Rafael Nadal es sin discusión uno de los mejores deportistas españoles de la historia, si no el mejor. El tenista de 32 años sigue marcando una época tras haber ganado 19 Grand Slam, entre ellos 12 Roland Garros, dos oros olímpicos o 4 Copa Davis con España. Y si es querido y respetado dentro de la pista por su ejemplo de sacrificio, esfuerzo y educación, también lo es fuera, donde desde siempre ha apostado por una discreta y sencilla vida privada.
Lejos de los focos y de la vida de ostentación y despilfarro de otros deportistas, Nadal se refugia siempre que acaban los torneos en Manacor, su pueblo natal en Mallorca, y en su familia, con quien comparte gran parte de su tiempo.
Se casa el 19 de octubre con su novia de toda la vida... y por la Iglesia
Y en este lugar tiene un papel crucial su prometida, Xisca (María Francisca) Perelló, con la que se casará este próximo 19 de octubre. Ni la enorme fama ni la fortuna, ni muchos de los peligros que acechan a la vida de los deportistas de élite ha separado a una pareja que comenzó su noviazgo en plena adolescencia. Natural del mismo pueblo que Rafa tenía 15 años, él 17, cuando empezaron una relación que culminará con una boda que también se celebrará en la isla de Mallorca, como no podía ser de otro modo.
Rafa Nadal, emocionado tras ganar Roland Garros
Pese a la discreta vida que llevan Rafa Nadal y Xisca Perelló, pues ella huye totalmente del foco mediático, ha trascendido un detalle del enlace de ambos. Y es que el tenista y su futura esposa han decidido casarse por la Iglesia Católica.
Pese a una antigua declaración que parecía mostrar que Rafa no era creyente, el tenista fue bautizado y recibió la Comunión siendo niño debido sobre al deseo de su madre para que así fuera.
Un sacerdote íntimo de la familia Nadal
El carácter religioso de la boda se ha conocido precisamente gracias al sacerdote que la va a celebrar, el padre Tomeu Catalá, muy conocido en la isla por su labor con drogodependientes a través del Projecte Home (Proyecto Hombre).
Este religioso es además una persona muy cercana a la familia Nadal desde hace décadas. El padre Catalá recuerda que el abuelo del tenista, a quien le debe el nombre, era director de orquesta y participó en numerosas ocasiones en conciertos en beneficio del Proyecto Hombre. Por su padre, el padre de Rafa, Sebastián Nadal, dueño de una empresa de cristalería, fue clave para la construcción de la nueva sede de este proyecto de ayuda a personas adictas a la droga.
Tomeu Catalá es párroco de una pequeña localidad de la isla de Mallorca y lidera el Projecte Home
El sacerdote asegura al Diario de Mallorca que lleva ya un tiempo preparando la ceremonia religiosa con los novios y preparándoles para este momento. “He casado a mucha gente. Cada una de las bodas que he hecho ha sido especial, y con esta será igual. Solo voy a casar a dos personas que se quieren. Y esto es un juicio que no puedo hacer, pero es lo que he percibido cuando he estado con ellos”.
Una boda "sencilla, personal e íntima"
Rafa Nadal y Xisca Perelló expresaron su deseo de una boda “sencilla, personal e íntima”, algo que impresionó mucho al sacerdote, teniendo en cuenta los espectáculos que otros personajes famosos realizan en su boda.
Además, expresaron al religioso mallorquín su deseo de contraer matrimonio por la Iglesia, aunque la ceremonia se celebrará en Sa Fortalesa, una especie de castillo junto al mar. Para ello, pidieron permiso al obispo Sebastián Taltavull, que lo concedió considerando que existían motivos suficientes para poder realizar la ceremonia religiosa en esta finca. En esta decisión de Nadal se manifiesta su característica discreción ante una posible boda mediática y llena de periodistas, algo que no quiere la pareja.
Sobre el tenista, el padre Catalá asegura que es “un ejemplo por los valores que transmite. Es por esto que está rodeado de gente que le quiere. Rafa Nadal es una persona que ama y que es amado, y eso no se compra ni se vende”.
Rafa y Xisca se conocieron en el colegio gracias a la hermana del tenista. Desde entonces no se han separado
Hasta la preparación de la boda, el sacerdote conocía menos a la novia, pero asegura que “desde que la conozco he sabido que muchos amigos míos son familiares suyos. Por poco que pueda, pondré de mi parte para que su día sea muy bonito”.
Partícipe de un libro sobre el legado de Benedicto XVI
Además, el tenista quiso participar en un libro homenaje que se publicó tras la renuncia de Benedicto XVI como Papa. Titulado Hablando con el Papa. 50 españoles reflexionan sobre el legado de Benedicto XVI (Planeta), el tenista reflexionaba en uno de los capítulos sobre “la responsabilidad de educar” tras una cita sobre este asunto del ahora Papa emérito.
Decía Rafa Nadal que “con un estilo de vida tan egoísta como el que nos hemos creado, lo complejo es poder enseñar hoy a un niño o a una niña cuáles son las cosas que importan en la vida. Hay que instruirles para que dejen –para que todos dejemos- a un lado lo accesorio y lo instrumental, para que el dinero (lo financiero) no se convierta en un fin en sí mismo y para que la búsqueda del beneficio material no sea una permanente obsesión”.
Los valores, una "infraestuctura moral básica"
Además, añadía que “en pleno siglo XXI nos ha tocado vivir en un mundo lleno de incertidumbre y cargado de apariencias, donde la irreverencia parece haberse instalado entre nosotros, donde impera lo zafio y muchos jóvenes buscan fama, notoriedad y dinero de forma rápida, recorriendo los atajos que sean necesarios para conseguir fácilmente sus objetivos. Así pues, la educación se convierte necesariamente en un asunto de singular trascendencia para garantizar una vida basada en valores, fundamentalmente en tres: esfuerzo, trabajo y decencia”.
Por ello, Nadal consideraba que “además de la base de la educación, los valores son la infraestructura moral básica de cualquier sociedad que quiera ser justa y solidaria”. Y la conclusión a la que llegaba es que “supe que lo importante no era sólo jugar bien al tenis y pasar la bola por encima de la red. Lo importante era respetarse a uno mismo y respetar al contrincante, esforzarse y entrenar cada día, ser solidario y decente, ser paciente y, cuando es necesario, prudente, ayudar a los demás, sobre todo a los más desfavorecidos, y comprometerse solidariamente, sin olvidar a la familia, a los compañeros ya los amigos”.
Analizando estas palabras no extrañan por tanto las imágenes, grabadas sin que él lo supiera, ayudando como uno más pala en mano para paliar las inundaciones en los pueblos cercanos a su casa, o los numerosos proyectos sociales en los participa, entre ellos colaborar con el proyecto del padre Catalá.
Por su parte, este sacerdote mallorquín además de ser párroco debido a su inagotable labor a través del Proyecto Hombre ha sido galardonado con el Premio Ramon Llull, la Medalla de Oro del Ayuntamiento de Palma y de la Comunidad Autónoma de Islas Baleares. Durante estas décadas ha ayudado a cientos de personas y a sus familias a salir de las drogas.