Meriam Ibrahim, una joven madre católica absuelta hace unos meses de la pena de muerte en Sudán –tras ser acusada falsamente de blasfemia contra el Islam– concedió una entrevista en la que narró su experiencia de haber sido encarcelada a causa de su fe en el país africano y de haber dado en prisión.
En una reciente entrevista con Fox News, Meriam relató que la experiencia de haber sido encarcelada a causa de su fe y de ser presionada constantemente para que se convirtiera a la fe musulmana “era difícil, pero estaba segura de que Dios iba a estar a mi lado. Confié solo en mi fe y sabía que Dios iba a estar conmigo en todo momento y en toda situación”.
Meriam de 27 años, había sido condenada a muerte tras ser acusada de renunciar al Islam por tres personas que fraudulentamente aseguraron ser sus hermanos y su madre. Las autoridades islámicas la condenaron además a 100 latigazos por el delito de adulterio, pues su matrimonio con Daniel Wani no era reconocido como tal bajo la ley musulmana.
“Me dieron tres días y diversos imanes (clérigos musulmanes) me presionaron para convertirme. Confié en Dios, mi fe era la única arma que tenía en la confrontación con estos imanes. Si cedía hubiera sido renunciar y eso no es posible porque no es cierto. Es mi derecho vivir la religión que elija. Hay muchas Meriams en Sudán y en todo el mundo. No soy solo yo”, dijo la joven mujer.
Meriam pasó varios meses en prisión y tuvo que dar a luz a su segunda hija, Maya, en un centro médico dentro de la cárcel, y durante el parto le mantuvieron puesta una cadena a la pierna.
Desde New Hampshire en Estados Unidos, en donde vive ahora con su esposo y sus dos hijos, Meriam recordó que al principio la cónsul del país norteamericano en Sudán “no quiso lidiar con mi problema y nos envió a la ONU”.
Tras afirmar que “estuve muy feliz cuando me liberaron”, Meriam contó que “fue triste dejar Sudán, mis amigos, mi gente, mi familia. Pese a todas las circunstancias difíciles, uno se acostumbra”.
La joven madre indica luego que “arriesgué mi vida por las mujeres de Sudán. Sobre los cristianos, es bien sabido que son perseguidos y maltratados. Temen decir que son cristianos, porque saben que pueden ser perseguidos. Incluso las autoridades musulmanas les ofrecen pagar sus deudas si se convierten al islam”.
“Nunca fui musulmana, siempre he sido cristiana. Es difícil que un musulmán se convierta, porque son condenados a muerte”, añade. Sobre su futuro, esta joven católica señala que “me gustaría ayudar a la gente en Sudán y África, especialmente a las mujeres y los niños; y promover la libertad religiosa”.
A los que en todo el mundo rezaron por ella y le expresaron su apoyo, Meriam les dice “muchas gracias por su oración y sus oraciones. Aún necesito su ayuda, sigan rezando por mí”.