En 1970 el músico ciego José Feliciano escribió y empezó a difundir su popular canción: "Feliz Navidad, feliz Navidad, próspero año y felicidad". Es difícil encontrar una canción más popular en todo el mundo.
José Feliciano hoy no tiene problemas económicos, pero en su infancia y juventud fue pobre. "La pobreza es algo terrible. Tuvo sus efectos positivos en mí, me ayudó a ser más fuerte y me enseñó compasión, pero yo quería dejar de vivir en edificios infestados de cucarachas", explica en una entrevista en el National Catholic Register.
José Feliciano dice que no le gusta expresar sus opiniones políticas ni hablar de otros temas polémicos, pero sí está dispuesto a hablar contra el aborto.
"Antes yo era pro-aborto, hace muchos, muchos años. Solía decir que era pro-elección. Pero cuando tuve a mi hija Melissa, cambié. Cuando escuché latir el corazoncito de Melissa en el monitor, me dije: 'vale, espera, si ahí hay un corazón... ¡eso es vida, es vida!'"
Las familias suelen escuchar el corazón del bebé en la ecografía de la sexta semana de embarazo, aunque investigaciones de 2019 sospechan que puede latir ya dos semanas después de la concepción.
Ciego, de familia pobre y numerosa
José se declara católico practicante. Nació ya ciego en 1945 en una familia católica en Puerto Rico. Era el cuarto de 11 hermanos. Emigró a Estados Unidos de joven.
"Mis padres, al principio, pensaban que yo no tenía futuro", explica. "Me pareció que incluso antes de que mis padres leyeran la Biblia conmigo o hicieran otras cosas conmigo, Dios me iba empujando hacia la música. Dios me señaló la luz incluso desde que nací", considera hoy, repasando su vida.
Cuando nació ciego, su padre estaba desolado, pero había gente que le decía: "Ey, no te preocupes porque sea ciego, no sabes lo que Dios le prepara en el futuro". "Nunca se dijo mayor verdad", comenta hoy el popular artista.
El don de la música
Hacia los 4 años escuchó a sus tíos hacer música y así se orientó a ese campo. Su tío tocaba el cuarto, un instrumento de doble cuerda, y hacía instrumentos con trozos de madera y cuerdas oxidadas. "En cierto sentido, ser ciego me ayudó, porque si hubiera tenido vista probablemente habría estado jugando en la calle y no habría escuchado al mensaje que Dios me daba a través de la música".
El padre de José regaló una armónica al niño a esa edad... y su madre se dio cuenta de que el niño enseguida localizaba las notas y seguía la música del tío. "Mi madre entró en la cocina y se puso a sollozar incontrolablemente porque parecía un milagro. Mientras lloraba, alguien dijo 'escucha, esto ha de ser una señal de Dios'".
"Algunas personas me ha dicho: 'eres ciego porque así fue la voluntad de Dios'. Eso es una tontería. Dios no quiere que sus hijos estén mal. Si tienes una deformidad, no es algo que Dios haya hecho. Es sólo una de esas cosas que pasan", comenta.
"Todos tenemos puntos débiles: físicos, mentales, emocionales, situaciones en las que nacemos, que no controlamos", señala, pero anima a ser rebelde y no dejar que esas cosas nos esclavicen o hundan.