Forma parte de African Culture of Life [Cultura Africana de la Vida], que busca "defender la santidad y la dignidad de la vida en África mediante la información, la sensibilización y la información", lo que le ha llevado a denunciar públicamente a Melinda Gates, la esposa de Bill Gates, cuya Fundación común promueve principios exactamente opuestos.
En la última entrada de su blog, publicada el 24 de julio, la doctora Ekeocha dirige una hermosa carta a Meriam Ibrahim, la joven sudanesa de 27 años condenada a muerte por ser cristiana y casarse con un cristiano, y que dio a luz a su hija con las piernas encadenadas por sus carceleros, tras negarse a renunciar a su fe y a aceptar el islam. Tras su liberación, fue recibida por el Papa Francisco.
A continuación traducimos las interesantes reflexiones de esta joven microbióloga en su misiva de agradecimiento a Meriam como testigo... no sólo de la fe.
La gran noticia de la llegada de Meriam Ibrahim a Italia me llenó de tanta alegría como entusiasmo. Las imágenes de esta mujer africana tan graciosa y bella saliendo del avión con su bebé en brazos atraía la atención tras su inconcebible dolor y sufrimiento de la prisión sudanesa.
Así que pensé que debía, en una carta muy sencilla, dejar por escrito mis reflexiones y pensamientos de gratitud a esta intrépida hija de África cuya libertad se celebra hoy en el mundo entero.
En nombre de todas las mujeres de Africa, te agradezco, Meriam Ibrahim, por mostrarle al mundo el coraje indómito que constituye el corazón de la auténtica feminidad. Digo esto porque tu dolor y tu persecución estuvieron íntimamente ligados a tu feminidad. Y por eso tu triunfo fue el más potente testimonio de vida, de maternidad, de matrimonio, de amor y de fe.
Tú eres realmente la imagen viva de la fe y de la virtud, un verdadero símbolo de fortaleza y valentía. Eres, en mi humilde opinión, una auténtica mujer con sustancia, una mujer africana con sustancia, y tu historia llena mi corazón de coraje y audacia en mi propia vocación de defender nuestra cultura africana de la vida, del matrimonio, de la maternidad, de la fe y de la familia, no importa lo difícil, vergonzoso o doloroso que pueda resultar para mí.
Porque bajo una intensa persecución, te negaste a rechazar tu fe cristiana. Bajo la amenaza de extremistas, permaneciste en pie como testigo y mártir. Bajo pena de ser encarcelada, no renegaste de tu marido ni renunciaste a tu matrimonio. Bajo los pesados grilletes de la prisión, mostraste energía y resistencia para dar vida, para dar a luz. Bajo la certidumbre de una sentencia de muerte, tuviste la determinación de alimentar a tu preciosa pequeñita.
Gracias a tu poderoso ejemplo, el mundo ha sido testigo de la fortaleza de una joven mujer africana que, en las peores condiciones, ofreció un testimonio heroico de las virtudes de fe, matrimonio y maternidad. Tus indecibles pruebas de los últimos meses han sido el más brillante rayo de luz que ha atravesado las nubes más negras para contradecir a un mundo moderno que nos dice que la fe no importa nada, que la libertad religiosa no tiene ninguna importancia, que el matrimonio es lo que queramos nosotros que sea, que la maternidad debe ser una elección que hagamos sólo en las condiciones más propicias, que nuestros niños sólo deben nacer si llegan en el momento más conveniente.
Tú, mi hermana africana, te has convertido en un pararrayos de las feministas radicales de nuestro tiempo, que repudian y denigran todas las virtudes que tú encarnas.
En tu cuerpo has llevado las marcas y las cicatrices de una verdadera cristiana, esposa, madre y mártir, y así nos has mostrado lo que es ser una mujer liberada y con autoridad, y me encanta decir que no es lo que los ideólogos radicales occidentales nos están diciendo. Ellos intentan decirnos que a las mujeres africanas hay que darles poder, que tienen que ser "sexualmente liberadas", egoístas, individualistas y orgullosamente autónomas. Pero tú, Meriam, con tu ejemplo, nos has enseñado que la mujer africana liberada es la mujer que es libre para vivir y practicar su fe, amar a su marido y proteger a sus hijos, los nacidos y los no nacidos. Una mujer liberada es una mujer de fe y de familia. Ésta es la verdad que debe ser predicada en toda África.
Hoy el mundo te miraba cuando respirabas el aire fresco de la libertad y cuando hacías tu primera parada, no en la Casa Blanca, sino en la Casa Santa Marta, que es también la casa del Santo Padre, el Papa Francisco. En vez de darle la mano al presidente, como muchas otras habrían ansiado, escogiste la mano papal. Y en vez de una recepción política elegiste la bendicion apostólica para ti y tu familia. ¡Elegiste al Papa antes que al presidente de los Estados Unidos! Eres una mujer de gran sabiduría y fortaleza y realmente África te cultiva, te alaba y te celebra.
Nos regocijamos contigo y por ti. Nos regocijamos porque al fin estás libre. Y más allá de nuestro regocijo, rezo para que más mujeres (de nuestra África y de todos los rincones del mundo) se miren tan profundamente en tu experiencia como para emularte.
Rezo para que las mujeres de fe lleven su valiente testimonio hasta el extremo del martirio. Rezo para que las mujeres embarazadas escojan a toda costa la vida para sus hijos. Rezo para que las mujeres sean esposas y madres sean fieles a su compromiso y a su vocación.
Rezo para que, más allá de nuestra alegría global, nos adorne tan sólo una porción de la virtud heroica del auténtico feminismo de Meriam Ibrahim, purificado y forjado en la intensa prueba de la persecución religiosa.