En una de sus conocidas clasificaciones, Forbes sitúa a Beatrice Venezi entre los 100 italianos menores de 30 años que serán los “líderes del futuro”. Y además aparece de una forma destacada.
Venezi tiene apenas 28 años y es la directora de orquesta más joven de Italia, y además según los expertos la que tiene mayor proyección. En un ambiente laboral mayoritariamente masculino ella lejos de dejarse llevar reivindica la feminidad y en una sociedad en la que el feísmo gana cada vez más fuerza entre los jóvenes reivindica la belleza.
Las similitudes entre la Iglesia y una orquesta
La artista, que este pasado mes de septiembre dirigió en el prestigioso Suntory Hall de Tokio es una estrella precoz pero con las cosas muy claras, también con respecto a su fe católica, con un testimonio llamativo y muy representativo precisamente cuando en Roma se está celebrando el Sínodo centrado en los jóvenes.
¿Cómo logra una mujer tan joven que una orquesta entera llena de músicos veteranos y experimentados siga todos sus movimientos? “Quien quiera ser un verdadero director de orquesta debe mantener siempre el oído atento a las necesidades, sentimientos y sensibilidad de la orquesta. Pero, sobre todo, debe poder indicar sin dudar el camino que todos deben seguir”, afirma en una entrevista en el semanario Credere.
Casi sin querer hace un paralelo con la relación entre la Iglesia y los jóvenes. “Para nosotros los jóvenes, siempre en movimiento, y a veces un poco perdidos, la Iglesia es necesaria para indicar con confianza el camino. Sin un camino, no se llega a ningún destino. Jesús dice: ‘Yo soy el camino’. Debemos ser capaces de ver de esa manera. Y la Iglesia existe para indicarlo, al igual que un director de orquesta”, explica Beatrice Venezi.
La calidad y la esencia del mensaje cristiano
Para esta joven hace falta liderazgo, un camino claro, y también ofrecer un mensaje bello y de calidad, que no sea rebajado. Pone el ejemplo de la iniciativa en la que participó el pasado mes de julio en el Festival de Verano de Lucca. Allí dirigió en plena calle ante los viandantes, vecinos y jóvenes. Más de 5.000 personas escucharon las obras de Puccini. No era música sencilla y muchos ni siquiera conocían su melodía pero fue un éxito brutal con más de 15 minutos de aplausos ininterrumpidos.
Para Venezi, “esto significa que la calidad, si se ofrece con valentía y de manera correcta, impresiona e inspira. Como joven creyente espero que la Iglesia tenga el coraje de ser ella misma y de dirigirse a los jóvenes, pero también a todos los adultos, con una propuesta de alta calidad, sin bajar nunca el nivel de fe para trivializarlo”.
Lo mismo piensa para la liturgia o la música sagrada. “Para anhelar una dimensión que nos supera, debemos advertir que existe una distinción entre la vida terrenal y la vida espiritual. Para poder superarnos, necesitamos percibir el cielo y no sólo la tierra sobre la que estamos. Para aquellos que tienen fe, Dios es un ser especial, una belleza que va más allá de la cual estamos en camino”.
En un mundo laboral muy masculino, Beatrice reivindica la esencia de la mujer, aunque saliéndose del discurso del feminismo radical y de lo políticamente correcto. “Una mujer tiene una intuición especial, y la posibilidad de dar la vida, que es la noticia por excelencia del ser humano”.
La tradición frente al ritmo vertiginoso de la vida
Sin embargo, que la auténtica novedad es que “la gran renovación de la cual sentimos la necesidad, en un mundo donde todo cambia demasiado rápido, es la capacidad de restaurar la importancia de los valores de la tradición, que ya no son tan claros. Esto es válido en el ámbito musical, civil y también en la fe”.
Ella defiende el ancla de la tradición y los valores en un mundo tan cambiante. “La sociedad no nos permite ser demasiado estáticos, incluso trabajando tenemos que seguir moviéndonos y se nos pide cada vez más que sepamos cómo enfrentarnos a muchos desafíos al mismo tiempo. Incluso el cristiano, un hombre de este tiempo, no puede permanecer parado aunque quiera. Personalmente, dentro de mis viajes continuos, hay dimensiones esenciales que siempre me acompañan. Y la fe está entre estos ‘fieles’ compañeros de viaje”, reflexiona.
Concretamente, Beatrice confiesa que “cuando necesito reflexionar, volver a encontrarme, vuelvo a leer Camino, de San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. Habla de carácter y dirección, de vida interior y sobrenatural, de fe y también de alegría. Ahí encuentro mis raíces”.
Vivir cada momento como un acto de fe
Precisamente, sus raíces se remontan a cuando estudiaba en el Conservatorio de Milán y vivía en una residencia de estudiantes que fue creada por un grupo de maestros, padres y profesionales cristianos animados por el propio santo español. “Allí me encontré con esa Iglesia relacional que es tan importante en la vida de una persona joven, porque propusieron experiencias de formación espiritual, y sobre todo, porque ha sido para mí un lugar de relaciones auténticas que continúan en la actualidad”.
Esta joven directora tiene que claro que “podemos vivir cada momento de la vida como un acto de fe. Y el trabajo diario puede ser una forma importante de conocer a Dios y amar a los demás. Por lo tanto, la Iglesia, que ama a los jóvenes, debe ayudarnos a nunca olvidar que nuestra vida diaria, para vivir con autenticidad incluso en ritmos vertiginosos, es el primer lugar donde Dios viene a nuestro encuentro”.