El XIX fue un siglo convulso en toda España. El país sufrió guerras nacionales (de Independencia) y civiles (las 3 carlistas). Atravesó monarquías, repúblicas y dictaduras. Asistió a múltiples pronunciamientos militares. Se debatió entre fuertes tensiones religiosas y antirreligiosas. Y también vio nacer, crecer y morir a muchos santos y santas.

El Papa Francisco habló sobre el papel de la mujer en la Iglesia en su famosa entrevista concedida a La Civiltá Cattolica, publicada en septiembre de 2013. En ella el Santo Padre pedía desarrollar "una teología profunda de la mujer" y se manifestó a favor de que "el genio femenino esté en donde se toman las decisiones importantes". Todo ello "sin confundir la función con la dignidad".

En este sentido recordó que la Virgen María es "más importante que los obispos". Al final, la Iglesia busca generar santos, vidas ejemplares por su amor, y no gestores o mandatarios.

Estas son algunas de las mujeres cristianas ejemplares que dio Cataluña en el siglo XIX, cuyos frutos perduran en esta región, en España entera y en el mundo. Son las que aparecen enumeradas en el libro Cataluña hispana, de Javier Barraycoa (se puede adquirir aquí) Hay santas, beatas, venerables. Todas fueron grandes mujeres, muchas de ellas pioneras en abrir caminos en la sociedad que entonces les estaban vedados. Magníficos ejemplos del papel trascendental, de liderazgo y emprendimiento de la mujer en la Iglesia.

1. María Rafols, enfermera y heroína de Zaragoza

La Madre María Rafols nació en 1781 en Vilafranca del Penedés (Barcelona). Hija de un molinero, tras la muerte de su padre ingresó en el monasterio femenino de San Gervasio, de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, en 1794. En 1803 ayuda a combatir la peste desatada en el entorno de Barcelona, y ese mismo año conoce al padre Juan Bonal, con quien funda el Instituto de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana. Hoy tiene cerca de 300 comunidades repartidas por los 5 continentes.

Fue nombrada la primera superiora general con sólo 23 años. El día de los Santos Inocentes de 1804, en carros, con doce hermanos y doce hermanas de la Caridad, viaja de Barcelona a Zaragoza para servir a los enfermos del Hospital de Nuestra Señora de Gracia. Allí se asilaban todo tipo de enfermos, dementes, niños abandonados y otros desvalidos.  

Otro de los pasos innovadores de la Madre Rafols fue presentarse, junto con otras hermanas, a un examen de flebotomía convocado por la Junta aragonesa. Aprobar este examen la habilitaría para realizar operaciones de sangría, tan frecuentes en aquel entonces. En aquella época era casi inconcebible que una mujer se presentase a este tipo de examen. 

Zaragoza la nombró "Heroína de la Caridad" debido a su valentía y su acción durante los sitios de la ciudad en la Guerra de Independencia. La imagen debajo de estas líneas representa el momento en el que la Madre Rafols se arriesgó a atravesar a cruzar al campamento francés, para postrarse ante el mariscal francés Lannes y conseguir de él atención a enfermos y heridos. Rafols atiende a los prisioneros españoles e intercede por ellos, logrando en algunos casos su libertad. 

La Madre Rafols, heroína de los Sitios de Zaragoza, con el general Palafox, en la miniserie Heroínas con Maña.

2. Ana María Janer, fundadora de colegios

Ana María Janer nació en 1800 en Cervera (Lérida). Entró como hermana de la Caridad en el hospital de Cervera donde cuidó a los enfermos y educó a las niñas, en un momento especialmente difícil debido a las guerras carlistas. En 1836 el gobierno liberal decretó la expulsión de las comunidades religiosas de las obras sociales y educativas. Ana María se exilia en Francia hasta 1844.

En 1849 se ofrece como voluntaria para trabajar como Hermana en la institución de caridad en la casa de Misericordia de Cervera. Durante 10 años atiende huérfanos, a niños de familias pobres, a jóvenes discapacitados y a ancianos. El obispo de Urgell le llama en 1858 para hacerse cargo de la dirección del hospital de la Seu. Allí funda Janer su Instituto: las Hermanas de la Sagrada Familia de Urgel. Funda colegios, hospitales y casas de la caridad en Urgell, Solsona y Barcelona. Actualmente se encuentran en 11 países, al servicio de los más pobres y necesitados.

3. Carmen Sallés, con las mujeres marginadas

María del Monte Carmelo Sallés y Barangueras nació en Vic (Barcelona) en 1848. Dos hechos importantes marcaron su infancia: cuando tenía 6 años Pío IX promulgó el Dogma de la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre de 1854. Carmeta vivió intensamente este acontecimiento, con toda la población. Cuatro años más tarde se apareció la Virgen en Lourdes a Bernardette, el 11 de febrero de 1858; ese año ella peregrinó con su familia a Montserrat y recibió su Primera Comunión, momento en el que decidió consagrarse a Jesucristo.

Tuvo que luchar para oponerse al matrimonio con un joven manresano a quien la habían prometido. Ingresó en el noviciado de las Adoratrices, que se dedicaban a la recuperación de mujeres marginales, por la delincuencia o la prostitución. Decidió dedicar la vida a la formación de la mujer, para que pudiera ocupar en la sociedad el lugar que le correspondía, en cualquier clase social en que se encontrase. En 1892 funda en Burgos la Congregación de Religiosas Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza. A pesar de las presiones laicistas y anticlericales de la época, fundó 13 casas de María Inmaculada en ciudades y pueblos de España. Hoy la comunidad lleva su labor a 17 países del mundo.

El cuerpo de esta santa catalana descansa en el colegio de las concepcionistas de Madrid (en la foto), donde los niños suelen pasar a "saludarla" y rezar.

Los alumnos de las Concepcionistas en Madrid suelen saludar y rezar con el cuerpo de la fundadora, Carmen Sallés.

4. Catalina Coromina, cuidando a los enfermos 

Catalina Coromina Agustí nació en 1824 en Santa Eulalia de Pardines (diócesis de Vic) en el seno de una familia de campesinos. No pudo ir a la escuela y de joven ayudaba a los suyos en el campo. Sus padres y el párroco le dieron una adecuada formación cristiana, hasta el punto que las otras jóvenes la consideraban un modelo de vida cristiana.

Con 28 años fue a servir a casa de un sacerdote, que le enseñó a leer y a escribir. En su tiempo libre, se dedicaba al cuidado de enfermos, lo cual le inspiró su Instituto. En 1877 fundó y se aprobó el Instituto de las Hermanas Josefinas de la Caridad. En pocos meses sus compañeras la abandonaron, asustadas por la precariedad en la que desarrollaban su labor. Pero, en los años sucesivos, llegaron otras jóvenes dispuestas a ayudarla.

5. Teresa Gallifa, con las jóvenes embarazadas

La venerable Teresa Gallifa Palmarola nació el 21 de julio de 1850 en la pequeña localidad de San Hipólito de Boltregá, cerca de Vic (Barcelona). Sus primeros trabajos fueron como pastora de un rebaño de ovejas y en un telar.

Después trabajó en casa de un sacerdote, que le descubrió la vida de oración. Se casó y dio a luz a 5 hijos, aunque sólo uno de ellos alcanzaría la edad de 17. A los 32 años quedó viuda con dos hijos y acudió a pedir ayuda a la Virgen María. Se vio obligada a pedir limosna de puerta en puerta y a comer en un asilo.

Después de buscar infructuosamente empleo y de coger fuerzas en el santuario de Montserrat, en Vic el doctor Valentín Santol le forma en obstetricia y le permite trabajar de comadrona. Pero ella necesita el título oficial para seguir esta carrera.

Se matricula por libre, aprueba los exámenes, la reválida y lo obtiene. Muy devota del Señor en su Pasión, funda la orden de las Siervas de la Pasión. Con sus compañeras dedica su vida a la atención de mujeres embarazadas, sobre todo para evitar abortos, y a la catequesis y la educación de mujeres jóvenes. Hoy tienen presencia en España, Camerún y México.

6. Santa Joaquina de Vedruna, madre de religiosas

Santa Joaquina de Vedruna nació en Barcelona en 1783. Su padre, Lorenzo, era un acaudalado miembro de la burguesía catalana y alto cargo del gobierno, y su familia era muy católica. Quiso ingresar en las Carmelitas Descalzas a los 12 años, pero la superiora le recomendó volver a casa y obedecer a sus padres. Así, se casó a los 16 años con Teodoro de Mas, de aristocrática familia de Vich, con quien tuvo ocho hijos y muchos nietos. Cuatro de sus hijas y varias de sus nietas optaron por la vida religiosa.

El esposo de Joaquina, que había luchado en la guerra contra Napoleón, murió a los 42 años. Ella quedó viuda y con 8 hijos a la edad de 33. De inmediato dejó sus antiguas vestimentas y se volcó en la ayuda a pobres y enfermos. Dedicó diez años a penitencias, oraciones y continuas obras de caridad.

Tras conocer al capuchino padre Esteban fundó las Carmelitas de la Caridad, una comunidad dedicada a la vida activa de apostolado. Ahora cuenta con 2.700 religiosas repartidas en 290 casas en el mundo. Cada año hay unas 40.000 niñas que son educadas en sus colegios y 4.500 personas atendidas en sus hospitales. (Bajo estas líneas, los restos de Santa Joaquina)


El cuerpo de Santa Joaquina Vedruna descansa en el Manso Escorial de Vic, origen de su congregación.

7. María Güell, fiel a la Caridad

La venerable María Teresa Úrsula Güell i Puig nació en Valls (Tarragona) el 24 de junio de 1848. Profesa en el hospital de Cervera (Lérida, diócesis de Solsona) y allí consagra su vida a Dios con una vocación especial de “fidelidad a la Caridad”.

En 1899 funda el Instituto de Misioneras Hijas del Corazón de María, que en la actualidad cuenta con casas por España, Italia, Portugal, Brasil y Perú. María Güell murió en 1921 en olor de santidad en el hospital de Cervera (Lérida).

8. María Rosa Molas, y los heridos bajo las bombas

María Rosa Molas y Vallvé nació en Reus (Tarragona) en 1815. Vino al mundo en Jueves Santo y fue bautizada al día siguiente bajo los nombres de Rosa Francisca María de los Dolores. En casa la llamarán Dolores o Doloretes. Estudió en Reus y fue educada en la fe cristiana por sus padres, en un ambiente de libertad y responsabilidad que le ayudó a madurar muy temprano.

Desde su infancia tuvo una vida espiritual profunda, y desde joven mostró una sensibilidad especial hacia los enfermos, a los que se dedicó a curar. En 1841 ingresó en la comunidad del Hospital de San Juan de Reus y de la casa de la Caridad de la misma localidad.

El 11 de junio de 1844, asediada y bombardeada la ciudad de Reus por las tropas del General Zurbano, con otras dos Hermanas, atraviesa la línea de fuego, se postra a los pies del General, pide y obtiene la paz para su pueblo. En 1857 dirigió en Tortosa la casa de Misericordia y un año más tarde fundó la congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Consolación, que hoy en día tienen presencia en una veintena de países.

9. Santa Paula Montal, la educación de las niñas

Paula Montal Fornés nació en Arenys de Mar. Su padre era cordelero y su madre hacía bordados y encajes de bolillos. Paula era la mayor sus hermanos. A los diez años murió su padre y ella tuvo que ayudar a su madre a sacar adelante a la familia. Entonces se da cuenta de la difícil situación de la mujer en el siglo XIX, cuando apenas contaba fuera de la familia y no tenía acceso a la educación.
 
Paula intuye que las familias son fundamentales en la sociedad, que la base de la familia es la mujer y que, por lo tanto, la mejor forma de salvar las familias es mediante la educación de la mujer.



Paula marcha a Figueras, donde abre una escuela para niñas. Entonces descubre que el mejor camino para llevarlo consiste en formar una familia religiosa, y para ello se inspira en el ejemplo de San José de Calasanz.
 
Así, crea en 1829 la Congregación de Hijas de María, Religiosas de las Escuelas Pías. Se trata de la primera congregación femenina del siglo XIX dedicada exclusivamente a la educación. En años sucesivos Paula funda colegios en Arenys de Mar, Sabadell, Igualada, Vendrell, Masnou, Gerona, Blanes, Barcelona, Sóller y Olesa de Montserrat. Muere en Barcelona en 1889 y es canonizada por Juan Pablo II en 2001.

10. María Antonia París, una catalana fundando en Cuba

María Antonia París nació en Vallmoll (Tarragona) el 28 de junio de 1813. Muy inclinada a la oración desde la infancia, a los 13 años se dio cuenta de que Dios la llamaba a consagrar toda su vida a su servicio. Siente que este le encomienda volver al estilo de vida evangélico dentro de la vida religiosa.
 
En 1850 conoce a San Antonio María Claret, cuyo apoyo es decisivo para que en 1855 se funde en Santiago de Cuba el instituto de las Religiosas de María Inmaculada. Su fin principal: vivir con radicalidad los consejos evangélicos y enseñar "a todos" la Ley del Señor. (Este mural recoge la visión conjunta de Claret y la madre París).

Maria Antonia Paris con San Antonio Maria Claret: fundadora catalana en Cuba, y luego en más países.

La acción de la fundadora iniciada en Santiago de Cuba se concentró en la educación de las niñas. En la formación de la mujer tenía depositadas grandes esperanzas como un medio de promoción y dignificación de la condición femenina en la sociedad cubana.
 
María Antonia París siguió fundando centros en la España peninsular y en Cuba. Hoy su comunidad está presente en Argentina, Brasil, Bélgica, Colombia, Congo, Corea, Cuba, España, Estados Unidos, Filipinas, Honduras, India, Italia, Japón, México, Panamá, Polonia, Santo Domingo, Sri Lanka, Venezuela, El Salvador, Ucrania, Camerún, Nigeria e Indonesia, entre otros países.

11. Santa Teresa Jornet, con los ancianos abandonados

Santa Teresa Jornet nació en Aitona (Lérida) en 1843. Su familia, de agricultores, estuvo sembrada de vocaciones religiosas: su hermana Josefa fue Hija de la Caridad en el hospital de La Habana; su hermana María se incorporó con ella a la nueva orden religiosa; su hermano Juan, casado, dio tres hijas a la misma congregación; su tía Rosa murió en olor a santidad y su tío abuelo el beato Francisco Palau fue un destacado fraile.

Estudió en Lérida para maestra e ingresó en el monasterio de las clarisas de Briviesca, en Burgos. Pero la situación política de la segunda mitad del siglo XIX no permite la emisión de votos. Entonces se hace franciscana terciaria, dedicándose a la enseñanza. En 1873 fundó la Orden de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados en Barbastro. A su muerte dejó 103 asilos en España y América. Posteriormente, junto a un grupo de sacerdotes en Barbastro, se dedicó a la atención de ancianos abandonados, desde donde viajó a Valencia a la casa madre de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados.

12 y 13. Teresa Toda y Teresa Guasch, madre e hija 

Teresa Toda y Juncosa nació en Riudecanyes (Tarragona) el 19 de agosto de 1826. Con 21 años contrajo matrimonio con un joven de su pueblo, Antonio Guasch Doménech.
 
Pero la armonía conyugal sólo dura tres meses debido al comportamiento disoluto del marido, entregado a muchos vicios y, además, injurioso con su esposa. Ni siquiera con el nacimiento de su hija Teresita, el 28 de mayo de 1848, cambia Antonio su actitud.
 
Entonces ella toma una decisión insólita y sorprendente en aquel contexto histórico: iniciar el proceso de separación matrimonial ante los tribunales eclesiásticos. Enseguida se le concede la separación interina de la casa y de la compañía de su marido.

Antonio, enrolado en las filas carlistas, desaparece y no se vuelve a saber de él. Teresa Toda abandona su ciudad natal y marcha con su hija a la ciudad de Tarragona. Allí Teresa dedica a la vida de piedad, a las obras de misericordia y a la esmerada formación de su hija. Se sintió llamada por Dios a consagrarse en la vida religiosa y dedicarse a la acogida y educación de niñas, preferentemente huérfanas pobres. Teresa Guasch, su hija, se adhirió al proyecto y en 1878 nace la primera comunidad de Hermanas Carmelitas Teresas de San José. Años después extienden sus casas por las provincias de Barcelona y Tarragona.


Teresa Toda y su hija Teresa Guash, fundadoras de las Carmelitas Teresas de San José.

14. Esperanza González, con las jóvenes marginadas

María Esperanza González Puig nació en Lérida en 1823. En 1862 funda la Congregación de Misioneras Esclavas del Inmaculado Corazón de María. Se dedicaba a socorrer a las jóvenes marginadas.

“Se me parte el alma, las considero como hijas propias a las que tengo que ayudar”, decía. San Antonio Maria Claret alabó su obra y la animó a no desfallecer. Murió en 1885.

15. Lutgarda Mas, la enseñanza femenina

Lutgarda Mas i Mateu nació en 1828 en Barcelona. De joven vive intensamente la espiritualidad mercedaria y admira el crecimiento de las congregaciones religiosas femeninas dedicadas a la enseñanza. La contemplación del cuerpo incorrupto de Santa María de Cervelló desempeña un papel en su vocación que le lleva a fundar el Instituto de Religiosas de Nuestra Señora de la Merced.

16. Ana Ravell, con jóvenes y enfermos

Ana Ravell Barrera nació en Arenys de Mar (Barcelona) en 1819. A los diez años se muda con su familia a Mataró. En su adolescencia y juventud le marcan la desamortización y consiguiente exclaustración de 1835. Hasta casi 25 años más tarde no fundará su Instituto: las Franciscanas Misioneras de la Inmaculada Concepción, en La Garriga (Barcelona), en 1859. 

El lema de sus fundaciones era: “Toda fundación religiosa empezada con sencillez y santa pobreza tiene segura su firmeza”. Su Instituto trató de dar respuesta a las carencias de la sociedad catalana del XIX: educación cristiana de la juventud, asistencia a los enfermos y otras obras sociales. En la actualidad tiene presencia en 5 países.

17. María Ana Mogas, con las niñas pobres

La beata María Ana Mogas Fontcuberta nació en el hostal de Lledoners, cerca de Granollers (Barcelona) en 1827. Con 7 años perdió a su padre y con 13 a su madre. María Mogas, su madrina, la lleva a Extremadura. Con 21 años conoce a dos capuchinas exclaustradas que se dedican a ayudar a niñas pobres. Ella quiere unirse a ellas, pero no obtiene los consentimientos necesarios de su director espiritual ni de su familia. A los 23 lo consigue.

En 1865 se instala en Madrid y funda las Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor. Se dedican plenamente a la educación cristiana de niñas pobres y desamparadas, y en la actualidad están presentes en 11 países. A los 51 años sufre un primer ataque de apoplejía e inicia una decadencia física hasta su muerte con 59 años. Sus últimas palabras fueron: "Amaos. Caridad, caridad verdadera. Amor y Sacrificio".

18. María Gay, con los enfermos de Gerona

María Rosa Teresa Gay Tibau nació en Llagostera (Gerona), en 1813. Esta localidad había sido ocupada y asolada por las tropas napoleónicas, por lo que su familia, como todos los vecinos, tuvo que huir de ella. En 1815, ya regresados a su hogar, quedó huérfana de padre, y tuvo que ayudar a su madre en las tareas domésticas y cotidianas.

Tras la muerte de su madre en 1850 ella entra a ayudar en la casa de una familia de Gerona. Un año después entra en la Tercera Orden Dominica y empieza a servir a los enfermos. Eso le inspira la fundación del Instituto de las Hermanas de San José, en 1870. María y sus compañeras recorrían día y noche las calles de Gerona para ayudar a los enfermos. Hoy su comunidad está presente en 13 países. El Papa Francisco reconoció sus virtudes heroicas en diciembre de 2013.

19. Enriqueta Rodón y Asencio, y las hijas de las presas

Enriqueta Rodón y Asencio nació en Barcelona en 1863. Sus padres, una mujer separada y un diputado casado y con cinco hijas, no la reconocieron y la inscribieron como de padres desconocidos. La niña creció en un orfanato.

Con 12 años su madre la obliga a casarse con su propio amante. Ella se resigna, pero a los dos años huye y encuentra su refugio en un convento de las adoratrices. Allí siente la vocación religiosa. Al año siguiente, presenta una demanda de nulidad de su matrimonio. 

Hasta 1883 vivió con las adoratrices y comenzó a pensar en la fundación de una congregación para atender a niñas y adolescentes desamparadas, en especial las hijas de presas y menores que vivían en las cárceles. Tras algunos intentos fallidos, en 1896 forma la congregación de las Franciscanas de la Virgen del Buen Consejo y cambia su nombre por María Teresa de Jesús.

20. Filomena de Santa Coloma, oración y escritura

Filomena Ferrer Galcerán nació en Mora de Ebro (Tarragona) en 1841. Sus padres tuvieron 10 hijos, cinco de los cuales murieron por el cólera. Recibió una profunda educación católica y fue muy devota. También pasó parte de su niñez enferma.

A los 13 años tuvo una experiencia mística: un éxtasis en un día de comunión en el que se le manifestó el misterio de la Inmaculada Concepción de María. Hizo voto de virginidad. Sus padres se opusieron a su vocación religiosa debido a que consideraban que tenía una mala salud. Pero con 19 años ingresó en el monasterio de monjas mínimas de Valls con el nombre de Filomena de Santa Coloma. 

En el convento fue tenida como un modelo de virtud, muy fiel a la regla de la comunidad. Mujer de gran espiritualidad, ayudó en múltiples tareas y escribió numerosos textos. Murió con tan solo 27 años, víctima de tubercolosis. En ese momento gozaba de fama de santidad dentro y fuera el convento. En 1989 Juan Pablo II reconoció sus virtudes heroicas. 

Y más...

No están aquí todas las que son, pero sí son todas las que están. Además de las citadas, se puede nombrar a la venerable Madre Paula Delpuig, que fue superiora de general de las Vedrunas, Teresa Arguyol (fundadora de las Clarisas de la Divina Providencia) Miguela Grau (fundadora de las Hermanas de la Doctrina Cristiana), Primitiva Munsuñer (fundadora de las Franciscanas de San Antonio) o Carmen Sojo de Anguera, sierva de Dios.