Fernando Redondo desde muy joven se sintió llamado a la colaboración. Estuvo en grupos parroquiales de Madrid enseñando a leer a los que vivían en poblados chabolistas. Hoy en misionero en el Amazonas.
En febrero, Manos Unidas (www.manosunidas.org) recoge la colecta para la financiación de proyectos sociales. Como Marta Valverde afirma, el objetivo es «enseñar a pescar y no dar el pez». El desarrollo de zonas empobrecidas es vital para Manos Unidas. Y, como cada año, una de las cabezas de estos planes visita este periódico. El Padre Fernando Redondo, misionero que lleva 15 años trabajando la zona de la Amazonia de Brasil, con su testimonio nos conciencia de las necesidades del mundo y de la labor de personas como él.
-Es cuestión de vocación, te sientes llamado a eso. Yo entré en el seminario con 19 años y siempre sentí esa llamada. De joven estuve en grupos parroquiales en Madrid, ayudando en zonas de chabolas, enseñando a leer y haciendo actividades con niños. Como siempre he estado ligado a la Iglesia, pensé que lo que hacía era poco, que el hecho de dedicarle solo dos horas a la semana me parecía poco. Pensé en canalizar lo que tenía dentro siendo misionero, yo quería ser cura pero no para quedarme en la parroquia, que también es necesario.
-Claro, tenemos una formación adicional. Antes de ordenarme sacerdote pasé una experiencia misionera en Bangladesh durante dos años, para ir familiarizándome. También es importante la cuestión de idiomas y la formación específica dependiendo del país al que te dirijas y el trabajo que vayas a desempeñar. Cuando me destinaron al Amazonas tuve que estudiar portugués y adquirir conocimientos sobre las comunidades indígenas y autóctonas que viven en la selva y con los que iba a trabajar. Saber la situación política, social y económica es clave. Yo me marché en octubre del 99 y hasta mayo de 2000 no trabajé, me pasé unos meses de preparación específica.
-Cuando se habla del Amazonas lo que todo el mundo sabe es que allí hay selva. Es una región enorme, solo la amazónica de Brasil son cinco millones de kilómetros cuadrados. La región es diez veces España. Es la selva, el pulmón del mundo amenazado por la cuestión de todas las empresas multinacionales que quieren entrar y empiezan talando, deforestando todo, creando grandes campos para el cultivo de soja y alimentos transgénicos. Todo es un problema. Siempre se dice que está destruyendo la naturaleza, que es verdad, pero Amazonas no es solo selva y fauna, hay 25 millones de habitantes. Hay grandes pueblos y ciudades.
-Como misionero haces un trabajo integral de acompañar y servir a una comunidad. También dar la atención religiosa, celebrar los sacramentos, impartir formación bíblica. Además, me encargaba de coordinar a equipos para la defensa de los territorios y hacíamos encuentros de formación de líderes y concienciación. Ha sido bonito ver que hay líderes que luchan por sus derechos, que son capaces de ir a Brasilia y reivindicarlos.
-Recuerdo que una vez me enfrenté con un juez, porque tienen mucho que ver en esto, son los que realizan los decretos. Me acuerdo que entré en su despacho, comenzó a gritarme y nos acusó de mentir. Gracias a eso hemos conseguido que el pueblo tenga el territorio que les pertenece.
-Queda por hacer, pero hemos logrado que el Gobierno limite las zonas que pertenecen a los indígenas, para que solo ellos puedan aprovechar sus riquezas económicas. Hay empresas que llegan al Amazonas como si estuvieran en su casa.
-Los indígenas, o los propios indios, no son esos que van semidesnudos y llevan plumas como la gente cree. Aunque también los hay así. Para mí, de estas poblaciones destaca que aún conservan valores que muchos de nosotros hemos perdido como el de la solidaridad, de compartir. Ellos no son gente que vayan acumulando, viven día a día, su mercado es el río, la selva y cazan o pescan solo lo que saben que necesitan. Nosotros, sin embargo, solemos tender a acumular, es la idea del mercado. Lo que no pensamos es que cuando se pescan toneladas y toneladas ponemos en peligro la supervivencia de la especie y el equilibrio mundial. Saber vivir con lo necesario es muy importante porque, ¿cuánta comida se desperdicia a lo largo del día? Es una explotación terrible de los recursos.