El prelado del Opus Dei, Fernando Ocáriz, acaba de conceder una entrevista al portal italiano Avvenire, con ocasión de su reciente reunión con las familias de los colegios FAES, en Milán (Italia). En ella habla del centenario de esta realidad eclesial, de los nuevos estatutos que se están redactando y de otros temas más.
"En los años que preceden al centenario, queremos interrogarnos sobre las necesidades y los desafíos de la Iglesia y del mundo. Queremos profundizar en nuestra identidad y estudiar cómo la Obra puede contribuir a la santificación de la vida ordinaria a través de su carisma", dice sobre el centenario de la Obra.
Amor al Papa y a la Iglesia
Sobre la revisión de los Estatutos encargada por el Papa, el prelado dice que está muy avanzada. "Como decía el Papa, se trata de que los ajustes preserven el carisma y la naturaleza del Opus Dei, sin encorsetarlo ni ahogarlo: por ejemplo, subrayando su carácter secular, y el hecho de que más del 98% de los miembros son laicos, hombres y mujeres que viven su vocación en la calle, en la familia, en el trabajo", comenta.
"Para ello, se están manteniendo una serie de reuniones entre representantes del Dicasterio del Clero y cuatro canonistas del Opus Dei, tres profesores y una profesora. Como estamos todavía en medio de este proceso, no puedo dar más detalles. Pero puedo asegurarle que los trabajos se están desarrollando en un clima de diálogo y confianza", explica.
Sobre la famosa frase de Escrivá, cuando recordaba a sus hijos espirituales que su deber era "servir a la Iglesia como la Iglesia quiere ser servida", el prelado recuerda la labor que hace el Opus. "Yo diría que su significado no ha cambiado desde el día en que fue pronunciada: el amor a la Iglesia y al Papa está en el ADN del mensaje de san Josemaría. Desde un punto de vista práctico, esto se traduce en ayudar lo más eficazmente posible en las diócesis donde viven y a las que pertenecen los miembros del Opus Dei. Por ejemplo, hay muchos laicos que colaboran activamente en catequesis o cursos prematrimoniales en sus parroquias, en iniciativas de servicio como Cáritas, en actividades con jóvenes, etc. Del mismo modo, recibo muchas peticiones de obispos diocesanos para que tal o cual sacerdote colabore en una parroquia, en un hospital, en un determinado servicio a la diócesis. Siempre que es posible, estamos encantados de colaborar", asegura.
Una labor que se ha convertido en patrimonio ya de toda la Iglesia. "Recuerdo que el día de la canonización de san Josemaría, un conocido dirigente sindical de Polonia dijo a los periodistas que, como representante de los trabajadores, se sentía de fiesta porque tenían un nuevo 'santo patrón'. En realidad, la santificación del trabajo es un tesoro que Jesús nos mostró durante los treinta años de su vida oculta, trabajando y manteniendo así a su familia. San Josemaría lo recordaba con especial fuerza. Hoy, de todos modos, aunque este mensaje se haya convertido en patrimonio de toda la Iglesia, queda mucho todavía por hacer para redescubrir el papel fundamental de los laicos, su responsabilidad eclesial y sus infinitas posibilidades de evangelización de la sociedad", relata.
Y, vuelve a incidir en el mensaje central del cristianismo. "En sus catequesis en Sudamérica, San Josemaría animó a miles de personas a tener un corazón grande, imitando a Cristo en la cruz, que tenía los brazos abiertos para acoger a todos, sin distinción. Así deberá actuar cada miembro de la Obra para aliviar el sufrimiento, llevando el amor de Dios a los rincones más apartados de la sociedad. Dios confía a todos los bautizados la tarea divina de construir el mundo (la familia, el barrio, el progreso, las artes, el ocio) como hijos suyos" dijo.