Nada en la vida de Anny Donewald hacía presagiar su futuro. No nació en una familia desestructurada ni en un hogar infeliz, como tantas otras chicas que acaban siendo peones, como fue ella, de la poderosa industria del sexo en Estados Unidos. Su padre era entrenador de un equipo de baloncesto de la potente liga universitaria, cantera de la NBA, y ella era la pequeña de cuatro hermanos en un hogar sin problemas.
Los abusos: una vía habitual de entrada en el negocio
Pero cuando tenía 13 años, un miembro del equipo de su padre abusó sexualmente de ella en un autobús. La niña quiso proteger del escándalo a su padre y al club, y no dijo nada. El impacto psicológico sobre su inocencia asaltada estaba, sin embargo, ya causado, y empezó a tapar su dolor con más sexo y con drogas. A los 19 años, ya en la universidad, entró una noche en un local para bailarinas de barra aficionadas, y ganó. Empezó a trabajar como stripper y a cotizarse en clubs de todo el país (Chicago, Detroit) durante los siguientes seis años, hacia su desembocadura natural en la prostitución de lujo, en particular en Las Vegas y Beverly Hills, el exclusivo barrio de Los Ángeles.
"Nadie se despierta un día y dice: ´Oh, quiero se stripper, quiero meterme en este mundo´. Es una sucesión de hechos que suceden y que incluyen abusos sexuales", explicó en el programa del comunicador evangélico Pat Robertson. Acaba de publicar su testimonio como libro en un sello potente como Simon & Schuster: Dancing for the Devil [Danzando para el demonio].
Anny explica que la mentalidad imperante en el mundo que ha conocido por dentro es el amor al dinero, "y que conseguir un montón de dinero es el secreto de la felicidad": "Y yo ganaba mucho dinero, pero estaba vendiendo mi alma para conseguirlo".
No había forma de escapar, pero...
Cuanto más introducida se hallaba en la industria del sexo, más difícil era salir. Lo intentó varias veces por medios puramente naturales, como seguir estudiando, pero siempre volvía, y ella aduce como explicación "ese versículo de la Biblia [Mt 12, 43-45] en el que el demonio se va, pero luego vuelve y se encuentra la casa limpia... pero vacía". Ese hueco tiene que ser llenado... "y sólo puede serlo mediante el amor de Cristo", afirma Anny.
¿Cómo sucedió eso en ella? "¡Es la mejor parte de mi historia!", exclama: "Llevaba seis años [como stripper] y llegué al punto de inflexión cuando comprendí que el siguiente paso era la prostitución en Las Vegas y en Beverly Hills. Llegué a casa y me di cuenta de que todo aquello se había apoderado de mi vida. Lo que se suponía que era una decisión tomada una noche cuando tenía 19 años... me había llevado hasta los 26 que tenía entonces".
En ese momento, Anny se quedó embarazada por segunda vez. La primera vez había abortado, y pensó hacerlo de nuevo. "Quise abortar porque estaba muerta por dentro. Yo era atea en ese momento... ¡pero me puse a rezar! Y dije: Dios mío, no sé si eres real ni si puedes escucharme, pero no creo que quieras que haga esto. Ahora bien, no voy a ser yo quien lo pare. ¡Páralo tú!". Y el caso es que lo hizo: "Tuve hasta cinco citas para el aborto, y todas se cancelaron por unas razones u otras".
De la oscuridad a la luz
"Así que yo ya sabía que Dios era real, pero ¿quién era? ¿Era Buda? ¿Era Mahoma?", recuerda: "Empecé un proceso de buscar, buscar, buscar, hasta un mes después del nacimiento de mi hijo. Un día estaba hablando por teléfono con mi hermana, no recuerdo sobre qué, cuando comencé a oír en mi cabeza, una y otra vez, la expresión ´Mateo 4, 16´, en tono más elevado que mi conversación. Yo nunca había leído la Biblia.
Entonces le pregunté a mi hermana, que es cristiana y rezaba siempre por mí, qué era eso de Mateo 4, 16. Ella me dijo que era un versículo de la Biblia. Fue por una y leyó: ´El pueblo postrado en tinieblas ha visto una intensa luz; a los postrados en paraje de sombras de muerte una luz les ha amanecido´ [es un oráculo mesiánico del profeta Isaías]. Justo veinticuatro horas después, cuando estaba sentada en mi coche, lo comprendí. En un minuto comprendí que Él es real, que Él estaba conmigo, que es el camino, que me había perdonado, que me amaba".
Any fundó luego una asociación, Eve´s Angels [Los Ángeles de Eva], para ayudar a las mujeres a salir de la industria del sexo y transmitirles esperanza a través del amor de Dios, mediante programas de acogida y búsqueda de empleo y la lectura de la Biblia. Es el mismo objetivo que pretende alcanzar con su libro, porque considera que muchas chicas que se dedican a lo mismo que se dedicó ella, y a las que sigue visitando, "son maravillosas, solamente cometieron un error y necesitan una nueva oportunidad, y no todas tienen como apoyo la estructura familiar que yo tuve".
Publicado en ReL el 2 de noviembre de 2014 y readaptado.