En la visita que realizó a Irlanda el Papa Francisco presidió el Festival de las Familias, donde quedó visiblemente emocionado con el testimonio de Damien y Mary Richardson y sus 10 hijos, una historia de fe que superó numerosas dificultades, graves adicciones a las drogas y unas increíbles conversiones en Medjugorje, donde la Virgen actuó con fuerza. El fruto es la enorme familia que han logrado formar, anclada toda ella en una fe profunda y bajo la protección de María.

“Desde la oscuridad de la adicción hasta la alegría de la familia”. Así se define esta familia la obra de Dios en su vida, de haber pasado de jóvenes drogadictos a ser evangelizadores y padres de 10 hijos.

Alcohol, cannabis, éxtasis, heroína…

Damien, natural de Dublín, explica al Irish Catholic que dejó la escuela cuando tenía 15 años. “En ese momento me pasaban muchas cosas por la cabeza. Tuve pequeños trabajos, nada serio, y entonces me metí en el mundo de las drogas, a beber un poco y a fumar cannabis”, cuenta este padre de familia.

Sin embargo, con los años el consumo fue a más e inmerso en la cultura rave de festivales de música electrónica empezó con el éxtasis, y de ahí rápidamente pasó a fumar heroína. En pocos meses se convirtió en un verdadero adicto. Y para conseguir las dosis que su cuerpo le pedía se inició en la delincuencia por lo que acabó hasta en cuatro ocasiones en prisión.

Las drogas simplemente pasaron a ser una parte más de su vida. Reconoce que “llegué a pensar que la vida era así, tener estos sentimientos, esta estimulación y toda esa droga en mí”.

El empeño de su padre para llevarle a Medjugorje

Pero en 1996, cuando tenía 23 años, algo empezó a cambiar: “Mi padre era un hombre santo, siempre estaba rezando por mí. Estaba en un grupo de oración, y alguien le mostró un vídeo en el que salían dos chicas estadounidenses que hablaban sobre cómo habían estado en Medjugorje en una peregrinación y habían dejado de consumir drogas, eso cambió por completo sus vidas. Mi padre dijo: ‘bien, tengo que llevar a Demien a Medjugorje”.

Su padre le pidió que le acompañara y como este joven sentía que le había decepcionado tantas veces decidió ir. Pero lo que le convenció en realidad fueron las fotos de las playas de Croacia y  de las mujeres que salían en los folletos. De hecho, creía que en realidad iría ahí y no a un santuario mariano.

Pronto la realidad le puso en su lugar en Medjugorje. “Odié aquel lugar durante los primeros tres días, me odié a mí mismo, odié a mi padre, y durante esas tres noches no pude dormir debido a los efectos de la droga y el calor”, rememora. A pesar de ello, este irlandés asegura que sintió a Dios en su corazón una mañana cuando se quedó dormido brevemente en un banco junto a una estatua de la Virgen.

La “iluminación de la conciencia”

Finalmente, pasó en este santuario dos semanas y explica que sucedió lo que él llama “una iluminación de la conciencia” pues aunque a la vuelta a Irlanda siguió luchando contra su adicción “nunca robé después de ese momento. Algo pasó en mi interior”.

Tras la vuelta empezó a salir con Mary, aunque inicialmente de manera intermitente. Ella también era adicta a la heroína, y fue un amigo común quien los presentó. Tuvieron su primer hijo, Tammie, y empezaron juntos un programa de metadona. Sin embargo, seguían recayendo.

Una nueva ayuda en Medjugorje

Damien empezó a tener además comportamientos suicidas. Quería dejar las drogas pero no lo conseguía así que llegó a pensar que la solución pasaba por acabar con su vida. “En 2002 una de mis hermanas me llevó nuevamente a Medjugorje, y después de estar ahí unos tres días recuperé mis fuerzas”, cuenta. Ya con Mary había estado en este lugar en el pasado, santuario que ha acabado marcando la vida de esta familia.

En Medjugorje había una casa de la Comunidad del Cenáculo, que desde la fe ayuda a personas con adicción, pero Damien nunca los había tenido en cuenta. Pero en este viaje fue diferente. “Me acerqué  a uno de los jóvenes –explica- y le dije que era de Dublín, que había estado tomando drogas durante 14 años, que tenía tendencias suicidas y que había perdido la voluntad para vivir”.

Nunca olvidará la reacción del joven. Le miró fijamente a los ojos y le dijo: “Damien, las drogas siempre estarán ahí, eres tú el que tienes que cambiar y volver a Dios”.Entonces le informó que junto al santuario mariano de Knock, en Irlanda, se había abierto una casa de esta comunidad.

El cambio y conversión de ambos

En Knock estuvo durante un año, y luego le enviaron a la de Medjugorje durante otros cinco meses más. Su cambió era notable. Mientras tanto, Mary se había quedado con su padre y había empezado otro curso de desintoxicación.  “Cuando salí estaba viviendo un estilo de vida de oración y comenzamos a rezar juntos”, asegura.

Damien afirma además que “lo primero que quería hacer era ser bueno con Dios y casarme con María. Tuvimos una boda maravillosa y nos casamos en 2005”. Como no podía ser de otro modo en este matrimonio decidieron ir de luna de miel a Medjugorje para agradecer a la Virgen su ayuda durante todo ese tiempo.

Un matrimonio abierto a la vida

Desde entonces la fe no ha abandonado a este matrimonio. “La Adoración es clave, y la oración es para mí una gran parte de mi vida”, destaca el padre, que incide en la importancia del Rosario, el cual ha rezado siempre “en los últimos 16 años, y llevo sin la heroína desde hace 16 años. Esto es gran parte gracias a nuestra vida de oración”.

Una de las consecuencias de abandonarse en manos de Dios es el haber tenido otros nueve hijos más, todos menores de 15 años excepto Tammie, que nació cuando ambos eran adictos. “Estamos abiertos a la vida. Volvimos a la fe, y Mary y yo tenemos muchas experiencias vividas que la mayoría de las personas no han tenido. Hemos estado en la oscuridad de la adicción que no mucha gente experimenta, y cuando tuvimos una segunda oportunidad la agarramos con ambas manos”, concluye este matrimonio.

Publicado originariamente en Religión en Libertad el 15 de agosto de 2019