Podría ser el primer beato del mundo “de americana y corbata”. Y si lo dice el Papa, habrá que creerlo. “Estoy llevando adelante la causa de beatificación de un rico empresario argentino, Enrique Shaw, que era rico, pero era santo”, declaró el Pontífice en una reciente entrevista para la emisora mexicana Televisa.
“Una persona puede tener dinero”, afirmó Francisco para explicar que su frecuente condena al “dios dinero” no es una acusación contra los ricos en cuanto tales.
“Dios le da el dinero para que lo administre bien. Y este hombre lo administraba bien. No con paternalismo, sino haciendo crecer a los que necesitaban su ayuda”.
Las palabras del Papa sobre Shaw pasaron casi inadvertidas en los medios europeos, pero tuvieron mucho eco en la Argentina. “Para nosotros es una gran alegría que el Papa lo haya mencionado”, confirma a Tierras de América el postulador Juan Navarro Floria.
“Conoce perfectamente la situación; fue él quien solicitó en Roma que se abriera la causa cuando todavía era Arzobispo de Buenos Aires”, refiere Navarro Floria, abogado y profesor de Derecho Canónico. “Comenzó aquí la causa como Arzobispo y la recibió en Roma como Papa. “Es hermoso que la sienta como propia”.
Enrique Shaw podría resultar el primer empresario del mundo en ser declarado beato. Hay buenas razones. La biografía de este argentino lo muestra profundamente comprometido en la defensa de los derechos de los obreros y en el difícil intento de conjugar empresa y valores cristianos. Es una figura muy moderna, comenta Navarro Floria. “Un laico, padre de familia numerosa, dirigente de la sociedad civil comprometido en la Iglesia de su tiempo. En fin, un contemporáneo nuestro, cuando por lo general los santos pertenecen a otras épocas, incluso desde el punto de vista iconográfico”.
Shaw pertenecía a una familia adinerada de Buenos Aires; tras un breve paréntesis en la Marina (“fue uno de los primeros oficiales en dar la comunión a los soldados, cuando la práctica era mal vista en el Ejército Argentino”, recuerda Navarro Floria), decidió dedicarse a los negocios, al terminar la Segunda Guerra Mundial.
En 1952 fundó, junto con otros empresarios, la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), que todavía está plenamente activa y forma parte de UNIAPAC, la Unión Mundial de Empresarios Católicos, cuyo actual presidente es otro argentino.
También fue uno de los fundadores de la Universidad Católica Argentina, Presidente de la Acción Católica de su país y fundador del Movimiento Familiar Cristiano.
Pero su fe también le causó problemas. En 1955, durante la etapa final del primer gobierno de Perón, Shaw fue una de las personas encarceladas tras la ola de violencia que se desencadenó en Argentina contra personalidades católicas, religiosos y laicos, y durante la cual incendiaron varias iglesias y la Curia de Buenos Aires. “Fue un momento dramático, porque nadie podía saber qué iba a ocurrir”, explica Navarro Floria. Pero aún en esas circunstancias Shaw dio muestras de altruismo. “Recogiendo el material para la causa de canonización encontramos testimonios muy hermosos. Por ejemplo, la gente contaba que Shaw regalaba a sus compañeros de celda los colchones que su familia le llevaba para que estuviera más cómodo. Lo mismo hacía con la comida; se ocupaba de sus compañeros de cárcel”.
Shaw fue un trabajador incansable que “en la Cristalería Rigolleau, de la que era administrador delegado, creó –toda una innovación para su época- un fondo de pensión y una mutual para garantizar servicios médicos, subsidios por enfermedad y préstamos para urgencias en casos de casamiento, nacimiento o muerte, al servicio de sus 3.400 obreros.
Un empresario que siempre fue coherente con los valores en los que creía, incluso cuando tenía que afrontar las duras leyes del mercado, tema muy sensible para el Papa Francisco. Por ejemplo en 1961, cuando la empresa que Shaw dirigía fue vendida a capitales estadounidenses y debido a la crisis los socios extranjeros decidieron despedir 1.200 personas. Shaw, ya enfermo del tumor que le costó la vida un año después, a los 41 años, “se opuso –aunque sabía que era la decisión económicamente más racional- diciendo que en ese caso, él renunciaría”, explica Navarro Floria.
“Luego ideó un plan para conservar todo el personal, destinando algunos obreros a otras tareas hasta que se hubiera superado la crisis. En esa oportunidad viajó incluso a los Estados Unidos para encarar a los accionistas y convencerlos de que no despidieran a los empleados. Siempre privilegió ese aspecto”, afirma el postulador argentino.
El perfil empresario de Shaw llevó a dos historiadores españoles, Gustavo Villapalos y Enrique San Miguel a compararlo, en el libro “El Evangelio de los audaces” (LibrosLibres), con otros católicos que se distinguieron en el siglo XX por su compromiso social y político, personajes del calibre de Konrad Adenauer, Robert Kennedy y Aldo Moro.
Shaw empresario y Shaw estudioso de la Doctrina Social de la Iglesia y de la Teología francesa. “Fue un precursor del espíritu del Concilio”, sintetiza Navarro Floria. Expuso sus ideas en congresos, conferencias, publicaciones y escritos.
Una herencia monumental. “Uno de los trabajos más difíciles de la causa de canonización fue reunir todos los escritos de Shaw, que fueron enviados a Roma en 2013 y aprobados por la Congregación para la Causa de los Santos en enero de 2015. Para nosotros fue una gran alegría que el Papa se haya referido a él –observa Navarro Floria- porque es una causa que siente como propia, él la inició en 2005, cuando era arzobispo de Buenos Aires y la recibió después en Roma como Papa”.
Todavía falta designar el relator para la positio, en la que está trabajando la postuladora en Roma, Silvina Correale, aclara Navarro Floria. Es el primer paso para que Shaw sea declarado “venerable”. A partir de ese momento habrá que esperar el milagro. Existen testimonios de gracias recibidas, admite el postulador, dando prueba de cautela, “pero hay que estar seguros; aquí entramos en un campo que ya no depende de la voluntad humana...”.
Un empresario con 3.000 trabajadores, padre de nueve hijos y encarcelado por Perón, futuro santo