Jim Perkl, de 62 años, es sacerdote en Burnsville (Minnesota, EEUU). Los feligreses de su parroquia le conocen por su espesa barba blanca y sus peculiares aficiones: deporte, su moto Kawasaki y su pasión por pintar iconos.
Conoció su vocación en un lugar milagroso
“Conocí mi vocación en el estanque de Betesda, en Jerusalén, durante un programa de estudios en el St. Olaf College”, cuenta en The Catholic Spirit. Era 1979 y aquel mismo día “mis compañeros dijeron que `ya que estamos todos de viaje, ¡no nos afeitaremos!´ Así empezó todo”, recuerda el padre Jim, que desde aquel día luce una frondosa barba, hoy blanca.
En 1984 se ordenó sacerdote. “Tras ordenarme, estaba en el seminario de St. John Vianney trabajando como director espiritual cuando escuché que se impartían unas clases de iconos. Nunca había cogido un pincel”, explica el sacerdote, aunque admite que sus padres sí pintaban.
Aprendió así a escribir iconos (pues, según la tradición griega, los iconos se 'escriben', no son meramente pintados). Esta disciplina se convirtió en su “otra forma de predicar y de anunciar el Evangelio”.
Para el padre Jim, “la pintura de iconos es un regalo de Dios. Él tiene su propia manera de relacionar ideas y sucesos, y la pintura de iconos, por ser un proceso silencioso y que favorece la oración, me ha ayudado en esa reflexión”.
¿Casualidades o señales de Dios?
Perkl recuerda algunas sorpresas que le han sucedido realizando algunos iconos. “Por ejemplo, hice uno para la sala de San Olaf en el seminario de San Pablo. Estaba realizando los últimos detalles y añadiendo pequeñas impresiones en el halo dorado. Era de noche y yo estaba muy cansado, pero de repente me vino un curioso pensamiento: `¡Cuéntalas! ¿Estás seguro de que quieres hacer más impresiones? Quizá ya esté terminado…´”.
Jim se apresuró a contar las impresiones y descubrió que eran 84, el año en que fue ordenado. “El sacerdocio te da un asiento de primera fila ante la vida, y los iconos te ayudan a pintar aquello que ves. Aquel icono, con sus 84 impresiones que significaban mi ordenación, era una anticipación de los seminaristas que contemplasen con aquel icono su próxima ordenación”.
El padre Jim Perkl, con algunos de sus iconos. A la izquierda, el Buen Pastor para la misión de Risen Savior en Filipinas (Catholic Spirit)
Sus iconos han dado la vuelta al mundo
Jerry y Barb Krosnowski son dos feligreses de la parroquia del padre Perkl en Burnsville que luchan contra el hambre en el Tercer Mundo. Desde 1967, Risen Savior Missions, el proyecto de este matrimonio, ha enviado a Filipinas más de 56 millones de comidas a los más necesitados, y el sacerdote quiso agradecerles su trabajo.
“Hice un icono del Buen Pastor para Jerry y las misiones, para mostrar como su proyecto ayuda a los niños y a los más necesitados, alimentándoles e impartiéndoles la eucaristía”, explicó el sacerdote, que incluyó fotografías de los niños junto a la alegoría de Cristo del Buen Pastor.
Desafiando un toro en España
Preguntado por sus aficiones, el sacerdote menciona que le gusta esquiar, patinar y caminar.
Recuerda especialmente “el año sabático que tomé antes de la pandemia. Hicimos el Camino de Santiago en España. Era el tercer pueblo por el que pasábamos en el que veíamos toros, y pensé: `El hombre contra el toro, vamos a hacerlo´”. Iban a correr delante de los animales.
“El toro nos embistió tres veces. Después hubo bebidas para todos, nunca había visto a gente tan feliz, pero mi sabiduría me dice que no vuelva a correr delante de los toros”.
El padre Perkl también tiene “una motocicleta, de la vieja escuela”, matiza: Una Kawasaki Concours 2000. “No la uso como medio de transporte diario, solo para hacer viajes largos, me resulta muy relajante. Un amigo de un feligrés se enteró de que necesitaba una moto, y entre los chicos de los Cursillos y los Caballeros de Colón me la regalaron”.
El sacerdote Jim Perkl imparte la bendición a un conductor (Catholic Spirit)
"¿A quién amas?", pregunta en las confesiones
Perkl disfruta viendo los frutos espirituales de la confesión. “Cuando me encuentro con penitentes que no saben ni por dónde empezar, les preguntó que a quién aman. Suelen responder que a su familia, a Dios y a los demás”, menciona el padre Jim.
“Entonces les preguntó de qué modo han hecho daño a sus seres queridos y comienzan a hablar de todo lo que han ocultado durante años. Ahí es cuando comienza el sacramento de la penitencia, y empiezan a sentir alivio de la carga que han llevado durante tanto tiempo. Es precioso presenciar la sanación espiritual del Señor”.
Reservar un lugar de oración en casa
“Jesucristo siempre desea penetrar profundamente el corazón de los fieles”, menciona el padre Perkl, refiriéndose a la importancia de la oración. “Antes de la pandemia, el padre Tim y yo invitamos a nuestros feligreses a reservar un lugar de oración en sus hogares, para darle a Jesús un lugar de descanso en el hogar.
El sacerdote concluye remarcando la importancia de la oración. “El domingo es el día de descanso, y oración. La mayor injusticia del mundo es olvidarse de agradecer a Dios, que todo lo provee”, explica. “Haciendo caso a la gracia en nuestra vida, nos aguarda un maravilloso mensaje que espera a ser descubierto”.