Brigilda proviene de una familia musulmana, apenas siendo bebé huyeron del comunismo de lo que ahora es Albania hasta Italia y una vez ya adulta para hacer su doctorado llegó a Burgos, ciudad castellana en la que se encontró a Dios y donde fue bautizada y recibió el resto de sacramentos de iniciación cristiana en la pasada Vigilia Pascual de manos del arzobispo Fidel Herráez.
“Me llamo Brigilda, tengo 26 años y nací en Durazzo (Albania). Soy hija única. A la edad de 2 años, mis padres decidieron dejar mi país por la dictadura comunista y buscar un lugar en Italia que les permitiera vivir en paz”. Así comienza la historia de fe esta joven italo-albanesa y que recoge la web del Opus Dei.
Su abuela le enseñó a rezar a Alá
Los padres de Brigilda y el resto de su familia eran musulmanes, aunque no practicantes, a excepción de su abuela, que fue la persona que la enseñó las oraciones en árabe y le habló de Alá.
Aunque admiraba a su abuela, Brigilda envidiaba a los niños católicos de su escuela en Italia, pues los veía comulgar en misa. Recuerda que “a los 9 años les dije a mis padres que quería hacer la Primera Comunión. Ellos me respondieron que me dejarían libre, pero que decidiría cuando creciera”, relata.
Su petición a ese Dios que no conocía
En este camino hacia la fe hubo un momento clave: un grave accidente de tráfico de su madre en el que estuvo a punto de morir. Brigilda rezaba sin saber a quién. “No conocía a Dios, pero le pedía con fuerza que salvara a mi madre”.
Finalmente, su madre logró sobreponerse ante la sorpresa de los médicos, que lo consideraron un verdadero milagro. Este acontecimiento unió aún más a la familia y sirvió también para ir dirigiéndola hacia Dios aunque en su adolescencia y los años de universidad vivió completamente alejada de cualquier tipo de fe.
Durante aquellos años se aficionó al boxeo y llegó a ser incluso campeona nacional. Estudió la carrera de Ciencias Biológicas y conoció a Salvatore, su novio. Más tarde hizo un máster en Biología y Biomedicina Molecular, logrando las máximas calificaciones. Pero pese a todo le seguía faltando algo.
Su llegada a Burgos
Brigilda pidió también en esa época una beca internacional de doctorado Marie Curie. Fue una de las pocas que pudo conseguirlo y empezó el doctorado sobre nanotoxicología. Su centro de investigación sería la Universidad de Burgos, en España.
Ya en España y buscar un piso cerca de la universidad vio cerca un templo nuevo, que resultó ser la parroquia de San Josemaría. Cuando pisó la iglesia descubrió que celebraban la fiesta de su patrón el 26 de junio, justo el día de su 25 cumpleaños.
“Empezó a gustarme Burgos, sus gentes, sus abundantes iglesias católicas… ¡Respiraba un ambiente cristiano y alegre! En esta ciudad castellana empecé a vivir de nuevo un periodo de reflexión y búsqueda de Dios”, señala.
"Dios mío, preséntame a alguien cristiano"
Un día, mientras cocinaba, en voz alta se dirigió al Señor: “Dios mío, no conozco a tu Hijo Jesús. Por favor, preséntame a una persona cristiana, católica al cien por cien, que sepa explicarme la Biblia y sobre todo la vida de tu Hijo”.
Unas semanas más tarde conoció en la universidad a Daniela, otra italiana que estaba también realizando en Burgos un curso de doctorado. Esta joven era católica y perteneciente al Opus Dei.
Brigilda, con el arzobispo de Burgos, monseñor Herráez, y la catequista que la preparó para su bautismo
Las lágrimas de la conversión
Ambas se hicieron rápidamente amigas. “Empezamos hablando de nuestros trabajos de investigación, y luego ella me empezó a hablar del Papa Francisco, del cristianismo y de Jesucristo. Yo rompí a llorar, porque en ese momento tuve la certeza de que Dios había escuchado mi oración, y Daniela era el instrumento que Él había puesto en mi camino”, cuenta..
Daniela le acompañó a la parroquia de San Josemaría y le presentó al párroco, y Brigilda comenzó una catequesis para prepararse para el bautismo. Durante nueve meses, martes a martes, fue conociendo las principales verdades de la fe gracias a Conchita, su nueva catequista.
El bautizo y una vida nueva
Después acudió a hablar con el arzobispo de Burgos, Fidel Herráez. “Este paso que vas a dar es un comienzo, un nuevo nacimiento que tendrás que ir alimentando”, le dijo el prelado muy contento tras conocerla.
La noche del 20 de abril, durante la Vigilia Pascual, y rodeada de su familia, sus amigos y su catequista, Brigilda recibió por fin el bautismo, junto a la confirmación y a la comunión. “Pude experimentar la misericordia de Dios Padre, ver y reconocerlo así, dispensador de un Amor Infinito hacia todos los hombres. Y luego la figura de Jesús, de ese Dios hecho Hombre que vino a dar su vida en expiación por todos nuestros pecados. Recordé entonces esas palabras de san Agustín: ¡Tarde te amé, Señor, belleza antigua y nueva! Jesús me liberó de todos mis sentimientos de resentimiento, aprendiendo a perdonar a quienes me lastimaron. Ahora me pregunto con frecuencia, ¿cómo logré vivir 26 años sin Él?”.