Vida Nueva (www.vida-nueva.com), el diario en español de la Arquidiócesis de Los Ángeles en Estados Unidos, presenta la historia de un joven sacerdote nigeriano que sirve a la comunidad hispana en California y que asegura que vive su vocación “desde el vientre” de su madre.

El Padre Kelechi Alozie sirve actualmente en la parroquia de la Sagrada Familia de Wilmington, California, un lugar en el que vive una gran cantidad de hispanos, especialmente mexicanos.


Desde el vientre de mi madre quise ser sacerdote”, afirma con sencillez y sin la más mínima duda, y explica que su venida al mundo fue respuesta a las plegarias y lágrimas de su madre que pedía a Dios un hijo varón tras dar a luz a cinco chicas.

“La cultura en Nigeria era un tanto machista, no se veía bien que una mujer fuera capaz de dar a luz únicamente a mujeres y por eso pidió a Dios con insistencia a un hijo con la promesa de dedicarlo a su servicio”, explica el sacerdote.

Dios la oyó y además del hoy padre Kelechi tuvo dos hijos varones más, de los cuales uno es sacerdote también y estudia un doctorado en la Pontificia Universidad Urbaniana en Roma.

Sus padres, Paul y Dorothy, lo han apoyado siempre, al igual que sus siete hermanos, entre ellos una monja que es profesora de inglés y directora de un colegio en Ananbra, Nigeria.



El padre Kelechi Alozie hoy, en EEUU


Kelechi hizo sus estudios de primaria y secundaria en Nigeria y estudió filosofía en el Seminario Mayor Claretiano de Nekede. Luego estudió Teología en la Pontificia Universidad Javeriana en Colombia.

Cuenta entre risas que llegó a Bogotá sin saber ni una palabra de español y por ello encontró dificultades en los estudios, pero agrega que, como a los cuatro meses, ya seguía las conversaciones y las clases en esa lengua. “Fue como un milagro”, afirma muy serio.

Tras comentar que le gusta mucho el español (dice que es una lengua "romántica y bella") el sacerdote afirman que en su país, Nigeria, se hablan al menos 250 idiomas, aunque el inglés es la lengua oficial

Desde cuando era pequeño -prosigue- quería ser sacerdote y me encantaba todo lo que tuviera que ver con la Iglesia: misa, celebraciones, etc.”.

Por ese motivo se hizo monaguillo cuando tenía diez años. Poco después, comunicó a su madre que “quería ser sacerdote y que, de no serlo, quería ser médico o abogado”.

Fue ordenado sacerdote el 25 de junio de 2008. Volvió a Nigeria donde trabajó como pastor asociado en dos parroquias y fue nombrado párroco de la parroquia Regina Pacis en Amaudara. Fue director de un colegio donde estuvo por más de un año.


Llegó a los Ángeles hace poco más de un año: “aquí me fascina. Esta parroquia de la Sagrada Familia es como un pueblo de México, con un 99 por ciento de hispanos. Me siento como parte de la familia hispana” y recita un verso de Jeremías: “La alegría es mi fuerza”.

Sobre su comunidad afirma que “me ayuda a mí porque son gente humilde, sencilla, valiente y que trabaja mucho en la Iglesia”.

Luego de contar que es muy bueno jugando al fútbol, el sacerdote deja un mensaje para los jóvenes: “que la alegría del Señor debe ser su fuerza. Que el único camino es Jesús que es el camino, la verdad y la vida. Los jóvenes deben enfocarse, no deben hacer caso de lo que otros les digan, por ejemplo compañeros, la televisión, etc. (…) tengan mucho amor a Dios porque éste nunca falla”.