El pasado miércoles 7 de mayo, el mismo día que el Papa predicaba sobre el amor esponsal en su catequesis pública, Francisco firmaba también un decreto reconociendo las virtudes heroicas de un matrimonio, el de los italianos Sergio y Domenica Bernardini, que vivieron juntos durante 52 años.
Ha habido otros matrimonios que han avanzado juntos, en un mismo proceso canónico, hacia los altares, como el beato matrimonio Quattrocchi, de Roma, o los padres de Santa Teresita e Lisieux, Luis y Celia Martin.
Pero lo específico de este matrimonio fue su historia de unión después de una etapa de pérdidas y dolor humano, y su apertura a la vida, entregando sus hijos a Dios.
Tuvieron 10 vástagos: seis serían monjas y dos dos frailes capuchinos, uno de ellos el arzobispo misionero Giuseppe Germano Bernardini de Izmir (Esmirna), en Turquía.
De las monjas, tres fueron misioneras en Asia y América Latina. El impulso misionero de esta familia llegó en 1963 a África, cuando adoptaron a un joven estudiante seminarista de Nigeria, Felix Alaba Job... que luego sería, de 1994 a 2013, arzobispo de Ibadan, en Nigeria, pastor de más de 400.000 católicos.
Domenica Bedonni nació en 1889 en una familia católica, educada "para asistir a la iglesia y hacer el bien", según explicó ella misma. A los 18 años Domenica pensó en hacerse monja en algún convento, pero nadie la apoyó en ese proceso de discernimiento.
Tuvo un primer prometido, que murió antes de que llegaran a casarse. En 1913 conoció a Sergio, que volvía de América, con 31 años y viudo. "Todo en él me inspiraba confianza, respeto y paz; era viudo, había sufrido mucho, pero también yo", explicó Domenica sobre aquellos años. "Oré a Dios e inmediatamente me decidí: ´Sí, Señor, si es tu voluntad´."
Él, Sergio Bernardini, había sido responsable de un molino en las italianas montañas de Sassoguidano. A los 25 años, en 1907, se casó con Emilia, su primera esposa, que le dio tres hijos. Vivió años muy felices, siempre agradecido a Dios. Después experimentó un periodo muy duro: en apenas cuatro años, de 1908 a 1912, murieron sus padres, su hermano, su esposa y los tres niños. Tenía 30 años, arrastraba el dolor de la muerte de 7 seres queridos y estaba solo... hasta que encontró a Domenica.
Pasó la prueba de la pérdida y la muerte de los que quería con las palabras del libro de Job: "Dios me lo dio, Dios me lo quitó, bendita sea su voluntad". Viajó a Estados Unidos para buscar la forma de pagar sus muchas deudas por las enfermedades que había tenido que pagar. Pero volvió del país porque, recordó luego, le pareció peligroso para su fe. De vuelta a Italia, su párroco le propuso el camino del sacerdocio. Pero conoció entonces a Domenica, que tenía 25 años y sabía lo que era perder un ser amado.
Se casaron el 20 de mayo de 1914. Desde el primer momento querían tener muchos hijos que presentaban al Señor.
Pensaban y decían ya entonces que una familia era como una página del Evangelio escrita con vidas, a la vista de la gente.
Vivieron juntos 52 años. Él murió en 1966; ella se le unió en la otra vida en 1971.
Más información sobre ellos en www.coniugibernardini.it