Este sábado, vísperas de la fiesta de Nuestra Señora Reina de Palestina, Francisco nombró al arzobispo Pierbattista Pizzaballa, hasta ahora administrador apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén, como nuevo Patriarca, el décimo desde su restauración a mediados del siglo XIX.

Nacido hace 55 años en Cologno al Serio (Bérgamo, Italia), Pizzaballa ingresó en los franciscanos en 1976, hizo sus votos perpetuos en 1989, se licenció en Teología en el Pontificio Ateneo Antonianum de Roma y fue ordenado sacerdote en 1990 en la catedral de Bolonia por el cardenal Giacomo Biffi.

Ese mismo año llegó a la Custodia de Tierra Santa, donde en 1993 completó sus estudios en el Studium Biblicum Franciscanum, que le habilitaron como profesor de hebreo bíblico.

Fue vicario patriarcal desde 2005 a 2008 y Custodio de Tierra Santa desde 2004 a 2016, cuando fue sustituido por el padre Francesco Patton, pasando a ocupar el cargo de administrador apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén al retirarse por edad el arzobispo Fouad Boutros Twal. El 10 de septiembre de 2016, monseñor Pizzaballa fue consagrado obispo en la catedral de Bérgamo por el cardenal Leonardo Sandri. Es miembro de la Congregación para las Iglesias Orientales.



El nombramiento del Patriarca Pizzaballa ha sido recibido con "alegría y agradecimiento" al Papa por los franciscanos de la Custodia, según le ha expresado el padre Patton en una carta que recoge el portal de la Fundación Tierra Santa: "Deseamos que continúe con la labor emprendida al servicio de esta Iglesia particular, única, porque es la 'Iglesia Madre' con un significado no solo local sino también universal".

Asimismo, pide al Señor que le dé fuerzas para, "con paciencia, guiar, alimentar y enseñar al rebaño que le ha sido confiado por Cristo mismo y que Le pertenece". Y para que sea "instrumento de paz en esta realidad que necesita enormemente paz, diálogo y reconciliación".