Joseph Fadelle es una de las muchas grandes voces de cristianos perseguidos que resuenan en el I Congreso Internacional sobre Libertad Religiosa Todos Somos Nazarenos #WeAreN2015, que se celebra en Madrid, organizado por MasLibres.org con el patrocinio de HazteOir y CitizenGO, desde este viernes 17 y hasta el domingo 19.

Nació en Irak en 1964, de nombre Muhamed Fadel-Ali, en el seno de una influyente y acomodada familia musulmana; gracias a la influencia de su padre logró hacer el servicio militar en Basora en 1987, lejos del frente de combate contra Irán.

Sin embargo, en este destino libraría otra guerra, esta vez interior, tras conocer al soldado cristiano Masud. De sus conversaciones con él, se despertó Fadelle un ardiente deseo de conocer a Cristo.

Vivió su conversión en secreto durante meses, hasta que su esposa Anuar, con la que se había casado por exigencia de su familia, lo descubrió y le apoyó en su decisión.

Sin embargo, su familia emprendió contra él el camino de la venganza y la muerte: por convertirse al cristianismo, se vio obligado a huir de su país con su mujer y dos hijos debido a una fatwa emitida contra él.

A instancias de su padre, fue torturado y encarcelado por el régimen de Saddam Hussein durante meses para que regresara al Islam. Luego fue liberado, pero bajo arresto domiciliario.

Tuvo que esperar mucho antes de ser bautizado, pues las autoridades católicas temían violar una ley iraquí que prohíbe las conversiones.

Una vez huyó del país hacia Jordania, escapó milagrosamente a un intento de asesinato organizado por su propio hermano, que le dejó tendido en la cuneta y en el que le dieron por muerto.

También fue falsamente acusado por un musulmán perteneciente a la UNHCR (Alto Comisionado de la ONU para los refugiados), quien le denunció ante las autoridades occidentales de complicidad en el ataque con gases contra los kurdos, que dejó 5.000 muertos.

Fadelle vive en Francia desde 2001 y ha obtenido ya la nacionalidad gala. Su autobiografía, El precio a pagar, publicada en 2010, vendió 50.000 copias en solo un año.

En ella, describe su conversión, y se refiere a Mahoma como un estratega político, no un hombre religioso, y al Islam como una prisión de la que su conversión lo liberó. Fadelle lleva escolta por estar amenazado de muerte.

-El Señor estaba presente conmigo en todo momento, en la prisión, en el exilio, en los atentados. El Señor ha puesto en mi camino a cristianos que me han socorrido a lo largo de todo mi calvario y mi exilio.

»El clero era el que no atendía en absoluto mis súplicas, pero los fieles cristianos me acogieron enseguida en sus grupos de evangelización y me encomendaron en sus oraciones. Por el contrario, ni en mi familia ni en mi entorno musulmán, me tendieron una mano.

»De hecho, es imposible que un musulmán ayude a otro, desertor, que se ha convertido al cristianismo: tienen la obligación de verter la sangre de quien deserte del islam. Hay un versículo coránico y un hadith (enseñanzas transmitidas no escritas en el Corán) en los que Mahoma ordena matar a todo musulmán que abandone el islam y cambie de religión. Así las cosas, un musulmán podrá ayudar a un convertido como yo, sólo en el supuesto de que reflexione, tome perspectiva respecto del islam y actúe según su conciencia humana.

»En el islam, el hombre no puede seguir el impulso natural de su humanidad que lo llevaría a socorrer al convertido. Ése es el motivo por el cual mi propia familia intentará, por todos los medios, acabar conmigo, que soy su hijo. Es el Corán el que dicta su comportamiento y el que asfixia en ellos todo afecto y vínculo paternal y fraternal.


-La lectura del Evangelio me lleva a descubrir la persona de Cristo: un encuentro verdadero con Él; el nacimiento en mí del amor por su persona; un amor que invade todo mi ser y que ya no cesará jamás de crecer en mí. Cristo se convierte en mi pasión al más alto exponente. Las palabras no bastan para describir mi amor por el Señor.

-Para empezar, mi familia observó un cambio radical en mi manera de ser. Al intrigarles mi cambio, me vigilaron y registraron mi biblioteca, donde encontraron la Biblia: el Antiguo y el Nuevo testamento. Mi padre fue también a preguntar a mi hijo de cuatro años y a indagar a dónde iba él con sus padres. El niño le contestó santiguándose con toda destreza. Esto fue para mi padre la señal inequívoca de mi conversión, de nuestro frecuentar la iglesia en familia.

-Al principio pensaba que era fácil seguir a Cristo y abrazar la fe cristiana, pero, al mismo tiempo, la persecución no sería una sorpresa, pues, precisamente Cristo me había prevenido bien en el Evangelio de que, por causa de Él, sería perseguido, torturado por los míos. Así que no me extrañaba padecer tantos sufrimientos.

-Con el Islam no es posible el diálogo en el marco del respeto y la tolerancia, puesto que ordena matar a los no creyentes y, por tanto, a los no musulmanes. El Corán es palabra de Dios, así que matar al no creyente es una orden de Dios. ¿Cómo no va uno a obedecer a Dios?

»Pero dialogar con los musulmanes sí es posible. Yo invito a distinguir entre el islam y los musulmanes. El Islam es malo y peligroso, pero los musulmanes son nuestros hermanos en Cristo y somos responsables de ellos, de su salvación. Tenemos que amarlos, que acogerlos con respeto. Debemos transmitirles la luz de Cristo que está en nosotros.

-El Islam considera que el Occidente es impío; los occidentales no musulmanes son impíos. El Islam puede conquistar el Occidente por «el vientre de sus mujeres».


-Me lo esperaba. No me sorprendió en absoluto. Sabía que aquél que insulta a Mahoma resulta tarde o temprano asesinado por los musulmanes. Hay un hadith que dice claramente que el que blasfeme contra Dios puede arrepentirse y ser perdonado, pero aquél que insulte y se burle de Mahoma no será jamás perdonado y será reo de muerte. Lo de Charlie Hebdo fue una evidencia que terminó por tomar cuerpo.

-Estos jóvenes musulmanes quieren gustar a Dios y seguir sus mandamientos, recogidos en el Corán, que es considerado palabra de Dios. Ahora bien, en el Corán, Dios manda matar a los no musulmanes, los politeístas. Hay muchos versículos que ordenan matar. Por ejemplo, el nº5 de la sura 9. Eso es lo que empuja a las atrocidades de la guerra yihadista a los jóvenes musulmanes: aplican el Corán y siguen los mandamientos de Dios.

-Allá donde la autoridad flaquea y desaparece, se desarrolla el islam llevando a los musulmanes fervientes a aplicar los versículos coránicos y, por tanto, a matar. Hay un único islam, puesto que hay un único Corán.


-El porvenir de Irak, como el de todo país musulmán, es sombrío. El Islam combate el desarrollo de todos estos países. El desarrollo es una amenaza para el Islam. El desarrollo, sobre todo a través de la herramienta que es internet, permite a los musulmanes acceder al conocimiento del Corán, descubrir la verdad histórica del islam, reflexionar y debatir en torno al Corán. El Islam se defiende combatiendo el desarrollo y manteniendo a toda costa al mundo musulmán en la oscuridad y la ignorancia. Internet contribuirá al hundimiento del Islam. Lo peor está ante nuestros ojos. ¿Cómo no reflexionar sobre el asesinato del piloto jordano quemado vivo, sobre la base de los versículos coránicos? Quemado vivo por haberles atacado bombardeando al Daesh.

-El Islam se equivoca de principio a fin. El Corán es incoherente y está lleno de errores de todo tipo. Si uno lo estudia, no puede admitir que sea palabra de Dios. ¿Cómo puede Dios ordenar matar? Yo remito a todos los musulmanes al versículo 5 de la sura 9 y les pido que reflexionen con toda honestidad y libertad: ¿es Dios el que habla en el Corán? ¿Es verdaderamente el Corán palabra de Dios con todas las incoherencias y la criminalidad que alberga?

-La opción laica adoptada por Occidente le coloca aún más en el punto de mira del Islam. Un laico para el Islam es un impío peor que un creyente de cualquier religión. El Islam ordena matar al impío.


-Cada día pido al Señor que me tome en su morada. Soy consciente del peligro de la fatwa que pesa sobre mi cabeza y que, en cualquier momento, un musulmán podría matarme. Morir por el Señor es un honor para mí; el martirio es una gracia que espero saber merecer.


-Sí, he conseguido perdonarla. Hoy soy muy feliz de quererles y de luchar por su conversión. Quiero a todos los musulmanes y rezo por ellos, por su salvación. El perdón ha sido para mí un camino largo y arduo. No he conseguido perdonar más que gracias a la oración, muchas oraciones. He rogado mucho al Señor y he pedido a mis amigos cristianos, a sacerdotes que rezaran por mí, para que llegara a perdonar. Sin la continua oración no habría nunca logrado perdonar. El perdón es lo más difícil que me ha pedido el Señor.