El niño chileno sanado por la intercesión de Álvaro del Portillo asiste a la ceremonia de beatificación, este sábado 27 de septiembre en Madrid. Entonces era un recién nacido. Ahora, con 11 años, es el portador de las reliquias del nuevo beato.
Javier Ureta, su padre, confesó su agradecimiento a Álvaro del Portillo, primer sucesor de San Josemaría al frente del Opus Dei. “Nos hizo tanto bien esta situación, que sabiendo el final, la volveríamos a vivir por el bien que nos trajo a todos”. Vienen a Madrid, admiten, a dar gracias.
Nació el 10 de julio de 2003 con un análisis clínico grave en Santiago de Chile y dos días después de su nacimiento fue sometido a una operación. Pero al cabo de poco tiempo su situación empeoró.
La noche del 29 de julio tuvo una crisis epiléptica y los médicos decidieron realizar una intervención cardio-quirúrgica paliativa. Tras ella, el día 2 de agosto, José Ignacio entró en paro cardíaco durante más de media hora y sufrió una hemorragia masiva.
Durante esa media hora los médicos no consiguieron reanimarlo y empezaron a dejar de intentarlo.
Pero la madre y la abuela, que no habían dejado de rezar al Siervo de Dios, con una estampa de Álvaro del Portillo en las manos, insistieron en su oración, y de forma médicamente inexplicable el bebé se recuperó.
Pese a estar en parada cardiorrespiratoria por más de media hora, el niño, que hoy tiene once años, no sufrió ninguna secuela y vive con normalidad.
Susana, la madre, narró cómo, conforme iban rezando la estampa para la devoción privada a Don Álvaro por consejo de su propia madre, abuela del pequeño, su esperanza de recuparle iba en aumento.
“No perdí la esperanza y le pedí a todos mis amigos que le rezaran, y José Ignacio se recuperó. Para que un milagro se haga real hay que encomendarse a un solo santo y a nadie más, y rezarle con esperanza”.
Javier contó cómo está su hijo actualmente: “Mi hijo ahora corre, salta, es un niño normal y así le tratamos, pero sí tiene un sentido sobrenatural de agradecimiento a Dios. Para él, Álvaro del Portillo es un padre que siempre le acompaña”. Y: “Por eso a nuestro hijo pequeño le pusimos Álvaro, por agradecimiento", explica Susana.
Jordi Picazo, enviado de Religión en Libertad, conversa con los padres del niño en Madrid.
-[Susana]: Estuvimos rezando la media hora en que estuvo con el corazón parado: la media hora o cuarenta y cinco minutos que duró con la reanimación, rezando a don Álvaro; ya cuando dijeron que había recuperado las pulsaciones, pues empezamos a decirle “gracias, gracias”, porque al menos ya sabíamos que lo habíamos recuperado. Nosotros hasta ese momento éramos unos cristianos normales, de misa de domingo, ahora asistimos a la santa misa cada día. Mi madre es la que conocía la figura de Don Álvaro.
-[Susana]: Es como un retiro interior, mentalmente, hemos venido rezando, a lo largo del día, diciendo jaculatorias, dando gracias a Don Álvaro. No sé, no he pensado todavía lo que le voy a decir a Dios, pero probablemente lo más seguro es que le dé las gracias, y que le pida por la Obra, por el Opus Dei, por don Javier, por los numerarios, las numerarias, los supernumerarios, aunque nosotros no seamos del Opus Dei; por todas las intenciones que tenga don Javier también, que al fin del día es el Prelado actual,
-[Javier]: Yo voy a pedirle más fe, siempre, Dios nos la entrega, Dios nos la ha dado, poco o mucho, y siempre hay que pedir, hay que ser pedigüeño, como decimos en Chile; y hay que pedir más, deseo lograr ser lo más parecido a la imagen de Don Álvaro del Portillo, eso es lo que yo quiero seguir.
Vídeo de la oficina del Opus Dei sobre el milagro; el médico que asistió a los hechos, poco devoto, expresa su absoluto asombro