Con ocasión de la publicación de un libro que recoge su experiencia, Cari Filii publica un reportaje sobre la vida de Marie Caroline Schürr:
Marie Caroline Schürr, 32 años, francesa, profesora de inglés, paralizada de brazos y piernas, en su silla de ruedas… es una entusiasta de la Virgen María y del santuario de Lourdes.
También es una entusiasta de las emociones fuertes: pese a sus discapacidades, se las arregla para practicar esquí, deportes náuticos, aventuras en la playa, senderismo, parapente...
Habla sobre su vida y la superación de barreras y dificultades en su libro "Alegría sobre ruedas" que acaba de publicar Freshbook en español. Es un libro alegre, lleno de luz. Y parte de esa luz, insiste, le llega a través de la Virgen María.
“Amo profundamente a la Virgen María. Mi vida está marcada por su presencia sensible en momentos particulares”, explica.
Una intervención... y la Virgen María
Recuerda una ocasión en que su intercesión la ayudó médicamente.
“La intervención más seria a la que me he tenido que someter tuvo lugar un 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de María. La operación consistía en introducirme una barra en la espalda para impedir que mi columna vertebral se deformara demasiado. Operación muy peligrosa, largas horas de anestesia y de reanimación, semanas guardando cama, pillé una mala bacteria, un estafilococo dorado cuyas consecuencias habrían podido ser graves. No se me podía aplicar ningún tratamiento, así que hicimos una novena a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa. El noveno día había desaparecido.”
Lo cuenta como ejemplo de su convicción: “María me protege, protege mi vida como un tesoro y yo la quiero muy especialmente”.
Otra ocasión: de la mano al quirófano
“En otra operación había llevado una figurita de Nuestra Señora de Lourdes, sujeta en la palma de la mano. María me siguió al quirófano, me durmieron con ella y así pude ponerme en sus brazos con confianza. Pensaba que no la encontraría al despertarme y me dije que sería un regalo para quien la encontrara. Dos días más tarde, mira tú por dónde, volvía a mi habitación en las manos del cirujano. Por lo que parece era conmigo con quien quería quedarse. ¡Gracias, querida María!
Marie Caroline va en su silla de ruedas a cualquier sitio
Lourdes: un faro de luz y dulzura
Marie Caroline es una devota peregrina del santuario de Lourdes. “Faro en el océano de mi vida, faro que aclara, faro que guía, faro que asegura”, escribe ella del santuario. “Dulzura de ese lugar mariano, dulzura del encuentro con María”.
“En los encuentros que tengo en Lourdes, en un corazón a corazón con María, existo y soy amada por lo que soy. Dan igual mis estudios, mis diplomas, mi pasado, mi historia, mi discapacidad; la Esperanza se vive aquí y ahora con lo que soy y allí donde estoy. Lourdes, lugar de encuentro, lugar de relación”.
Para ella, el baño en las piscinas de Lourdes tiene un gran significado. “Dejarme bañar en las piscinas es ponerme totalmente en manos del otro, que me conducen a las manos de María. Dejarme bañar acostada, como el paralítico; dejar que me sumerjan para que me levanten de nuevo”.
“Una vez, uno de mis ahijados, con cinco años, después de habernos sumergido en esas aguas que dan Vida, se acerca, se sube a mi silla y se inclina para susurrarme al oído: ¿Estás curada ya? Bendito corazón de niño. Ese deseo que él llevaba en su oración me dejó frente a la interrogación tan justificada de la curación. ¿Y si pasara de verdad? ¿Y si mañana por la mañana pudiera levantarme sola?”
“En Lourdes se han declarado muchas curaciones físicas y cada día se reciben curaciones y conversiones en lo secreto, en los cuerpos y corazones. Misterio de ser curado, misterio de ser elegido por Dios, misterio que no pertenece más que a Dios”.
Encuentro con los demás: ayudar y dejarse ayudar
Para Marie Caroline Schürr, Lourdes es lugar de encuentro, con María (“que me ayudará a decir sí a mi vida, a todo lo que la hace sufrir, en esta Esperanza de que nada es en vano”), encuentro con Santa Bernardette (“con una salud muy frágil, María la escogió, respeto inmenso, delicadeza del corazón que invita”), encuentro con las personas que sufren, “misterio de Esperanza, misterio y victoria de la vida”.
Como discapacitada, Marie Caroline dice que se deja ayudar… pero ella también quiere ayudar a su vez, quiere que se le permita hacer lo que sí puede hacer, para caminar junto a los otros. Busca ese encuentro entre iguales, quiere aportar algo, como su testimonio, su experiencia, su amistad.
Le gusta, por ejemplo, dar testimonio de fe y superación ante los jóvenes que vienen al santuario a aprender del misterio de la fragilidad de los enfermos. “Dar testimonio no se puede imponer, es regalar algo muy íntimo”, señala.
La gente, cuando conoce a Marie Caroline, le da gracias: “me has hecho entender que la felicidad está más en lo que somos que en lo que tenemos”, le dicen algunos. Una vez dos adolescentes la escucharon y vinieron llorando a hablar con ella, “en una comunión verdadera, del corazón”. Otra vez ella acompañó a dos niños discapacitados de una familia, “haciéndonos cada uno Simón de Cirene de los demás”.
La sabiduría de la fragilidad
Esa es la fragilidad sabia de Lourdes. “La fragilidad que se acoge no está ni sobreprotegida ni infantilizada sino que, sencillamente, se vuelve hermosa y plenamente viva”.
E insiste: “con mi discapacidad, Lourdes es el lugar intrínseco de la ternura. En Lourdes la benevolencia, las miradas, el amor, ahuyentan los sentimientos de vergüenza; en Lourdes no necesito demostrar nada. En Lourdes mi vida está iluminada, puesta bajo la luz y la mirada de María”.
Recuerda que “antes de ser una enferma soy una persona y una peregrina como todos”. “Mi valor más importante es el de ser una persona que viene a sacar fuerzas de la fuente, a apoyarse sobre la roca de María, a encontrar refugio en sus brazos de madre”.
Marie-Caroline explica su experiencia de ternura con la Virgen en Lourdes (en francés)