En apenas unos días Joaquín Conesa Zamora será sacerdote. Este joven murciano de 29 años natural de Los Alcázares y enfermero de profesión antes de entregarse por completo a Dios ha relatado el camino que el Señor ha ido haciendo con él hasta llevarlo a la ordenación. No ha sido un camino fácil sino que los denomina los “tres dolores”, tres acontecimientos dolorosos pero que gracias a ellos se fue acercando a la fe.
Conesa explica a la Diócesis de Cartagena que “a través de tres dolores el Señor me ayudó a acercarme a Él: el divorcio de mis padres, el fallecimiento de mi madre y la ruptura con mi novia”.
De este modo, Joaquín cuenta que cuando tenía 14 años sus padres se divorciaron y precisamente aquel sufrimiento supuso para él la “primera chispa” que encendió su vocación.
"Mamá, te perdono"
Unos años más tarde su madre falleció, pero una noche que la acompañaba en la UCI poco antes de que muriera este joven asegura que el Señor impulsaba sus gestos. “Me vino a la mente la cita evangélica a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos. Entonces le dije interiormente: ‘Mamá, te perdono’”. Para él, aquel momento fue clave y pudo apreciar claramente como Dios le iba indicando qué quería de él.
Aunque su familia le educó en la fe, reconoce que durante el tiempo en el que cursó los estudios universitarios se alejó de la Iglesia.
El “tercer dolor”, cuenta Joaquín, fue el que le acercó del todo. “Cuando terminó la relación con mi novia, el Señor empezó a llamarme y quiso poner también otra huella en mi vocación. Antes de despedirme de ella, le dije que la perdonaba”. Joaquín vivió estos tres momentos dolorosos de su vida como “un acercamiento a la muerte para vivir en la resurrección”, convirtiéndolos en instantes para “dar gracias a Dios”.
Un día, una catequista de su parroquia le invitó a una penitencial y “fue providencial”. Allí estaba Miguel Conesa, párroco, en ese momento, de Nuestra Señora de la Esperanza de Cartagena. Anteriormente ya había coincidido con este sacerdote pues, durante un tiempo, había ejercido su ministerio en la parroquia de sus abuelos. Recuerda Joaquín que, a raíz de la confesión, aprovechó para preguntarle a Miguel acerca de la inquietud que sentía. Pero, fue un viernes de Cuaresma, después de un Vía Crucis en Los Alcázares y ya de vuelta a casa, cuando comenzó a sentir el deseo de ser sacerdote.
El pensamiento que le puso el Señor
“En ese momento no sabía lo que estaba pasando porque tenía el proyecto de casarme algún día, pero ¡vaya llamada más fuerte! Sentí que era un pensamiento que puso el Señor en mí, porque yo no sabía ni lo que era la vocación, ni la llamada, ni siquiera me había planteado ser sacerdote”. Entonces no lo dudó y fue en búsqueda de Miguel, quien le ayudó a discernir, enseñándole también “a rezar el Rosario, a encontrar la intimidad con el Señor a través de la oración y, sobre todo, a ser humano para poder ser cristiano”.
En este tiempo, en el que ya había terminado sus estudios de Enfermería, decidió matricularse durante un curso en el Instituto Teológico de Murcia, OFM, y al año siguiente ingresó en el Seminario Mayor San Fulgencio. “Siempre recuerdo que el primer día que estuve en el seminario me dolían los mofletes de sonreír, fruto de la alegría que sentía. Esta fue otra señal de Dios para decirme que este era mi sitio y que siguiera adelante”.
El 21 de diciembre de 2019 Joaquín recibió el diaconado en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Alcantarilla y desde entonces ha estado sirviendo en la parroquia de San Fulgencio de Cartagena. “Ha sido un tiempo muy especial porque nos ha pillado en plena pandemia de coronavirus. El Señor me ha enseñado también que se ha de servir en lo pequeño, como María de Nazaret, poniéndome al servicio del hermano”.
El diaconado para Joaquín ha sido un tiempo “de mucha alegría a pesar del sufrimiento por la situación vivida”, en el que ha podido ejercer aquello que llevaba en su corazón. “La predicación para mí ha sido un regalo porque me he dado cuenta de cómo el Señor va poniendo palabras en mi boca”. En esta etapa ha podido ver el sufrimiento de los hombres, quedando especialmente en el recuerdo los primeros días en los que pudo volver a participar en la celebración de la Eucaristía como diácono junto a los feligreses. “Verlos con las mascarillas puestas me hizo pedir al Señor que me concediera sus palabras para poder consolar a los demás”.
La semana pasada, durante unos ejercicios espirituales, recibió, junto a sus compañeros, la noticia de su pronta ordenación presbiteral. Estos últimos días previos a recibir el ministerio sacerdotal son para Joaquín “de mucha alegría y de dar gracias a Dios”, porque pronto cumplirá su deseo de entregarse desde el servicio y la escucha a la Iglesia.
“El que pierda su vida por mí, la encontrará” (Mt 10, 39) es el lema que ha escogido para su ordenación con el deseo de que su ministerio sacerdotal se vea siempre ahí reflejado. “Dejo todo lo que yo tenía planeado para entregarme las 24 horas como sacerdote y dedicarme por completo al pueblo de Dios”. Joaquín celebrará su primera misa como neopresbítero el domingo 19 de julio, a las 20:30 horas, en el Centro Deportivo Los Alcázares, al aire libre por motivos de aforo.