El padre José Luis Mangué es un sacerdote de Guinea Ecuatorial que pasó un tiempo en España formándose gracias a una beca de la Fundación CARF. Ahora en su país realiza una ingente y trabajosa labor pastoral, tanto por la extensión de tierra que debe cubrir como por la falta de medios o los retos propios de la evangelización, entre ellas la lucha contra las cada vez más numerosas sectas.
El propio padre Mangué relata en primera personas estas necesidades a las que se enfrenta así como sus propios desafíos pastorales:
"Id a las ovejas descarriadas de Israel"
Estamos en la periferia de la ciudad de Bata.
La parroquia Nuestra Señora del Carmen está en Bome y tiene a su cargo otras cinco comunidades, cada una de ellas con una capilla propia: Ntra. Sra. de Lourdes, San Miguel Arcángel, San Ambrosio y Santiago Apóstol son sus respectivos patronos.
Las atendemos dos sacerdotes, el P. Jacinto Edú y su servidor, P. José Luis Mangué.
Ovejas descarriadas de Israel
Bome, sede de la parroquia, es una comunidad heterogénea en su población: los autóctonos ndowe, los inmigrados fang, los extranjeros venidos de otros países africanos, los chinos y libaneses. Por otro lado, es un pueblo de segunda residencia, en el que vienen algún fin de semana gente que vive en la capital del país.
Religiosamente, diríamos que es una comunidad fría y amenazada por la presencia de sectas. Son “las ovejas descarriadas de Israel” a las que hemos de conducir a la grey del Señor.
Veintisiete años de sacerdocio
Llegamos a esta nueva parroquia, hace un año, con la experiencia de veintisiete años de sacerdocio gastados y desgastados en diversos servicios a la Iglesia local: Párroco de la Catedral y de San Francisco Javier, Delegado Diocesano de la Juventud, profesor del Seminario Mayor y Vicario del Clero. En la mente del obispo está el deseo de consolidar la presencia de la Iglesia Católica ahí, fortalecer la fe del pueblo y abrirla a las experiencias de otras comunidades con más recorrido y profundidad de fe.
Hemos empezado a reorganizar la catequesis en todos los niveles. El mayor reto es la formación de asociaciones de laicos y la catequesis de adultos.
También tenemos problemas de infraestructuras: no hay sacristía ni locales para reuniones, catequesis, ensayo de cantos, celebraciones paralitúrgicas,… Tampoco el templo está suficientemente equipado: falta una pila bautismal, vasos sagrados, manteles… Ahora me llevo un Vía Crucis costeado por las Carmelitas Descalzas de Boadilla del Monte y el año pasado las de San Lorenzo de E Escorial nos pagaron el sagrario.
Por esta razón, significa mucho para nosotros esta donación de ornamentos que hemos recibido de la Fundación CARF. Nos permitirá dignificar el culto y prestar un servicio más evangélico a la comunidad. En su nombre y en el mío os doy infinitas gracias.
Que el Señor nos mantenga unidos en su santo servicio y bendiga las obras de nuestras manos.