Empiezan a darse pasos para incentivar el proceso de canonización del padre Thomas Byles, inglés, uno de los tres curas católicos que murieron en el hundimiento del trasatlántico Titanic.
Los testimonios recogen que el padre Byles rechazó al menos en dos ocasiones ocupar un asiento en los botes salvavidas y los entregó a otras personas.
Se quedó en el Titanic para acompañar a los pasajeros sin bote, confesarlos y dirigirles en sus oraciones finales. Murieron 1.500 personas en ese famoso hundimiento del 15 de abril de 1912, por escasez de botes salvavidas y mala organización en la recogida de náufragos.
Ya en su momento el Papa Pío X alabó la entrega final de este sacerdote.
Entre quienes más potencian su figura y fama de santidad están los miembros de la que fuera su parroquia los ocho años anteriores a la tragedia, la parroquia de Saint Helen en Chipping Ongar, Essex.
Su párroco actual, el padre Graham Smith, pide a los feligreses y al público en general que informen de gracias obtenidas por la intercesión del padre Byles.
"Esperamos que la gente de todo el mundo le rece en sus necesidades y si ocurre un milagro el proceso de beatificación podrá avanzar", explica a la BBC.
Byles nació en una familia protestante "no conformista", es decir, de una congregación no anglicana, sin liturgia ni sacramentos. Su padre, de hecho, era pastor. Sin embargo, en el colegio, antes de los 19 años, se convenció de que los sacramentos eran necesarios para la vida espiritual, algo instaurado por Cristo.
Empezó a dar pasos para ser clérigo anglicano, pero investigando y leyendo a los Padres de la Iglesia llegó al convencimiento enseguida de que la Iglesia que Cristo fundó es la católica. También su hermano William se hizo católico.
Entró en la Iglesia Católica en 1894 con 24 años, cuando el padre jesuita Joseph Martin le bautizó "bajo condición", es decir, ante la duda de que el bautizo que había recibido de niño en su congregación protestante no cumpliera todos los requisitos necesarios.
El padre Thomas Byles en una foto formal
En cuanto acabó sus estudios en Oxford, lo primero que hizo fue un retiro con los jesuitas en Cataluña (dirigido por jesuitas ingleses), en la Cueva de San Ignacio en Manresa. Allí se consolidó su fe católica y su llamado al sacerdocio.
En el Titanic celebraba la Eucaristía con los pasajeros de segunda y tercera clase, en su mayoría emigrantes pobres de origen irlandés.
La misma mañana de la tragedia celebró misa y en su homilía habló de que los sacramentos, que le habían llevado a la fe católica, era como botes salvavidas espirituales ante el peligro de naufragar en la tentación.
Poco podía imaginar él que sería su última homilía y que entregaría su sitio en botes salvavidas físicos para salvar a otros pasajeros, y acompañaría en la muerte, también con la suya propia, a una multitud esa noche. Tenía 42 años.
Una web que explica (en inglés) su itinerario espiritual, sus virtudes y su vida es www.fatherbyles.com .