Un mes después de su cumpleaños, Rachel falleció en un accidente de tráfico. Su familia decidió hacer pública su historia y el deseo de la niña. Las donaciones empezaron a llegar. En menos de un mes, la ONG había recaudado 1,2 millones de dólares.
Con todo el dinero conseguido, Charity Water pudo construir varios pozos de agua potable en Etiopía, de los cuales se beneficiaron más de 30.000 personas de 143 pueblos distintos.
En el primer aniversario de la muerte de Rachel, sus padres y abuelos viajaron a África para comprobar, in situ, todo lo que se había conseguido gracias al pequeño gesto de su hija y nieta. En Etiopía se encontraron a miles de personas tremendamente agradecidas, que los recibían con los brazos abiertos, por hacer posible el sueño del agua corriente.
Los padres de Rachel también se encontraron en Etiopía una placa conmemorativa: “El gran sueño, visión y compasión de un mundo mejor de Rachel, vivirá entre nosotros para siempre”, se leía.