"Dios viene disfrazado de planeta / con muchas lunas a su alrededor, / y mi sueño me dice: 'A lo mejor / lo que más le divierte es ser poeta'”.
Tal vez por eso, porque le divierte ser poeta, Dios sigue presente en la poesía contemporánea a pesar de su paulatina desaparición -por expulsión, no por retirada- de nuestra realidad social cotidiana. Los versos son de Beatriz Villacañas, doctora en Filología, profesora de literatura inglesa e irlandesa en la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo. Acaba de publicarse una antología suya, Astrología Interior, y es finalista aspirante al XXXIX Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística, que se falla el próximo jueves en la Universidad Pontificia de Salamanca.
Aunque la obra literaria, y en particular poética, de Beatriz Villacañas es rica y diversa en temáticas, la vida del espíritu ha ocupado siempre un lugar destacado en ella. "Esta parte de mi obra", explica a ReL, "está arraigada en mi visión, mi pensamiento y mi manera de sentir, en mis interrogantes metafísicos y en mi necesidad de Dios y de fe en Él. Autores como San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús o Lope de Vega son lectura viva y candente para mí".
Es una fe que recibió de su padre, el también poeta Juan Antonio Villacañas (1922-2001), uno de los grandes de su generación: "Si junto a Cristo tú has marcado el hito, / que yo, tu hija, crea en todo caso, / lo que tu voz ha dicho, lo que ha escrito”, le dice Beatriz en uno de sus poemas.
Beatriz Villacañas, junto a su padre. Foto: ABC.
"Me transmitió un extraordinario legado con su ejemplo vital y poético. Él ha sido siempre un poeta, escritor y hombre profundamente espiritual, de hondo pensamiento filosófico asimismo. Dios y cuestiones metafísicas aparecen con fuerza y frecuencia en su obra. Él y yo hemos estado profundamente identificados. Me vienen a la memoria estos versos de él: 'Ya están las dos palabras en mi boca / haciéndose cerebro. / Dos cosas para Dios, una tras otra, / después de haber pensado mucho tiempo. / Callad todos y oíd, que estoy diciendo / con un silencio a Dios, / 'Llévame dentro'.”
Le preguntamos a Beatriz si es posible escribirle versos a Dios sin implicarse íntimamente, o si esa implicación es mayor que en versos de otra índole: "Es posible que, en algunos casos, mantenga una cierta 'distancia' con determinados poemas, pero en el caso de mi poesía religiosa es más bien una oración personal".
¿Y poesía religiosa quiere decir poesía mística? "Ambas parten de una raíz común, si bien la poesía mística supone una comunicación más directa con Dios, un sentirle más cerca, incluso más dentro", explica la poetisa toledana.
El Dios que es objeto de atención de Beatriz Villacañas no es esa entidad lejana del deísmo. Es el Logos con el que nace el Evangelio de San Juan, el Verbo, la Palabra:
"Palabra,
dueña absoluta tú
de la esencia uniforme del todo y de la nada,
confín del pensamiento.
La oscuridad del alma te aguarda junto al tiempo
y se adivina acaso tu perfume
en la savia del viento y el sueño de los árboles.
Tentación tú.
Purísima.
Centro sin fin.
Palabra que nos hizo materia destruible
y nos lanzó al misterio mortal de nuestra carne.
Tú nos darás la paz. La algarabía.
Amor interminable.
Nos llevarás a ti, la muerte a tu servicio.
Nos llevarás a ti:
Porque nos has nombrado".
¿Se le escribiría igual a un Dios que no fuese, además de Logos, Razón, Palabra, también Amor, Caridad? ¿Que solo fuese Voluntad, Fuerza, Poder? "No podría escribirse igual", contesta Beatriz, "aunque podrían darse algunas coincidencias entre versos. El Dios cristiano es, por supuesto, todo esto que tú dices, pero la Voluntad y la Fuerza no están reñidas con Él, pese a la visión nietzscheana al respecto. Incluso el Poder, según cómo se entienda, tampoco estaría reñido. Pero, repito, no podría escribirse igual, porque en la esencia del poema está la visión de Dios, cómo se le piensa y cómo se le siente".
¿Y qué aporta a ello la Encarnación? "Aporta algo esencial, pues es nada menos que Dios hecho hombre: aporta salvación y aporta, asimismo, maternidad. Con la Encarnación, junto con Dios Padre, tenemos una Madre".
Cuando le pedimos a Beatriz Villacañas una valoración sobre lo que su pluma, tan fértil en aliento espiritual, lleva escrito, su expresión es de gratitud: "Yo me considero afortunada porque, junto a otras cosas fundamentales en mi vida, mis ojos, los del cuerpo y los del alma, miran con asombro. Del asombro ante la realidad, ante la existencia, nace la búsqueda, nace la ciencia (no el cientificismo materialista), nace el arte. Ambos, la Creación y el milagro, me asombran y dan alas a mi poesía".
Alas para un impulso de eternidad y de encuentro: "Quiero llegar, por Dios, que Dios lo quiera, / quiero llegar a donde siempre hay vida: / quiero llegar donde tu voz me espera".