Al menos el próximo 23 de mayo y las semanas previas a la beatificación de monseñor Óscar Arnulfo Romero Galdámez, por decisión de las principales maras que operan en El Salvador, podría haber algunas jornadas de paz.
Las maras lo han ofrecido así al gobierno salvadoreño, pidiéndole, a cambio, que cese la acción de las fuerzas del orden en lo que estos grupos, con amplias ramificaciones en Centro y Norteamérica, califican como "represión" en su contra.
Además, dicen, aceptan un plan de reducción de sus operaciones criminales y un período de reinserción y rehabilitación, mientras se establece el diálogo para que en El Salvador "haya menos violencia!.
En un comunicado -del cual no se tiene todavía certeza de autenticidad-- las maras dicen que se trata de "el regalo que en su beatificación le queremos hacer a Monseñor Romero: Nuestro arrepentimiento y solicitud de perdón a la sociedad por todo el daño causado".
El texto representaría la opinión de pandillas como Mara Salvatrucha (MS 13), Pandilla de Barrio 18, Mao Mao y Mirada Locos 13, las que los especialistas nombran la cuatro maras más importantes de El Salvador.
En ese sentido, y como muestra de su "compromiso" y "buena voluntad", las maras proponen cesar "desde ya todo tipo de ataques". A cambio de ello le piden al gobierno salvadoreño "que paren los abusos de autoridad y las acciones de exterminio que en su mayor parte están siendo presentadas como riñas entre pandillas".
En su comunicado las pandillas anunciaron "que desde ya estamos girando instrucciones de acuartelamiento a nuestras unidades, de almacenamiento de hierros y pertrechos y que todos, tanto adentro de las prisiones como fuera de ellas, se concentren en el estudio y la discusión de los 13 puntos que se nos han propuesto (se trata de la propuesta de Raúl Mijango, la cual manifiesta el establecimiento de dos mesas de diálogo, una en la que se establezcan las pandillas y la otra el gobierno salvadoreño con la sociedad civil.).
Según estos grupos se trata "de lograr consensos que permitan responder satisfactoriamente a lo que la sociedad espera de nosotros: menos homicidios, menos extorsiones; en definitiva: menos violencia".
Para estas pandillas de jóvenes y adultos, que han hecho de la violencia y del enfrentamiento su modus vivendi, las fuerzas que los combaten disfrazan las ejecuciones como peleas entre grupos "cuando en realidad lo que sucede es que de sus casas sacan a nuestros miembros y luego los asesinan, simulan enfrentamientos y colocan armas a los muertos para justificar las masacres".
En este sentido, los portavoces de estas organizaciones delictivas solicitaron n apoyo con un plan para rehabilitar y reinsertar pandilleros en la sociedad. Aunque las autoridades no se pronunciaron al respecto, el gobierno de El Salvado mostró una posición firme en el combate a la delincuencia.
La declaración de las maras no ha generado alegría entre los salvadoreños, ya que aún no está claro que la declaración sea más que una estratagema cínica. Igualmente importante es que el pueblo salvadoreño está cansado de esfuerzos para rehabilitar a los pandilleros, prefiriendo que las autoridades tomen una línea dura ante el crimen.