Una perspectiva interesante, porque plantea una realidad que a veces queda velada en el debate sobre los sentimientos homosexuales: el caso de las personas que empiezan a experimentarlos como consecuencia de una relación homosexual, y no al revés, lo que parece a priori más lógico: practicar lo que previamente se ha deseado.
"Simplemente, yo prefería todo lo de las mujeres: su compañía, su conversación, su compañerismo y las formas de su/nuestro cuerpo. Yo era partidaria de la adopción, de formar un hogar y de construir una comunidad lesbiana", continúa. Era profesora de inglés en la Universidad de Siracusa, especialista en Teoría Queer (una especulación en el ámbito de la ideología de género) y "abogada del postmodernismo y el postestructuralismo y opuesta a meta-narrativas totalizantes como el cristianismo" y no tenía dudas: "Encontré la paz y un objetivo en mi vida como lesbiana en la comunidad queer que había contribuido a crear".
"Fue sólo después de mi encuentro con el Señor resucitado cuando sentí vergüenza de mi pecado", confiesa.
¿Cómo fue ese encuentro? Lo explicó hace dos años en su libro The Secret Thoughts of an Unlikely Convert: An English Professor´s Journey into Christian Faith [Los pensamientos secretos de una conversa improbable: el viaje de una profesora de inglés hasta la fe cristiana]. A raíz de una investigación académica sobre el derecho a la libertad religiosa, conoció a un pastor protestante local y a su esposa. Se cayeron bien, empezaron a frecuentarse, y ella se sintió amada y escuchada por el matrimonio, quienes la invitaron a su casa. Con ellos inició un proceso de reflexión en el ámbito de las comunidades reformadas, distintas a las más populares confesiones evangélicas. La transformación no fue sencilla, sino que le supuso lo que ella misma denomina "un caos" en su carrera profesional, en sus amigos, en las personas a las que amaba, además de confusión y soledad.
Y al rechazar el pecado en su vida, llegó la paz.
Al final decidió entregarle todo a Jesucristo: "Le pedí que lo tomase todo, mi sexualidad, mi profesión, mi comunidad, mis gustos, mis libros y mis mañanas", explica en su libro.
Porque, como señala en su relato en Desiring God, "la conversión llegó con un tren cargado de sentimientos contradictorios, desde la libertad a la vergüenza. Me dejó confusa. Aunque estaba claro que Dios prohibía el sexo fuera del matrimonio bíblico, para mí no estaba claro que debía hacer con el complejo puzle de deseos y atracciones, sensibilidades y sentidos del propio yo que se agitaban en mí y aún me definían".
Entonces un amigo le recomendó la lectura de un político y teólogo protestante del siglo XVII, el inglés John Owen (16161683), que le hizo pensar sobre un concepto, "el pecado que habita en nosotros", que inicialmente le irritó (porque ella sentía que eso es "lo que yo era"), pero que sería decisivo para llevarle la paz.
Hubo cuatro cosas que a Rosaria le hicieron pensar sobre ese estado de espíritu ("vivir en pecado") que ella veía referido a su vida sexual, y cómo salir de esa situación. Son ideas de Owen con claro resabio protestante en algunos extremos, pero también buenos consejos para la vida moral.
-"Que [el pecado] pase hambre. El pecado que habita en nosotros es un parásito que se come todo lo que hagas. La Palabra de Dios es veneno para el pecado cuando es acogida por un corazón renovado por el Espíritu Santo. Tú matas de hambre a tu pecado alimentando profundamente de su Palabra".
-"Llámalo por su nombre. No admitas el pecado como un animalito de compañía que no hace daño. No puedes domesticar el pecado dándole la bienvenida a tu coso. No firmes una falsa paz. No seas sentimental con el pecado. No te hagas la víctima. No te justifiques. Si te llevas a casa a un cachorro de tigre y le llamas Dudi, no te sorprendas si un día te despiertas y Dudi te está comiendo vivo: así es como trabaja el pecado, y Dudi sabe hacer su trabajo".
-"Mátalo. El pecado no sólo es tu enemigo, sino que está enemistado con Dios, y no hay ninguna esperanza de reconciliación para algo en enemistad con Dios. Y todo lo que está en enemistad con Dios debe morir. El arrepentimiento es la puerta de entrada a la presencia de Dios."
-"Ten humildad. Sé humilde sobre el hecho de que necesitas constantemente la gracia de Dios. El deseo de ser lo bastante fuertes por nosotros mismos para vivir independientemente de Diso, es el primer pecado, la esencia del pecado y la madre de todos los pecados".
Después de estas reflexiones teológicas, Rosaria cuenta cómo le influyeron: "En lugar de libertad, mi pecado sexual era una esclavitud. El Evangelio trajo la gracia, pero exige una guerra irreconciliable. En algún momento de esa batalla, Dios me dio el deseo de ser una mujer piadosa. Y ese deseo se transformó luego en otro: convertirme, si Dios quería, en la mujer piadosa de un marido piadoso".
Así fue. Conoció a un hombre, pastor de una comunidad reformada, se casó con él y tienen varios hijos: "La unión con Cristo resucitado significaba que todo debía quedar clavado en la cruz. Yo no podía dejar atrás mi vida si seguía amándola. Y encontré la paz".
En el vídeo, el terapeuta Richard Cohen explica en televisión cómo es posible superar los sentimientos de atracción por el mismo sexo