Alice Cooper, la estrella del rock maldita, ha abandonado el mundo de lo satánico y ha vuelto al mundo de Cristo. Su verdadero nombre es Vincent Damon Furnier, pero tomó el artístico de Alice Cooper porque ésta era una bruja y una hechicera de las que fueron matadas en Salem, Estados Unidos, a finales del siglo XVII a manos de unos de unos protestantes radicales.
Alice ha sido durante años uno de los más exitosos y aclamados músicos del Heavy Metal. Sus conciertos eran macabros, con guillotinas que mataban maniquíes, muñecas empaladas y, por supuesto, la serpiente pitón que solía llevar sobre su cuello. Con su maquillaje agresivo, Cooper inspiró a otros artistas como los del grupo Kiss o a Marilyn Manson.
El cristianismo no es cuestión de reglas
Alice, que actualmente tiene 65 años, ha ofrecido varias entrevistas a la prensa estadounidense explicando su cambio radical de vida. En una de ellas, al Cherokee Tribune, confirmaba la noticia y explicaba: “Sí, es cierto, soy un cristiano vuelto a nacer. Porque cada uno de los que creen en Cristo vive una vida nueva, tiene una percepción diferente de la propia existencia –explica el cantante. No es como en la Cienciología, en donde todo se basa en tus fuerzas, en tus capacidades, en tu esfuerzo por mejorarte. El cristianismo, en cambio, es una relación personal con Cristo: no es una cuestión de reglas o de técnicas...”
También le preguntaron cómo compaginar su nueva vida con la de artista, a lo que respondió que “en la Biblia no está escrito en ninguna parte que una estrella del rock no pueda ser cristiana. ¿Cuántos cristianos –se pregunta el artista- no serán francotiradores, boxeadores o cualquier otra cosa? El cristianismo puede pasar a través de todos los tipos de oficios, tal vez el de una estrella del rock sea el menos peor...”, remata Cooper.
La influencia de su mujer
Todo comenzó gracias a la influencia de su mujer, Sheryl, con quien lleva casado cerca de 40 años y con quien tiene 3 hijos. El problema venía de antiguo. Alice tenía una gran adicción al alcohol y su vida era un auténtico desastre. Entonces Sheryl le animó a visitar una iglesia evangélica en donde podrían ayudarle.
El pastor, cuenta el propio Cooper, le lanzó “un sermón incendiario sobre el infierno“, que llegó a tal grado que el músico se le fueron las ganas de ir allí y seguir mofándose de lo sagrado. En otra entrevista, Alice Cooper lo confirma con rotundidad: “Yo quiero decir: ¿tengan cuidado! Satanás no es un mito; no vayan por ahí creyendo que Satán es una broma”.
El que antes era un modelo para algunos cantantes, ahora ha sabido encontrar su sitio: “No quiero convertirme en una celebridad cristiana”, ha asegurado en la revista musical Hard Music Magazine, porque “es muy fácil concentrarse en Alice Cooper y no en Cristo. Yo soy un cantante de rock. No soy nada más que eso. No soy un filósofo. Me considero muy abajo en la escala de cristianos conocedores. Así que no busques respuestas en mí”.
Alaben a Dios por lo que soy ahora
“Ser cristiano es algo en lo que vas progresando, es una dinámica en movimiento. Uno va aprendiendo. Uno va a su estudio bíblico. Uno debe rezar. Yo era una cosa antes. Ahora soy algo completamente nuevo. No juzguen a Alice por lo que solía ser. Alaben a Dios por lo que soy ahora”, concluye.
Las letras de las canciones de Alice Cooper hablaban de necrofilia, violencia, sexo, alcohol y drogas, y con ellas ha vendido más de 50 millones de discos. Ahora quiere dedicar su vida “a seguir a Jesucristo".