El periodista francés Laurence Desjoyaux ha publicado una biografía del arzobispo de Bangui (República Centroafricana), el cardenal Dieudonné Nzapalainga titulada 'Vengo a traeros la paz'.
El cardenal Dieudonné es el más joven de los cardenales de la Iglesia: tiene 54 años. También es el cardenal al que más veces han apuntado en la cabeza con un arma. Las cosas no han sido fáciles las últimas décadas en la pobrísima República Centroafricana, asolada por las facciones de bandidos islamistas de Seleka (muchos de ellos extranjeros), y por los grupos de "autodefensa" reconvertidos también en bandidos llamados "anti-Balaka". Ha habido momentos en que las distintas facciones rebeldes controlaban el 80% del país. Hoy controlan un 20%.
El cardenal Dieudonné nació en Bangassou, ciudad en la son obispos los combonianos españoles Juan José Aguirre y Jesús Ruiz Molina.
Los "tres santos" constructores de la paz
En 2013, cuando acababa de ser nombrado arzobispo de Bangui, las facciones armadas se repartieron los barrios de la capital. Para trabajar por la reconciliación y evitar más violencia, los tres principales líderes religiosos lanzaron su Plataforma Interreligiosa por la Paz: el cardenal Dieudonné, el imán Omar Kobine Layama y el pastor protestante Nicolas Gbangou. Recorrieron todo el país y hablaron con líderes y jefes pidiendo paz. Muchos les llaman hoy los “tres santos de Bangui”.
En 2015 el Papa Francisco visitó Bangui para apoyar estas iniciativas y desde allí abrió el Año de la Misericordia el 30 de noviembre. Esa visibilidad daba más potencia a la capacidad pacificadora de los tres líderes. En noviembre de 2016 Francisco lo creaba cardenal.
En 2016, el cardenal y el imán Kobine recibieron el Premio Mundo Negro a la Fraternidad 2016 por su trabajo como constructores de la paz, que concede la prestigiosa revista de los misioneros combonianos.
La revista Ação Missionária de los religiosos espiritanos -congregación a la que pertenece Nzapalainga- recoge escenas duras de estos años. En 2017 los rebeldes atacaron Bangassou. El obispo Aguirre acogió en la catedral a las familias musulmanas que estaban siendo perseguidas y amenazadas de muerte (ReL lo contaba aquí). El cardenal pone este episodio como un ejemplo de trabajo interreligioso por la paz.
“Católicos, musulmanes y protestantes, caminamos juntos y todos hablamos de paz al pueblo”, dice el cardenal al periodista francés.
A veces ha acudido con sus manos vacías a grupos de rebeldes armados. Su madre le telefonea y le pide que no vaya a esos encuentros arriesgados. “Madre, soy obispo, esta es mi misión. No me pidas que no corra riesgos, no agraves mis problemas. Más bien, reza. ¡Si muero, sé por qué dejé esta vida!”, responde él en esos casos.
“Soy pobre, vengo de un país pobre. No tengo chófer, nadie me abre y cierra puertas. No dejo que la vanidad se haga cargo. Si hubiera aceptado su oferta, el gobierno me habría dado un coche y un guardaespaldas. Lo rechacé. Me quedo cerca de la gente. A mi casa vienen ministros y gente pobre. Recibo a todos. Y salgo a conocerlos a todos, sin pensar nunca si es arriesgado o no. No le tengo miedo al desafío de salir a las periferias. Me gusta estar ahí. Como dice el Papa Francisco, somos la Iglesia que sale hacia los demás”, añade.
Una buena forma de ayudar a los cristianos de República Centroafricana desde España es a través de la Fundación Bangassou, que envía ayuda directa desde hace años a los obispos españoles de Bangassou para mantener escuelas, talleres, dispensarios y multitud de proyectos más, muy necesarios tras los destrozos de los rebeldes.