Samuel David Bravo es un joven de 23 de años que un día decidió dar un paso adelante y buscar respuestas a sus dudas de fe. Nació en una familia Cristiana Evangélica de denominación Pentecostal y desde pequeño fue criado en ese ambiente bajo unos estrictos principios éticos. Se añade, además, que solía estar mucho en el templo pues desde pequeño tenía el don de liderar grupos y tocar música, además de que el Pastor era su hermano mayor.

Con todo, su familia era una pequeña torre de Babel: entre sus tíos, primos y demás parientes había practicantes de todo tipo de confesiones religiosas: desde católicos a adventistas, pasando por Testigos de Jehová e, incluso, judíos mesiánicos.

En cualquier caso, su núcleo familiar más cercano, era de un gran compromiso con la iglesia pentecostal: “No había actividad alguna en la que yo estuviera ausente –explica Samuel-: las escuelitas dominicales, los coritos, el Aleluya y el Gloria a Dios se hicieron parte de mi vida, de mi niñez”. Con el tiempo llegaron otras clases de “discipulado y doctrina”, temas fundamentales como el Bautismo, Santa Cena, el Rapto, la Salvación, Dones del Espíritu, etc. Con toda la formación que había recibido en su familia y fuera de ella, pronto empezó a dar sus primeras mini-predicaciones.

Como ocurre en tantos jóvenes, entre los 15 y los 18 años, Samuel estuvo un tiempo alejado de su vida religiosa, pero “a la edad de 18 años volví a congregarme de nuevo y regresé con muchas fuerzas y con la firme intención de recuperar el tiempo perdido, y comprometido con Dios a no volver a fallarle”. Samuel decidió seguir al frente de aquellos ya jóvenes con los que creció y volver a ser ejemplo para todos ellos, ‘el hermano del Pastor’.


Así pues, la oveja recién vuelta al redil empezó a estudiar algunas materias de Teología para servir mejor a la iglesia y no caer en otras herejías como las que ya había en su familia: “Estudié mucho las escrituras, de hecho, me gustaba hacerlo. Profundizar en lo que la Iglesia enseñaba –explica Samuel- ya me había convertido en Maestro de Escuela Dominical y de Doctrina para jóvenes y para Adultos”. Su formación llegó a tal punto que la mayoría de los domingos era él quien enseñaba la doctrina a pesar de su juventud.



De hecho, los Foros de Debates de internet se convirtieron para Samuel David en un lugar perfecto para evangelizar: “Me gustaba la enseñanza y defender lo que por mucho tiempo creí era lo correcto. Defendía las doctrinas en las que había sido fundamentado”. Pasaba por foros Adventistas y foros Cristianos donde participaban todo tipo de personas que decían ser “cristianos” y creían tener la verdad: temas soteriológicos, la predestinación, el Libre Albedrío, a-milenarismo, pre-milenarismo, post-milenarismo, que si la iglesia pasará o no por la gran tribulación “y un sinfín de temas en los que basándonos en la misma biblia no nos poníamos de acuerdo. Cada uno decía tener la razón y yo empecé a preguntarme: ¿dónde está la unidad? ¿Por qué tantas diferencias?


Cierto día, David encontró un tema que le llamó mucho la atención: “Los Católicos también somos Cristianos”. Semejante afirmación era una aberración a los ojos de un pentecostal: “Estos católicos se creen cristianos y nada más lejos de la realidad, seguidores de hombres, idólatras, paganos”.

David empezó a intervenir en un tema sobre la ‘Sola Scriptura’, es decir, como defendía Lutero, solo la Biblia es necesaria para la salvación. Aquí contactó con un católico que le preguntó: “¿Cuál es el fundamento bíblico de la Sola Scriptura?” Ciertamente la pregunta era importante: “¿Dónde decía eso en la Biblia? Si todo está en la Biblia ese principio también debe estarlo. Pues queridos hermanos y amigos –invoca en su testimonio-, al investigar no pude encontrar en la Biblia el fundamento de la Sola Scriptura. Allí empezaron a retumbar en mis oídos las palabras de aquel católico: “La sola Scriptura no es bíblica ni es Histórica”.


Esto le llevó a estudiar más y más los orígenes de la Biblia: la formación del canon, en qué concilios se definió, cuál era la Iglesia que decidió qué libros debía contener la biblia, etc.: “Mayor sorpresa la mía cuando me doy cuenta que fue la iglesia Católica la que decidió qué libros debía contener la biblia, o sea, aquella Iglesia que en su momento consideré apóstata, idólatra, pagana fue la que me dio la biblia. Desde ese momento mi perspectiva cambió y me empecé a hacer mil preguntas”. Preguntas cuya respuesta chocaría con la religiosidad de su familia, sus padres, su hermano el Pastor.

La oración de David era una incesante plegaria para que el Señor le mostrara su verdadera Iglesia. Él, por su parte, seguiría buscando ahora desde foros católicos. ¿María, madre de Dios?: “Fue uno de los temas que debatí en un famoso Foro Católico (Catholic.net) que influyó mucho en mi proceso. ¿Cómo es que María es Madre de Dios? ¡Dios no puede tener madre!, decía yo en aquel foro… Uno de los moderadores de ese foro me lo hizo entender –confiesa- con unas simples palabras: “María es madre en el tiempo de quien desde la eternidad es Dios”. Y para lo cual sí que hay fundamento bíblico.

Con la Eucaristía sucedió algo similar y otro tanto con el purgatorio, el primado de Pedro, la Infalibilidad Papal, los dogmas Marianos, la justificación por la fe…


La situación no debía ser fácil con unos padres pentecostales y un hermano Pastor. Hasta que cierto domingo le dijo a su madre que iba a misa: “Eso causo un disgusto en ella pero muy respetuosamente lo aceptó. Luego una de mis tías se me acercó a darme un consejo: ‘Escuché que fuiste a la Iglesia Católica, ten cuidado, Satanás puede hacerte caer, no te conviertas en un Apóstata”. “Esas palabras llegaron a mi corazón –confiesa con dolor Samuel- y por un momento pensé en dejarlo todo hasta allí”. Luego llegaron rumores de que “Samuel se está volviendo católico, oremos por él, eso puede ser un espíritu de error”, sin embargo se preguntaba: “¿Será que hay algo malo en todo esto? No puede ser, todo lo que yo he aprendido está muy bien sustentado en las escrituras y en la historia, esto no es mentira del Diablo, esto es verdad de Dios”.

“Solo le pedía al Señor que fuera delante de mí guiándome en mi proceso, y no falló, Dios estuvo presente en cada momento, hasta hoy mi familia ha tenido que aceptar mi decisión y respetarla, oro por ellos para que así como yo, ellos puedan llegar a la Iglesia de Cristo, la Iglesia Católica”.