba. Fue el sentimiento muy fuerte de que era acompañada, de que era ayudada, de que era protegida".

Cuando llegó a Santiago, pensó que el sentido de su vida implicaba entrega, dar algo a los demás.


Pero en ese momento la invitaron a participar en un curso de Reiki, la disciplina de "new age" que promete hacer fluir "energía vital" que cura y sana a través de la imposición de manos. "Me parecía interesante poder sanar con las manos, despertar capacidades que podíamos tener dentro de nosotros y ayudar a otros, para curar con las manos. Yo no le veía ninguna malicia".

El primer curso de Reiki ya fue para Milagros "como una desestructuración absoluta a nivel psicológico. Fue abrir una puerta, que me llevó a un contacto con lo sobrenatural que me desequilibró absolutamente. Con lo sobrenatural malo. A través de la invocación a figuras geométricas y de entidades energéticas, te abren el canal. Te inician en la apertura de esa capacidad, al entrar en contacto con una entidad que llaman la energía Reiki. Lo sorprendente de todos estos caminos, que son tan atractivos, es que, de verdad, tú sientes que transmites energía y que está pasando algo dentro de ti. Y a la persona a la que se lo transmites, sientes que le está llegando. Nota un calor, una sanación y, entonces, ves que algo está sucediendo".

Hoy Milagros lo tiene claro: "Te dan figuras geométricas a las que tú estás invocando con palabras. Claro, yo hoy sé que son entidades que están funcionando del lado del Maligno. Evidentemente no tiene nada que ver con Dios".

"Yo empezaba a tener visiones. Empezaban a suceder cosas en mi casa muy difíciles de explicar. Cosas que te hacen cuestionarte que te estás volviendo literalmente loco. Sucede todo el efecto poltergeist [objetos que se mueven en casa]. Empiezas a tener visiones de entidades. Te preguntas: “¿Qué está pasando?”. Yo, ni siquiera, me atrevía a contárselo a nadie, porque crees que te estás volviendo loco".


"Me ofrecieron esos amigos de reiki irme a hacer un curso de chamanismo, porque está todo mezclado. La propuesta era ir a Navarra a una casa de retiro a una especie de limpieza energética. Te metes como en unas saunas y a través del calor te llevan a un estado alterado de conciencia".

"Conduciendo hacia allí, por el kilómetro 200, me entró un sueño tremendo y no podía seguir al volante. Vi un cartel que ponía ´Lerma´. Nunca había oído hablar de Lerma. A mí me sonó a ´duerma´, que era lo que yo sentía. Me desvíe y paré enfrente de unas rejas, de un monasterio grande que había allí. Yo me eché a dormir, eché el asiento para atrás. Después me bajé del coche y di una vuelta por el pueblo. Cuando yo me iba a ir en el coche, sentí un impulso a entrar en el convento porque las puertas estaban abiertas. Entré en la Iglesia que estaba abierta y no había nadie. Me puse de rodillas, porque yo empezaba a tener contacto con el Señor dentro de mí. Aunque no había descubierto a Cristo, yo le pedía ayuda, leía los evangelios y pedía su ayuda en ese momento: ¿Por qué he caído aquí? ¿Qué hago aquí? ¿Qué me está pasando?"

"Empezaron a salir todas las monjas, vestidas de blanco, como ángeles de Dios. Me llamó tanto la atención, porque además de la luz que había en la Iglesia, cuando las vi aparecer a todas, se pusieron a cantar. Yo le dije internamente a Dios: “Dame una señal, dime qué hago aquí". En ese instante, se levantó una monja, vino hacía a mí y me llamó. Me dijo: “Ven”. Luego, ella me dijo que estaba sintiendo una voz internamente que le decía: “Llámala”. A mí, me sorprendió su llamada".

"Nunca llegué a Navarra, nunca llegué a aquel curso de reiki, me quedé cinco días, creo. Me alojé fuera, en un sitio que se llamaba: "La posada de mi Señor". Me ofrecieron quedarme hablando con ellas, rezando con ellas. Era la primera vez que yo tenía una experiencia de oración en un convento. Hacíamos la liturgia de las horas. Me invitaban a hablar con ellas. Entrábamos en el locutorio y ellas, enseguida, se dieron cuenta de que estaba metida en el mundo de la nueva era. Me alertaron sobre los peligros de la nueva era".

"En aquel momento tiré cinco o seis libros: el I-Ching, el Tao Te King. Llevaba un "Curso de Milagros" conmigo, el Kybalión, por citar algunos de los que llevaba. El "Curso de Milagros" no fui capaz de tirarlo, se lo dejé allí, en la puerta del convento. Nunca supe qué pasó con aquel libro cuando lo solté. Había una atracción especial por aquel libro, quizá porque se llamaba como yo, "Milagros". Pero, en aquel momento, me deshice de todo aquello. Ellas me ofrecieron ir a la asamblea de la Renovación Carismática que se estaba celebrando ese fin de semana. Yo no fui. No fui, porque me costaba ser obediente. Y me costaba también saber hasta dónde llegar en la confianza. Me encontraba mal personalmente, muy cerca de tocar la locura".


Sin embargo, tras esta experiencia de acercamiento a la Iglesia, vinieron unos años de alejamiento. Primero, una operación de quirófano. Después, un año trabajando en Marruecos, a donde se llevó sus libros esotéricos.

Buscaba a Jesús en el Corán, y también en el libro esotérico "Un Curso de Milagros". Invitada en una casa musulmana en Marruecos vio una imagen de la Virgen María. Todo parecía compatible. Pero en los musulmanes Milagros veía "rigidez y tensión, que faltaba el Dios de Amor.

De vuelta a España, despedida de su empresa con una indemnización, en vez de buscar trabajo en arquitectura empezó a sustituir a una compañera como trabajadora en un centro de Reiki. Allí conoció a un maestro del "Curso de Milagros" que cuidaba un aspecto físico que le asemejase a Jesús. "Me llamó mucho la atención su aspecto, con el pelo largo y su rostro".

El Curso, aquel maestro y su grupo atraparon a Milagros durante cinco años.

La base del Curso de Milagros era gnóstica: lo corporal es ilusión, la mente tiene el verdadero poder, con tu mente puedes cerar la realidad, conocer a Dios, evitar el sufrimiento, lograr prosperidad...

El Curso de Milagros, como mil sectas antes que él, usa a Jesús. La autora de Curso de Milagros (Helen Schucman, murió en 1981) aseguraba que Jesús le dictaba sus enseñanzas, llenas de belleza y sabiduría, que oía su voz y las ponía por escrito. El Curso usa más de 50 citas de la Biblia, junto con mil explicaciones psicológicas y psicoterapéuticas para cualquier cosa. Habla del "autoconocimiento de nuestro propio ego, de la sombra dentro de nosotros, de la necesidad de bajar a la sombra, de una kénosis, un descendimiento..."

Milagros quedó enganchada. Y cuando le ofrecieron formarse para ser ella maestra de "Curso de Milagros", se sintió halagada. Con el tiempo, "vendí mi casa, me fui a vivir con ellos, dejé mi familia y se creó un vínculo muy fuerte. Siempre, creyendo seguir las enseñanzas de un curso de milagros, y con el interés de difundirlas".

"Pasé cinco años metida en esta secta pseudocristiana del Curso de Milagros, creyendo seguir a Jesús, creyendo ayudar a otras personas, difundiendo estas enseñanzas. Creamos una fraternidad, en la que yo vivía con ellos y, me costó cinco años darme cuenta de que era un engaño, que era mentira. ¿Cómo salí de allí? Cuando empecé a ver cosas muy extrañas en el maestro".


En cierto momento, Milagros invocó a la Virgen María.

"Ella siempre fue mi gran olvidada. Yo creía seguir a Cristo fuera de la Iglesia. Pero, me di cuenta de que, donde no está la Virgen María, el demonio se cuela con mucha facilidad. La Virgen siempre estuvo muy presente en mi familia: mi abuela había fallecido en el día del Pilar, mi padre nació el día de la Virgen del Pilar, tenía una tía que falleció el día de la Virgen de Fátima. Y, en ese momento, yo, una vez más, en el puente del Pilar, le pido ayuda a la Virgen. Iba a tener una conversación muy difícil con el que era mi maestro. El volvía de un viaje, de Colombia. Tenía relaciones abiertas. Había cosas que eran incompatibles con sus enseñanzas, difíciles de entender. Y yo le pido ayuda a la Virgen: Ayúdame, no sé lo que va a pasar en esta conversación. Tuvimos una conversación de más de cinco horas, rebatiéndonos principios. Él había sido mi psicoterapeuta durante cinco años y conocía perfectamente todos mis puntos y mis debilidades. Pero, yo, aquel día, sentí una fuerza que no venía de mí".

El maestro la expulsó del grupo y se disolvió aquella comunidad "new-age".


"Volví a casa en Navidad, como el hijo pródigo, totalmente abatida, enferma, estuve diez días en cama. Y hubo un momento en el que me encontré a mí misma rezando el Padre Nuestro, en la cama. Hacía mucho tiempo que yo no rezaba el Padre Nuestro. En Curso de Milagros tenían otra “oración” que sustituía al Padre Nuestro. Consciente de lo que hacía, me levanté, me puse de rodillas en mi habitación y le pedí ayuda a Jesús, porque siempre creí seguirle, siempre creí haber hecho todo esto por su amor, por seguirle a Él".

"Salí de mi habitación y fui a la cocina a coger un vaso de agua y, al pasar por el pasillo de casa, sonó el timbre de casa. Recuerdo que se me pararon los pies y sentí en mi corazón ´abre, hay algo para ti´. Pasó por allí mi padre, abrió la puerta y le dieron una octavilla que ponía: “Catequesis para jóvenes y adultos. Camino neocatecumenal”. Enseguida le dije: “Dámelo, es para mí”. Y, cuando vi: “Iglesia católica”, no me lo podía creer".

Por un lado, Dios parecía responder a su llamada. Por otro, en Curso de Milagros la habían adoctrinado contra la Iglesia Católica.

Milagros no fue a esa primera sesión de las catequesis neocatecumenales, pero su hermano, que también era un buscador espiritual, sí acudió. “Mira, Milagros, he estado en unas catequesis y no he hecho nada más que acordarme de ti”, le dijo su hermano por teléfono.

Milagros se animó a acudir a la segunda sesión, con cierta hostilidad, pero pensando también en buscar hacer compatible Curso de Milagros con lo que le explicaran allí. Fue un proceso duro, de más de dos meses, ayudada de las catequesis. 


El punto culminante llegó cuando, muy a disgusto y costándole mucho encontrar donde aparcar, acudió a una adoración en el Cerro de los Ángeles y allí se confesó, exponiendo su vida en 45 minutos y criticando a la gente de iglesia que conocía. El cura respondió: “Quizás tengas razón, quizás hayas encontrado personas que no son dignas de su vocación, pero, en vez de juzgarlas, podías rezar por ellas”.

"Aquello me desarmó porque me puse delante de todos mis juicios, de todos mis pecados, que yo proyectaba sobre la Iglesia católica. Entonces, me di cuenta de que la Iglesia es una casa de hermanos, que buscan su santidad, que no son perfectos, ni somos perfectos, pero, que la presencia de Dios está ahí. Y que vamos camino de querer convertirnos cada día. Yo, me di cuenta que al Señor no se le encuentra fuera de la Iglesia católica y que esto es una casa y, a veces, un hospital de pecadores".

A través de aquellas catequesis del Camino Neocatecumenal y con un amor renovado por la Eucaristía y la Virgen, Milagros encontró por fin la paz en la Iglesia.

"Quizás ahora no tengo esa felicidad humana que a veces uno anhela, porque en mi vida hay dificultades, hay luchas, no es fácil, pero, siento una alegría muy grande, un acompañamiento muy grande. Nunca pude caminar por los caminos de la cruz. Yo siempre huía de la cruz. Ha sido por lo que el demonio me ha atrapado siempre, porque no me atrevía afrontar la cruz. Y ahora Él me dice: “No importa el dolor, atraviésalo conmigo. No importa la cruz, no importa no ser comprendida, no importa. Estoy ahí contigo más que nunca”. Yo nunca quería mostrarme débil. Yo siempre quería estar fuerte. Pues ahora Dios me dice: “Te quiero débil, no pasa nada, abájate”. Me está enseñando tanto. ¿Dónde está mi felicidad? ¿Dónde le he encontrado? En la Eucaristía diaria. Cuántas veces negué su presencia y, hoy en día, es mi sostén, es mi fuerza, es una gracia enorme, para mí, ahora, la Eucaristía. Cristo está en la Eucaristía, Cristo nos levanta en la Eucaristía, Cristo está realmente presente en la Eucaristía. La Virgen María agarraba este rosario porque es el verdadero combate contra el Maligno. Me limpia mentalmente, me ordena, me dice cada día dónde no tenemos que estar y lo que hay que hacer. Y siento tanto amor por parte de ambos, acompañándome en este camino. Así que, le doy gloria y que se haga su obra. Que así sea".