Nacido en Puerto Ordaz (Venezuela), Rafael Eladio Núñez recuerda que aunque en su familia eran "católicos tibios y no muy practicantes", tanto él como sus hermanos siempre tuvieron un deseo de vivir la fe. Especialmente su hermano mayor, que impactado por una película de San Francisco de Asis, Hermano Sol, Hermano Luna, decidió hacerse monje capuchino en Europa.
Pero antes de lograrlo, Rafael recuerda en El Rosario de las 11 cómo su hermano "cayó en manos de monjes hinduistas" a los 17 años, pasando profesar esta doctrina y a transmitirla en su familia de regreso a Venezuela junto a los monjes con atuendos teñidos de color azafrán.
Rafael tenía siete años cuando, siguiendo a su hermano, pasó a integrar en su vida la meditación o el veganismo durante los siguientes 10 años, sin llegarlo a ver como una religión, sino como "un estilo de vida".
A esto le siguió la práctica de artes marciales y un camino que le llevó a profesar el budismo durante años.
En un oceano de nihilismo budista
A Rafael siempre le gustó "indagar hasta el final" en lo que investigaba y el budismo no fue una excepción. Asistió a multitud de cursos internacionales en Alemania y especialmente en España, pero "siempre sentía que faltaba algo" más.
"En Estas filosofías orientales todo está enfocado a la mente. Tiene cualidades cristianas, como la compasión, pero no se enfocaban en la caridad, en ayudar al que tienes al lado o al prójimo en hospitales u orfanatos, lo que me gustaba desde pequeño al hacerlo mi padre", explica.
La introspección insana que Rafael comenzaba a vislumbrar como algo insano del budismo llegó al extremo cuando fue consciente de que, en esta cosmovisión, "todo era mental, se deseaba la felicidad a todos pero solo en la mente, [se decía que] todo era una ilusión, un nihilismo en el que prácticamente ni el hombre existe". "No hablaban de Dios, del maligno ni del alma y decían que si había algo completamente malo se autodestruía", relata.
Una de sus últimas experiencias en el budismo fue la visita al Tibet, de la que salió "decepcionado" mientras se distanciaba de esta doctrina y continuaba una boyante carrera empresarial en Alemania.
"Ahorcado" por un "ataque del mal"
Fue precisamente en este país, durante una reunión de trabajo, donde experimentó por primera vez la realidad espiritual, que más tarde describiría como una batalla entre el bien y el mal.
"Bajo estos conceptos yo vivía relajado hasta que en una reunión de negocios sentí como un ataque espiritual, del mal, como si me ahorcasen En mi ignorancia pensé que era algo físico, pero al indagar conocí personas que me llevaron a inmiscuirme en el mundo de los ángeles", relató en una conferencia pronunciada en el santuario mexicano de la Virgen de Desatanudos junto al padre Espinosa de los Monteros y Trixia Valle.
Aunque en un primer momento achacó la experiencia "a un episodio de estrés", pronto se sintió movido a investigar la oración y el mundo angélico visto por el catolicismo a través de sus primeros contactos con sacerdotes de la Renovación Carismática.
Tras conocer algunas ceremonias de sanación y descansos en el espíritu, Rafael se convencía más de que "estaba viendo" con sus propios ojos aquello de lo que siempre había sido escéptico.
Evangelizando a miles a través de los ángeles
Sus primeros pasos en la investigación del mundo angélico no estuvieron exentos de peligro. Con una formación espiritual que se limitaba en gran medida a las prácticas orientales, llegó incluso a estudiar sin saberlo a ángeles no católicos, "de la nueva era", pero pronto algunos conocidos católicos, amigos y religiosas le orientaron en su investigación. "Estudia los arcángeles y el Ángel de la Guarda", le recomendaron.
Rafael creó una página de Facebook para compartir lo que aprendía, Sanando con los Ángeles, y que hoy se ha convertido en un foro con miles de seguidores y publicaciones que comparten su devoción por los espíritus celestiales. También estudió la vida de los santos con especial devoción por sus ángeles custodios como el Padre Pío o San Gregorio.
Entonces sintió internamente la inspiración para comenzar un grupo de oración por intenciones ajenas, igualmente virtual, que llegó a tener 100.000 seguidores e interesados que pedían su oración. Pronto lo pasó a Ínstagram, aprovechándose de la oportunidad de realizar "directos de oración" que alcanzaban las 1.500 personas y numerosos sacerdotes que lo apoyaban con su oración.
A través de estos primeros apostolados digitales, Núñez escribió La luz de los ángeles. Guía de sanación, una amalgama de oraciones y devocionales y de su propia conversión con más de 2.500 ejemplares vendidos hasta la fecha, que presentó en España o en México.
Exitoso empresario e influencer: "No todo está perdido"
Desde entonces, el venezolano se dedica por entero a compaginar su vida como empresario con su vocación evangelizadora y caritativa.
Actualmente dirige varias páginas de evangelización en redes sociales, albergando en su cuenta personal de Instagram -y evangelizando- a más de 920.000 seguidores, forma parte del equipo de la App de oración Hallow y ha desarrollado su faceta empresarial al margen de los negocios para desarrollar proyectos de protección de menores como FundaSitio y Jovenseguro.
"Hay que hablar de Dios. Del mal. De cómo protegerse con la oración. Del Ángel de la Guarda. No creo que todo esté perdido. Tenemos que seguir batallando con eventos, con las buenas acciones y la fe, sabiendo que tenemos herramientas bellas para protegernos”, afirma.
Conoce más testimonios como este en el canal de El Rosario de las 11.
Puedes conseguir aquí "La luz de los ángeles. Guía de sanación", de Rafael Núñez.