El pasado domingo fallecía en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid Guillermo Gómez tras haber estado varias semanas en la UCI y ser uno de los primeros casos de coronavirus diagnosticados en España. Deja a su mujer Pilar y cinco hijos: Juan, Belén, Isa, Clara y el pequeño Guille de seis años.
Muchos conocieron la noticia de su fallecimiento cuando lo anunció la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que a través de Twitter escribía: “Acaba de fallecer mi primo Guille. Padre de 5 niños maravillosos, un marido ejemplar. Los que estáis contagiados, hayáis perdido a familiares o estéis desesperados por estar encerrados, sabed que no estáis solos”.
Una vida dedicada al Evangelio y a su familia
Sin embargo, otros muchos conocían a Guillermo y a su mujer Pilar por su vida entregada al Evangelio, a la familia y a la vida. Dedicaban una gran parte de su tiempo, pese a ser una familia numerosa, a las pastorales de su parroquia. Eran unos de los grandes colaboradores del sacerdote José Manuel Horcajo, párroco de San Ramón Nonato, en Puente de Vallecas, una de las iglesias más vivas de todo Madrid.
Este párroco explica a Religión en Libertad que Guillermo y Pilar han sido una parte fundamental en el funcionamiento de la parroquia, y por tanto, clave en el impresionante éxito que está teniendo: dirigían el COF parroquia, eran responsables de un grupo de matrimonios, apadrinaban a parejas con problemas, colaboraban en el comedor social, ella ayudaba en la Escuela de padres y él en las misas dominicales tocando el órgano, formando al coro y dando clases de guitarra.
Esta prueba de enfermedad y muerte la afrontó esta familia desde la fe, de la misma manera que habían vivido su vida, siempre poniendo a Jesús lo primero. Todo empezó cuando el día del cumpleaños de una de sus hijas se empezó a encontrar mal y a tener fiebre. Los síntomas no remitían y finalmente tuvo que ser ingresado. Al ser uno de los primeros casos de coronavirus en España todavía no había muchos datos. Y finalmente el 3 de marzo fue ingresado en la UCI, dio positivo por coronavirus y allí ha permanecido hasta su muerte el pasado domingo.
"Cristo está conmigo en la cruz"
Como en muchos de los casos que se van conociendo, lo más duro para Pilar fue no poder estar a su lado. Aún así, ella se agarró a Dios y explicaba a Aleteia: “Es muy duro pero a mí me está sosteniendo Cristo. Sentir que Él está conmigo en la cruz y yo con Él y que nos acompañamos, y saber que Guillermo está en sus manos es lo que me da fuerzas”.
En las semanas que Guillermo estaba en la UCI tanto Pilar como sus hijos vivieron volcados en la oración. “Rezamos cada día el Rosario y estamos haciendo una novena a San José que hemos terminado y recomendado. También pedimos por todos los que están en situaciones similares”, afirmaba Pilar en ese momento.
La aceptación de la muerte
Pero la fe que les hacía creer en la recuperación de su marido y su padre, también ayudó a esta familia a aceptar la inminente muerte que se acercaba. Así, la mujer de Guillermo explicaba igualmente que “hay días que he estado muy mal, pero ahora lo estoy viviendo con más paz, con aceptación. El vivirlo con aceptación te ayuda a vivir todo con menos desesperación, con el sufrimiento de no verle pero con la paz de que al final es la voluntad de Dios pase lo que pase”.
“Agradezco tantos mensajes de apoyo y oración. Esto a mí me da la vida. El saber que hay mucha gente rezando por él. Que al final si no se cura, es porque hay un bien mayor. Es algo muy duro, muy fuerte, pero también a la vez Dios te concede ver el amor de los demás, de cómo nos quiere. Y eso, es algo muy grande”, escribía también poco antes de la muerte de Guillermo.
Pocas personas conocen mejor a esta familia desde el punto de vista de la fe que el padre Horcajo, su párroco, y del que han sido fieles y grandes colaboradores. De hecho, Guillermo y Pilar acompañaron a este sacerdote a la I Edición de los Premios Religión en Libertad, donde salieron junto al párroco a recoger el galardón ‘Caridad en Acción’.
Guillermo, a la derecha de la imagen durante la entrega de los premios ReL, en la que fue reconocida la labor de la parroquia San Ramón Nonato. En el centro, el padre Horcajo.
"Dios tiene sus planes"
“Cuando el martes tres de marzo me llamó Pilar diciendo que Guillermo estaba en la UCI del Gregorio Marañón, salí pitando hacia allí por si llegaba a darle la unción de los enfermos. Llegué justito y no me dejaban pasar –era el primer caso de coronavirus de ese hospital- pero insistió Pilar y pude entrar –plastificado higiénicamente- y le ungí con el óleo de los enfermos antes de sedarle e intubarle”, recuerda José Manuel Horcajo.
Tras salir de la UCI, Pilar se puso a llorar emocionada. Este sacerdote afirma que “yo pensaba que saldría adelante; también ella. Nos dijeron que debíamos ir a una sala de espera especial, aislada, porque no tenían muy claro todavía el protocolo de actuación. En aquella hora y media de espera, hasta que pudo verle de nuevo, sedado, rezamos el rosario y hablamos de Dios, de su amor, de su bondad, en medio de aquella tragedia”.
De este modo, el padre Horcajo confiesa también que “hemos estado rezando mucho por su curación. Dios tiene sus planes, más altos y mejores que los nuestros. Desde la fiesta de san José, Pilar se quedó muy tranquila. Podía comulgar a diario en su casa y había hecho una novena a San José. Un amigo le había regalado aquel día una imagen de San José dormido, y se imaginó también a su marido durmiendo con él.
El domingo 22 de marzo, Pilar fue a despedirse de él a la UCI. Este sacerdote le mandó un audio con su bendición. “Yo rezaba de rodillas –señala él- frente a una imagen de la Sagrada Familia. A las tres de la tarde me mandó un mensaje: ‘Ya se ha ido con el Padre’”.
Un matrimonio todoterreno en una parroquia viva
Horcajo hace además para ReL un recorrido por la vida de este matrimonio y en él queda claro que Dios era junto a sus hijos lo más importante en la vida. Y así lo manifestaban con obras.
Ambos iniciaron su noviazgo en el Verbum Dei, a cuyo instituto han estado vinculados desde su juventud. "Guillermo y Pilar habían tomado una opción firme de dedicación a la familia, aunque causara una merma en los ingresos económicos y llevar una vida austera y sin posibles excesos”, cuenta el párroco. Tras un despido en una multinacional, Guillermo consiguió un puesto de profesor en un colegio salesiano. Ella, por su parte, se hizo monitora del método de fertilidad Creighton (Naprotecnología), respetuoso con la visión cristiana. Esto le permitió seguir con su apostolado familiar a la vez que cuidaba de su familia. Actualmente se dedica a atender a familias que desean tener hijos.
Horcajo recuerda que para esta familia “la parroquia ha sido siempre su casa”. Cada domingo llegan a las nueve y media de la mañana para las clases de guitarra, que impartía gratuitamente Guillermo, y el ensayo del coro familiar para la misa de once, la misa de familias. Guillermo enseñaba los rudimentos de los acordes y ensayaba nuevas canciones. Al terminar la misa de familias, él se quedaba a tocar el órgano en la misa de doce y de una. Pilar, mientras tanto atendía la escuela de padres. Al terminar regresaban a casa para comer.
“Al estar un barrio como el de Puente de Vallecas, han visto a diario muchas necesidades y colaboran con el comedor social. Pero de forma anónima se han hecho cargo de algunos problemas de familias del barrio. También, con delicadeza, han dado ayudas en momentos difíciles. Apadrinaban a parejas con graves problemas e incluso les tenían durante largas temporadas viviendo en su casa, donde ya quedaba poco espacio. Cuando se quedaron en paro y les dieron donativo, no lo cogieron para ellos, sino que lo dieron a una familia más necesitada”, revela este sacerdote.
Ayudar siempre a los matrimonios
Además, Guillermo y Pilar eran los responsables de un grupo de matrimonios de la parroquia que se reúne un domingo al mes. Animan a los matrimonios asistentes a cuidar su familia y dar testimonio de fe ante otras.
Por otro lado, el párroco de San Ramón Nonato afirma que “su labor más iluminadora es la dirección del Centro de Orientación Familiar (COF), donde se atienden a unas cien familias, en diversos proyectos formativos, sanadores, experienciales y comunitarios. La coordinación de los doce proyectos en marcha suponen un reto importante de su dedicación a la pastoral familiar. Guillermo y Pilar se empeñaban especialmente en la formación de los matrimonios para que fueran luz de las familias. Cursaron varias asignaturas del Máster de Familia del Pontificio Instituto Juan Pablo II para profundizar en la misión familiar. Han dado charlas, cursos, preparaban la convivencia de revisión matrimonial que se impartían una vez al mes. Por sus manos habrán pasado más de quinientos matrimonios”.
Por último, Horcajo cuenta que la opción radical por la familia se perfilaba en múltiples detalles: “la televisión está en su rincón y solo se pone para ciertos programas. El rosario diario antes de cenar, de forma participativa, con el pequeño Guille cogiendo las bolitas del rosario y gastando bromas. La misa diaria de los padres con los más mayores. Los cinco hijos son unos católicos convencidos y firmes en su fe con el deseo de evangelizar a sus compañeros. Hasta el pequeño Guille se ha inscrito en los monaguillos de la parroquia. Todos tienen dirección espiritual”.