El Papa Francisco ha reconocido y ha hecho mención a las "virtudes heroicas" de la religiosa del Amor de Dios, María Rocío de Jesús Crucificado, andaluza cuyos restos se conservan en la capilla de la Casa Fundacional de esta congregación en Toro (Zamora).

La noticia se conoce precisamente cuando las Hermanas del Amor de Dios celebran los 150 años de de su fundación, según han recordado desde la Diócesis zamorana en una nota de prensa.

Se trata de un gran mensaje para este instituto de vida consagrada—fundado en la ciudad de Toro en el siglo XIX y con una importante presencia en la Diócesis de Zamora—y han recordado que María Rocío de Jesús Crucificado se encuentra en proceso de beatificación, y su causa fue iniciada en la Diócesis de Zamora, al igual que la del fundador de la congregación.

Según informó la Oficina de Prensa de la Santa Sede en un comunicado, el Papa recibió en audiencia privada al cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y durante el encuentro el Santo Padre autorizó a este dicasterio romano la promulgación de decretos relativos a varias personas en causa de beatificación.

Entre ellas, un decreto sobre la religiosa del Amor de Dios, que reza sobre "las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Sor María Rocío de Jesús Crucificado (nombre de pila: María Josefa Rodríguez Xuárez de la Guardia), religiosa profesa de la Congregación de Hermanas del Amor de Dios; nacida en Colmenar (Málaga, España) el 23 de mayo de 1923 y fallecida en Roma (Italia) el 30 de marzo de 1956".

Sor Rocío Rodríguez Xuárez de la Guardia, religiosa del Amor de Dios, nació en Colmenar (Málaga) en 1923.

De familia cristiana, pertenecía a la Alianza en Jesús por María y, acabados los estudios y cumplidos los 21 años ingresó en la congregación de las Religiosas del Amor de Dios, cambiando su nombre de bautismo por el de Sor María del Rocío de Jesús Crucificado.

Fue, según han comentado desde la Diócesis, servicial, cercana a todos y humilde; el amor a Jesús Eucaristía y a la Virgen María caracterizó su vida de seguidora de Jesús.

Profesó el 19 de julio de 1947, día que consideraba el más feliz de su vida: "conservo un grato recuerdo de él. Se lo he dado todo a Él. Le he dicho que Sí a todo y quiero seguir diciéndoselo siempre y decírselo sonriendo".

Los últimos años de su vida los pasó en Roma. Por su enfermedad, sabía lo que le esperaba: "no tengo miedo a la muerte, el Cielo me lo regalarán porque yo no soy capaz de ganármelo aunque viva hasta el fin del mundo". Murió la madrugada del 30 de marzo de 1956, Viernes Santo.

Sus restos se trasladaron en 2001 a Toro, donde reposan desde el año 2004 en la capilla de La Casa Funcional del Amor de Dios.

Tras la presentación, por parte de la congregación de Hermanas del Amor de Dios, del documento conocido como positio -un informe exhaustivo sobre la vida de Sor Rocío-, el congreso de los teólogos consultores de la Congregación para las Causas de los Santos, dio respuesta positiva a la pregunta sobre el ejercicio de las virtudes heroicas por parte de la Sierva de Dios Sor Rocío de Jesús en noviembre de 2012.

Concluía así la primera fase de este proceso de reconocimiento de las virtudes. La segunda fase consistió en que la congregación ordinaria de cardenales y obispos presentara también su parecer favorable sobre dicho ejercicio heroico de las virtudes, lo mismo que hicieron antes los teólogos.

Por último, el cardenal Amato presentó una relación detallada de las dos fases precedentes al Papa para que éste ratificara, como ha hecho el viernes pasado, el voto de la Congregación para las Causas de los Santos, y autorizara a publicar el decreto por el cual se declara "Venerable" a Sor Rocío.

Una vez se haya publicado este decreto, se inicia estrictamente el proceso de beatificación, que culminaría, en su caso, con la declaración de beata de la que ahora va a ser venerable, y que daría paso al camino hacia la canonización o inclusión en la lista de los santos de la Iglesia católica. Para que un venerable pueda ser beatificado, es necesario que se haya producido un milagro debido a su intercesión y, para que pueda ser canonizado, se precisa un segundo milagro que ha de realizarse tras su beatificación.