Pero, ojo, no son deportes "blanditos": son deportes de tipos duros... Muy duros. Las "Femen" y otros activistas escandalosos harán bien de mantenerse apartados de su camino...
Estos son nuestros protagonistas:
1- Un archimandrita (obispo) en chándal y con su cinturón negro de taekwondo, capellán de las fuerzas especiales de la Policía rusa
2- un higúmeno (abad) experto en sambo (artes marciales rusas),
3- un párroco experto en sectas, drogas, lucha libre y levantamiento de pesas,
4- otro párroco, medalla de plata en el mundial de 2010 de levantamiento de pesas,
5- un cura que boxea para pagar la construcción de su parroquia,
6- un párroco campeón mundial de lucha grecorromana,
7- un pope entrenador de parkour: el deporte de los obstáculos urbanos
Serguey Lukashenko nació en 1952, se graduó en la facultad de Matemáticas Aplicadas en la Universidad de Leningrado, fue ordenado en 1983 (época comunista), monje en 1986, archimandrita (obispo) en 2003. Tiene cinturón negro de taekwondo y de joven estaba volcado en el atletismo y las artes marciales hasta que una lesión cortó su carrera deportiva.
Es el director espiritual de los SWAT rusos, la llamada "División Alfa", es decir, los cuerpos especiales de la Policía. También es el director espiritual de un monasterio. No se sabe si es más duro con los monjes o con los agentes especiales.
No le faltan otros cargos civiles y eclesiásticos: presidente del tribunal eclesiástico de la diócesis de Yaroslavl, director espiritual del centro diocesano educativo-espiritual “Yaroslavskiy Blagovestnik”, consiliario de la Unión Rusa de Artes Marciales... y en el mundo civil, es copresidente de la Unión de Deportes No Olímpicos y Nacionales de Rusia, y vicepresidente de la Unión de Artes marciales de la Región de Yaroslavl.
Lo mismo te hace una llave, que te impone una penitencia o te empapela con burocracia: ¡un hombre peligroso!
Lo mandaron a Londres 2012 como director espiritual de la selección olímpica rusa, para que nadie se relajara. En cambio, ahora, en Sochi, está sólo "de reserva", apoyando: la asistencia espiritual para ortodoxos la organiza la diócesis de Krasnodar. Él acude con su chándal de la selección para animar a los muchachos.
El archimandrita Silvestre dice que su arma principal es la oración: “Rezo por los nuestros, los bendigo y converso con ellos. Entre nuestros deportistas hay muchos creyentes sinceros. Les digo que si esta vez no ha habido victoria, la habrá después. La derrota es temporal. Se nos da para vencer luego”.
Hablando, no parece tan duro...
Níkon Poliakov es higúmeno (abad) del monasterio de San Nicolás en Saratov. Nació en 1973, se graduó por la Universidad Estatal Pedagógica de Moscú y en el seminario de la capital. En la juventud practicaba lucha libre y sambo: el estilo de artes marciales mixtas ruso. Luego pasó al judo.
Cuando se convirtió a una fe intensa, cambió su actitud para con el deporte y se hizo monje. Le gusta ser muy preciso en su valoración.
“El deporte ha de conocer su lugar en la escala de valores. Por ejemplo: si a mí, sacerdote, acude un deportista y me pregunta si es pecado querer ser campeón, necesito estudiar la cuestión en cada caso individualmente. ¿Cómo coordina este deportista su meta vital – la salvación de su alma – con lo que quiere alcanzar en el deporte? Si el campeonato es para él una etapa pasajera, si la victoria no requiere todas sus fuerzas anímicas y espirituales, ¡bien, no hay problema, que Dios le ayude! Pero si por ser campeón está dispuesto a vender su alma al demonio… ¿tiene sentido para un cristiano ortodoxo practicar un deporte? Pensemos también si llega a un cierto nivel y luego le ofrecen doping... ¡No! Pero si trabaja honestamente, el deporte le puede, en cierta medida, ayudar a acercarse a Dios”.
Este párroco siberiano es otro hombre polivalente, casi renacentista. Es el responsable de la catedral de San Alexander Nevskiy en Novosibirsk y un experto en drogas y sectas. Dirige las colonias infantiles de rehabilitación sanitaria Serafín de Sarov. Dirige una comunidad masculina ortodoxa especializada en la rehabilitación de drogodependientes bajo la advocación del mismo santo. Y además es hombre de letras y arte: guionista y director de películas documentales: “Ruptura” (sobre el centro de rehabilitación), “El Zar de Bulgaria” (sobre Simeón II) y “No me importa” (sobre drogodependencia), presentadas con elogios en festivales internacionales.
Nacido en 1962, de joven practicaba culturismo. Luego pasó a la lucha libre del "estilo Kadochnikov" (muy popular entre militares y con 50 años de arraigo: http://kadochnikovsystem.com/home/about/.) Ahora, entre su lucha contra las sectas y las drogas, aún le queda tiempo para el el levantamiento de pesas. Su dedicación seria al deporte comenzó tras una enfermedad grave en 2000.
“Me sacaron del hospital en silla de ruedas: no caminaba, apenas hablaba. Pero no quería rendirme. Entonces comencé a hacer deporte y si no fuera por la enfermedad, nunca llegaría a las metas que he alcanzado. El camino al deporte me indicaron nuestros chicos del centro de rehabilitación, ex drogadictos que ahora viven y trabajan en nuestras comunidades ortodoxas. Conjuntamente decidimos que el proceso de rehabilitación tenía que ser plural: oración, trabajo y deporte, para los ratos de ocio”
“Todas mis actividades, tanto deporte como cine, es mi homilía. El entrenador me dijo que desde que he venido al gimnasio, los chicos dejaron de decir palabrotas. Muchos deportistas se me acercan después del entrenamiento, a veces durante, pidiendo respuestas a preguntas dolorosas. Mis colegas deportistas pierden sus miedos respecto a una sotana sacerdotal. Es triste cuando en la relación entre un laico y un sacerdote hay una barrera, un miedo que no deja acercarse y hablar sobre algún tema vital”.
Este hombre musculoso y fortísimo es el párroco del templo de la Dormición en el pueblo de Chervonoarmeiskoye, en la región de Odesa. Fue policía durante varios años antes de ser sacerdote. Ya entonces practicaba el levantamiento de pesas. Y con el tiempo mejoró: es medalla de plata del campeonato mundial de levantamiento de pesas de 2010, entre otros logros.
Como suele suceder entre el clero secular ruso, está casado y tiene dos hijos (los monjes no se casan, y los obispos se eligen de entre el clero célibe; además, los ortodoxos no casan a su clero, sino que ordenan a hombres ya casados, que es distinto. Quien se ordena soltero, opta por el celibato).
“Practico deportes desde hace tiempo. Voy a la iglesia desde que me alcanza la memoria. Todas mis abuelas, otros familiares eran gente muy creyente. En casa siempre había iconos, celebrábamos todas las fiestas y guardábamos los ayunos. Por eso, la decisión de servir a Dios no creció en un sólo día”.
“No puede haber contradicciones en practicar deporte y la religión. La persona que en el deporte sigue el camino difícil del deportista profesional, aplica unos esfuerzos titánicos. Es una especie de predicación, una predicación de un estilo de vida sano y no el que elige la juventud, pasando horas en el bar o frente al ordenador.”
Es el cura de Nuestra Señora Balykínskaya en Nelidovo, en la región de Rzhev. Es de los más jóvenes de este grupo: nació en 1978 y antes de su ordenación ya se dedicaba al combate sin reglas. Una vez ordenado sacerdote, dejó de combatir, pero organizaba el ocio deportivo de los niños enseñándoles artes marciales. Sus pupilos participaban y ganaban en las competiciones.
Pero en 2007 las cosas cambiaron: se animó a participar en un campeonato regional de boxeo, lo ganó y siguió… Ahora lucha como boxeador profesional. Como lleva el pelo largo de un sacerdote ortodoxo, ha de acordarse de recogérselo en colas, como vemos en la foto bajo estas líneas mientras demuestra la fuerza de su derechazo.
Boxea con un objetivo: los honorarios de sus victorias los dedica a construir una nueva iglesia de Nelidovo.
Pelea, pero no quiere hacer daño a nadie.
“Antes del combate le pido a Dios: lo importante es que no le haga daño a nadie, ni otros me hagan daño a mí. Mi obispo me dio su permiso, dice que es una buena causa. Todo depende de lo que cada uno ve en el boxeo. Unos ven pegar puñetazos, y otros, un arte, una fuerza del espíritu.”
Es párroco del templo de San Elías en Barkovo, en la región de Moscú. Nació en 1973 y desde niño era creyente y practicante. También desde niño le gusta la lucha: ya a los 11 años empezó a practicar lucha clásica. Ha sido dos veces campeón de Rusia de lucha grecorromana y en esta categoría tiene una copa mundial. Revestido para la misa (en la foto bajo estas líneas) no se ven los músculos poderosos.
“En el deporte, hay aspectos positivos y negativos. Si el deportista es un sincero creyente, tiene una base espiritual fuerte, tiene conciencia, está capacitado para controlarse, regular los momentos difíciles de su carrera profesional. Sólo así, me parece, es posible minimizar los aspectos negativos del deporte”.
Es el sacerdote del templo de la Presentación en Boljov y el cura más joven de la diócesis de Orel-Livny. De jovencito, impresionado por las películas de Jackie Chan, se aficionó al "parkour", el arte de desplazarse con agilidad a través de obstáculos urbanos. No dejó su deporte favorito tras ordenarse sacerdote: creó un equipo municipal de deporte callejero “Autstreet”. Entrena a adolescente y jóvenes, y da clases de parkour, acrobacia callejera y street workout.
“Muchos dicen que el trabajo de sacerdote no es compatible con el parkour. Mi mujer tampoco me entendía, tenía miedo de los accidentes. Pero llegamos a un acuerdo. Ella trabaja en una escuela dominical, con los niños, y yo hago lo mismo: intento ayudar a los chavales. Tuve entrevistas con los tres obispos que en los últimos años ocuparon la cátedra de Orel-Livny, todos ellos me apoyaron”.
Un cura ortodoxo necesita más permisos... no basta el de los obispos, ¡también ha de entenderlo su mujer!
Los deportistas rusos, y probablemente todos los demás en Sochi, cuentan con las oraciones de estos curas.
Unos tipos muy duros... que reconocen que, al final, hasta el hombre más fuerte está en manos de Dios.
(Con la colaboración de Tatiana Fedótova para las traducciones del ruso)