El P. Jaime Garralda Barreto, nacido en El Escorial, Madrid, falleció ayer en Alcalá de Henares a los 96 años de edad. Dedicó toda su vida a lo que él consideraba “preferidos del Señor”: presos, enfermos de SIDA, drogadictos, sin techo, migrantes… Ante todo era un “enamorado del Evangelio” y si de algo le gustaba presumir y lo hacía era de su decisión de hacerse jesuita. Simpático, con un enorme sentido del humor que mantuvo hasta sus últimos días, de palabra sencilla, directa, Jaime Garralda era un gran seductor como persona. Atraía a las personas para su causa, la de los “preferidos del Señor”. Era miembro de la Compañía de Jesús desde hace 72 años y sacerdote desde hace 61.
Su adolescencia-juventud la vivió en plena guerra civil, donde estuvo en el frente. Y con 24 años ingresó en la Compañía de Jesús en Aranjuez (Madrid, 1945). Fue ordenado sacerdote el 13 de julio de 1956 y pronunció los últimos votos en la Compañía de Jesús tres años después. Siempre sintió una especial atracción por los marginados y siendo todavía estudiante de Teología en Granada puso en marcha diferentes proyectos para ofrecer una existencia más digna a las personas más necesitadas de las poblaciones de Albolote, Atarfe y Pinos Puente. Su estrecha relación con estas familias le hace valedor del título de "el padre de los gitanos". Trabajando con ellos es testigo de un terrible terremoto que en 1956 destruye el pueblo de Albolote.
Una vez terminados sus estudios universitarios y ya ordenado sacerdote se hace cargo del Hogar del Empleado en Madrid, entre los años 1957 y 1964. Esta plataforma de acogida prestaba asistencia a personas sin recursos. Allí centró su labor principalmente en los niños y adolescentes a los que quiso dar acceso a un futuro y a un oficio con el que salir adelante. Construyó, entre otras cosas, siete residencias con capacidad para 600 adolescentes, así como otros tantos institutos y escuelas donde los estudiantes cursaban titulaciones oficiales y practicaban todo tipo de actividades y deportes.
En el año 1964 es destinado a Centroamérica, donde puso en marcha una red de ayuda a los colectivos más necesitados cuya base de operaciones se situó en Panamá. Por su labor, el presidente de la República panameña le concedió la máxima condecoración nacional, la Orden de Amador Guerrero, en grado de Comendador.
Regresó a España en 1966 a Madrid donde continuó su labor social. Pide irse a vivir al Pozo del Tío Raimundo y se traslada a una chabola, junto a tres militantes del Hogar del Empleado. Allí viviría 16 años, junto a las familias y conociendo de primera mano los problemas y miserias de su día a día. Fue testigo directo del desempleo, las enfermedades, las drogas (por aquellos años la heroína mató a miles de jóvenes) y el alcoholismo que afectaba a aquella población. Desde ahí conoció a los presos, a los que dedicaría el resto de su vida.
En 1978, Jaime Garralda fundó la ONG entonces denominada "Horizontes Abiertos" (más tarde Fundación Horizontes Abiertos-Padre Garralda) que es concebida para ayudar a los presos a rehacer sus vidas al salir de la cárcel y que luego se dedicaría también a otros colectivos. En el mundo de la cárcel, en estrecha colaboración con la Dirección General de Instituciones Penitenciarias, consiguió algunos hitos históricos en España como la creación en las cárceles de módulos específicos para madres y niños menores de 3 años, para familias, módulos penitenciarios para estudiantes universitarios y centros terapéuticos donde los internos superan su dependencia de las drogas durante su internamiento. Su concepción de la cárcel era que “no debe ser para castigar”, sino que los centros penitenciarios “deben ser centros terapéuticos”. Consideraba que al preso “si le tratas con dureza, será cliente eterno”, si le tratas con cariño, se rehabilitará. “Es más barato curar que castigar” decía. Algunos de los testimonios de los presos a los que rehabilitó, así como pequeñas reflexiones propias, se pueden encontrar en su libro “Dios está en la cárcel” (DDB, 2008).
Las necesidades de otros colectivos de la sociedad llevaron a Jaime Garralda a desarrollar nuevos proyectos para enfermos de VIH/SIDA, personas sin techo, inmigrantes sin papeles y drogodependientes. Uno de sus últimos legados para con estos últimos fue el centro para rehabilitación de drogodependientes 'Padre Garralda' inaugurado en La Tablas (Madrid), en 2007. También es muy conocido por su labor de acompañamiento a las viudas, como consiliario nacional de la Federación de Asociaciones de Viudas durante muchos años.
Había recibido numerosos premios por su labor social, entre otros: Medalla de oro de la Orden de Cisneros (1956), Ingreso en la Orden de “Manuel Amador Guerrero” (Panamá, 1967), la Medalla al Mérito Penitenciario (1992), la Cruz de la Orden Civil de la Solidaridad Social (1999), la Cruz Blanca del Plan Nacional de Drogas (2000), Premio Fundación Gabarrón (2004), Medalla de Oro del Ayuntamiento de Madrid (2012), Galardón Alter Christus de pastoral social (2014), Premio Estatal al Voluntariado Social (2016)…
Para conocer más de cerca su visión de los presos y la cárcel, puede vez este breve vídeo.