El pasado miércoles, tras el rezo de la Hora Nona, y reunidos en Capítulo General los monjes y monjas de la Fraternidad Monástica de la Paz (en presencia, represetando al obispo de Orihuela-Alicante, Jesús Murgui- de Juan Antonio González Magaña, delegado diocesano de Vida Consagrada), fue elegido nuevo Prior General el Hermano José Clemente, que se convierte en el primer sucesor del padre Alberto María Rambla, fundador del Instituto, fallecido el 29 de mayo.
El Hermano José nació en Yecla, Murcia, el 15 de agosto de 1962. Es Diplomado en Magisterio por la Escuela Universitaria de Alicante. Emitió su profesión solemne como monje de la Paz el 24 de enero de 1984 en el Monasterio de la Trinidad de Muchamiel, Alicante. El 1 de julio de 1989 recibió la ordenación sacerdotal en Logroño.
Hasta ahora servía al Señor en la Fraternidad Monástica de la Paz como vicario general, habiendo unido este servicio –junto a toda la comunidad- al de cuidador especial del padre Rambla a lo largo de los dieciocho meses de enfermedad que padeció antes de morir.
La Fraternidad Monástica de la Paz y toda la Comunión de la Paz ha vivido "estos días decisivos e históricos", explican en una nota de prensa, "profundamente unida en el Señor, en acción de gracias por el inmenso don que supone Su llamada a ser lo que somos y a vivir como la primera comunidad cristiana (Hch 2, 42-47), desde el lugar de la Escritura que el Señor confió al P. Alberto María como ´hogar´ de nuestro carisma: el pasaje del profeta Elías y la viuda de Sarepta (1 Re 17, 716), que providencialmente fue la primera Lectura de la Eucaristía del martes 10, día de comienzo de nuestro Capítulo General. Somos testigos, a lo largo de estos 34 años de vida, de que el amor del Señor es dinámico, creativo, elocuente y puntual, en signos, bendiciones y Palabras".
El Hermano José, una vez elegido, pidió con emoción a todos y a cada uno de los monjes y monjas una oración por el padre Alberto María. "En esta nueva etapa", concluye el comunicado del instituto, "descubrimos que el Señor nos ofrece el espejo que nos deja San Lucas en el libro de Hechos respecto a la Iglesia naciente. De hecho han sido la Ascensión y Pentecostés el corazón litúrgico de todos estos acontecimientos vividos".