Fiona Hughes es la fundadora de la agrupación Three Notch'd Road y ha interpretado a los grandes exponentes de la música clásica en multitud de festivales. Criada en una familia protestante, San John Henry Newman y la misa en latín motivaron su conversión con 31 años. Desde entonces, la fe le ha hecho redescubrir la espiritualidad de la música y su relación con la Iglesia y la evangelización.
Entrevistada en National Catholic Register, cuenta como aporta su “pequeña vocación como músico” al servicio de otra vocación más grande: su fe.
Atraída por la Virgen siendo protestante
Fiona nació en 1986 y se crió en el norte de Nuevo México (Estados Unidos). Recuerda que desde su infancia se sintió atraída por la Virgen de Nuestra Señora de Guadalupe, pero no la miraba porque su familia y amigos, todos protestantes, le decían que era idolatría. Hoy es su imagen mariana favorita.
Desde su infancia, Fiona quiso dedicarse a la música. “Sentí escalofríos por la espalda cuando escuché por primera vez un violín”, cuenta al Register. Más tarde, estudió en prestigiosos conservatorios de Cleveland y Oberlin, donde se dedicó a la interpretación barroca.
San John Henry Newman, clave en su conversión
Con 12 años se mudó con su familia al centro de Virginia, y desde entonces sus padres la animaron a “seguir a Dios dondequiera que Él le llevase”. Esto le condujo a una iglesia anglicana en la que estuvo diez años. Allí “aprendí a amar la profundidad de las tradiciones litúrgicas”. Poco después comenzó a leer a San John Henry Newman: “Fui sorprendida por la belleza y el misterio de la misa en latín”. Se encontró rezando su primer rosario, “con miedo y temblando”.
Fiona Hughes, una temprana vocación musical. Foto: Three Notch'd Road.
“Como violinista especializada en interpretación histórica, estaba cada vez más rodeada de música sacra y los grandes compositores y sacerdotes que la escribieron”, explica. “Esto me sirvió para fortalecer mi fe en general y me acercó constantemente a la Iglesia católica”.
Finalmente, Fiona recibió los sacramentos de iniciación durante la vigilia pascual de 2017.
“Estaba concentrada en los sacramentos que iba a recibir, especialmente la Eucaristía, tratando de no distraerme pensando en la música, pero el Exultet era algo para lo que nadie me había preparado. Nunca en mi vida me había asombrado tanto el poder de una interpretación musical como ese momento, y es algo que espero recordar siempre”.
Fiona Hughes interpreta "La Asunción de la Virgen" de Heinrich Biber (1644-1704).
La música, ¿puede afectar al alma?
Desde entonces, Fiona dedica gran parte de su trabajo a “conectar a los oyentes con la cultura del pasado, con las ideas, emociones y valores presentados en la música”, ya que “desde una perspectiva cristiana, lo que escuchamos puede influir en nuestra alma y la correcta adoración de Dios”.
Como ejemplo, Fiona menciona que “es importante responder a Dios con la emoción adecuada, como la tristeza en viernes y el triunfo el Domingo de Resurrección”, y "comprometer el intelecto con la música que expresa el orden de la creación”.
Música para rezar y ser rezada
“A lo largo de 10 años trabajando en repertorio barroco (desde principios del siglo XVII hasta mediados del XVIII) y conociendo las épocas renacentista, medieval y clásica, comencé a observar lo modesta que es la Iglesia con sus propios tesoros musicales, incluso siendo su mismo origen”, explica.
Entre esta relación, Hughes destaca los vínculos que se producen entre la oración y la interpretación del músico. Un ejemplo de ello son “las Sonatas del Rosario para violín de Heinrich Biber”, que para la violinista “son un ejemplo de música para la oración”. Estas piezas, añade, “necesitan un enfoque de meditación por parte del intérprete”. Advierte que una de ellas “tiene un pasaje de notas lentas que crea una tensión en los músculos del violinista y expresa el peso de la Cruz”, entre otros detalles.
"La Presentación en el Templo", otra de las sonatas de Biber interpretada por Hughes.
Buscando arte y belleza, muchos acaban en misa
Hughes afirma que estamos asistiendo a un silencioso e inesperado “renacimiento musical católico” y paradójicamente, la pandemia lo ha potenciado.
“La misa católica ha sido el único lugar en el que se han realizado interpretaciones musicales. El mismo santuario Nacional en Washington ha seguido empleando excelentes músicos para sus misas”.
De hecho, destaca que “hay amantes de la música que ni siquiera son católicos y ven las retransmisiones de las misas en directo, participando de la belleza de la liturgia por ser el único centro de representaciones musicales de las ciudades”.
La música no es entretenimiento, es esencial
La violinista observa que “Occidente concede una importancia excesiva a la salud física, en el sentido de que las cosas que pertenecen al cuerpo son esenciales, pero las que pertenecen al alma no tienen esta consideración”.
Consecuencia de ello es que “lo musical acaba siendo un simple entretenimiento”. Sin embargo, por su propia experiencia, Hughes ha vivido cómo, “en medio de la pandemia, la música ha demostrado ser una fuente de esperanza". Algo "espiritualmente esencial”, concluye.