En el deporte profesional y especialmente en el fútbol de élite estamos ya acostumbrados a ver a jóvenes ricos, con coches de alta gama y numerosos tatuajes. La presencia de la religión es escasa o casi nula, salvando algunas excepciones en las que tan sólo unos pocos deportistas han hecho gala de su fe en público.
Igualmente, entre los que se declaran religiosos tampoco destacaban en abundancia los católicos. Pero los hay. En la selección española hay por ejemplo un ferviente católico como Jesús Navas, que en sus botas lleva inscrito ‘Dios es amor’. Otros jugadores llevan en sus espinilleras a San Josemaría Escrivá de Balaguer, como el atlético Mario Suárez; o la Virgen de Montserrat como la joven promesa ahora en Inglaterra, Gerard Deulofeu. E incluso en el Málaga juega Roque Santa Cruz, que carga todas las semanas las pilas delante del Santísimo.
Sin embargo, en la Liga española hay otro futbolista religioso y que ha hecho gala de su catolicidad desde que llegó a España. No es otro que el portero brasileño del Valencia, Diego Alves. Es internacional con Brasil y uno de los porteros con más cartel de Europa. De hecho, está en la agenda del FC Barcelona para la próxima temporada.
Aunque se hizo un nombre en España jugando en el Almería, donde nunca ocultó su fe, en el Valencia pronto dejó claras sus creencias. “La Virgen siempre me acompaña. Yo soy una persona muy religiosa y siempre estará conmigo”. De esta manera hablaba Diego Alves el día de su presentación.
Y es que Alves es un gran devoto de la Virgen de Aparecida, patrona de Brasil. Precisamente esta advocación ha tenido una influencia importante en el Papa Francisco. Precisamente en Aparecida, el entonces cardenal Bergoglio presidió en 2007 la Comisión que redactó el documento final del Celam, una conferencia en la que el ahora Papa mostró su carisma y liderazgo y que marcaría años después su llegada al papado.
La devoción a la Virgen de Diego Alves ha copado numerosas páginas de los diarios deportivos españoles, extrañados por las creencias de este portero puesto que veían que en todos los partidos llevaba consigo una medalla de Nuestra Señora de Aparecida a la que daba dos besos antes del partido y que colocaba junto al palo de su portería.
En una entrevista con unos jóvenes católicos, Alves explicaba el por qué de su devoción mariana. “Es un regalo de mi tía, que era muy religiosa pues yo estaba viviendo momentos malos en mi vida. Me la regaló y me dio consuelo. Me pasaron muchas cosas buenas en la vida y comencé a conocer mucho más a la Virgen”. Por ello, cuenta que ahora la Virgen es como los guantes, “la llevo siempre conmigo a todos los partidos, me da seguridad y consuelo”.
Y además es literal puesto que su devoción se ha trasladado a los guantes, donde se ha grabado la imagen de la Virgen de Aparecida. Ahora literalmente es ella la que para los balones que le llegan. “Cuando surgió la oportunidad de confeccionar unos guantes con un diseño especial no lo dudé ni un segundo, la Virgen me ha acompañado siempre y poder tenerla conmigo en mis guantes es algo muy especial”, aseguraba.
Diego Alves se ha ganado merecidamente en el mundo del fútbol el apodo del “para penaltis”. Ningún portero hace que la portería se le haga tan pequeña a los delanteros desde el punto de 11 metros. En su trayectoria en España ha parado 12 de los 24 penaltis que le han lanzado, la mitad. Un porcentaje increíble que no tiene parangón actualmente.
Al igual que la Virgen ha sido clave en su trayectoria profesional, el portero brasileño relata sincero que sin la familia todo esto hubiera sido imposible. “La familia es el punto más grande e importante que tenemos. Para mí ha sido la base de todo. Si estoy aquí y tengo la cabeza que tengo es por culpa de mi familia”, afirma Alves.
Tanto el portero brasileño como sus compañeros y rivales que les visiten en el estadio de Mestalla podrán encomendarse igualmente a la Virgen desde que el pasado mes noviembre el arzobispo de Valencia, monseñor Carlos Osoro, bendijese la capilla que está junto a los vestuarios tras ser restaurada.
El arzobispo acudió a esta bendición junto a todo el seminario valenciano y estuvieron en una capilla en la que “durante muchas temporadas los jugadores han podido demostrar su fe a nuestra patrona antes de los encuentros”.
Originalmente, la capilla fue construida en 1964 y alberga una imagen de la Madre de Dios de los Desamparados, patrona de Valencia y tras su bendición por parte de Carlos Osoro, Alves podrá dirigirse también a la patrona de la ciudad que le acoge y pedir protección para él, sus compañeros y sus rivales. Porque ante todo el fútbol es y debe ser un deporte.