Mickaël es un joven que creció en Francia en un hogar muy conflictivo y muy pobre. Eran tres hermanos. En su casa eran habituales “el acoso, la violencia física y verbal". Él era el mayor de los hermanos e intentaba mantener los lazos familiares entre ellos.
“No crecimos, como ustedes comprenderán, en ninguna fe, sino todo lo contrario”, explica en su testimonio en el canal católico francés KtoTv. Ni siquiera estaba bautizado.
Ruptura de pareja y un suicidio en la familia
Durante diez años cohabitó con una chica. Después, se casaron por lo civil, pero la relación con documentos duró solo 3 años más, hasta el divorcio.
Se encontraba confuso y dañado por esta ruptura, cuando su hermano pequeño, de 17 años, se suicidió. Fue, recuerda, "la prueba más dura".
El black-metal: oscuridad y rabia
Lleno de tristeza y de rabia se volcó en el mundo del rock black-metal y toda su subcultura pesimista y provocadora. Eso incluía flirtear, al menos estéticamente, con lo satánico y lo oculto, con todo lo que provocara e insultara a la cultura judeocristiana. Le gustaban todas las bandas musicales de mediados de los ochenta, y posteriores, que se mostraban groseras con la fe.
“En un momento dado, yo fui parte de una banda de black metal, totalmente contrario a la religión”, explica.
"O nos casamos por la Iglesia o nada"
Tiempo después conoció a una mujer que le gustó y se llamaba Stephanie. Después de expresar él sus sentimientos amorosos, supo que ella era creyente. No sólo eso: ella aceptó mantener un trato cercano, una relación, pero con un sólo objetivo: «Nos vamos a casar y será en la Iglesia o nada», dijo ella. Él, aunque se había prometido a sí mismo nunca más casarse, sólo pudo responderle que "sí".
Entonces llegó una oferta que cambiaría su vida: su hermano Sébastien los invitó a “participar en un curso Alpha”, recuerda Mickaël.
Mickaël y Sébastien se habían distanciado tras las experiencias de infancia y el suicidio del hermano. Mickaël no tenía ganas de acudir a este popular curso que explora la fe a través de cenas y charlas en grupos, pero era una forma de retomar el contacto con su hermano. Claro que iría -le dijo bromeando- siempre y cuando hubiera comida. Además, agregó en tono serio, “haré preguntas, preguntas duras”.
Curso Alpha: hacer preguntas y explorar
El Curso Alpha siempre insiste: "aquí puedes hacer preguntas con libertad". Y así fue. Perseveró en sus 10 sesiones semanales. No todas sus preguntas tenían respuestas, pero todas podían plantearse y explorarse. Estaba empezando a vislumbrar la posibilidad de explorar lo religioso.
“Abrí mi corazón, abrí mi mente y al final del viaje Alpha empecé a leer la Biblia y sentí la necesidad después de ir a misa. De hecho, fue mi esposa quien dijo: «¿Y si fuéramos a misa?» Yo respondí: «sí, vale, vamos» y al final de la misa pedí el bautismo. Como soy bromista, al principio ella no lo creía. Entonces me miró y le dije: «Sí, pedí el bautismo». Ella se puso a llorar porque entendió que era verdad…”
Hoy explica cómo ha cambiado su vida. “Todos somos pecadores y hay un trabajo que hacer todos los días. Yo era violento. Reproducía la violencia que experimenté cuando era joven. Fui violento físicamente y también con palabras. Ruego al Señor jamás volver a usar este modo de no-comunicación. Sé que siempre estoy acompañado por Cristo, sea yo bueno o malo… Y le pido a la Virgen, pero también a Cristo, que el amor llene el corazón de todos, sólo esto nos puede salvar".