La natación española femenina conoció la gloria en el Mundial celebrado entre el 19 de julio y el 4 de agosto en Barcelona: al oro de las chicas de waterpolo se sumaron en sincronizada las tres medallas de plata del equipo y los cuatro bronces de Ona Carbonell (dos individuales, dos con Margalida Crespí) y en natación la plata de Melanie Costa y las dos platas y el bronce de Mireia Belmonte: en total, doce espectaculares medallas.
Pero sin duda las grandes triunfadoras fueron dos norteamericanas: Katie Ledecky, con cuatro oros en estilo libre (400 -precisamente por delante de Melanie Costa- 800, 1500 y el relevo de 200) y dos récords del mundo (800 y 1500), y la todoterreno Missy Franklin, con seis oros: tres en libre (200, relevo de 100 y 200), dos en espalda (100 y 200) y el 4x100 estilo libre.
Coincide que ambas jóvenes son católicas practicantes y consideran la fe algo realmente importante en sus vidas.
Katie, un portento de 16 años que fue oro en Londres con 15, estudia en un colegio católico, la Stone Ridge School del Sagrado Corazón, en Bethesda (Maryland). "Siempre rezo un avemaría antes de cada carrera, y me gusta ir a misa todos los domingos. Es una gran oportunidad para reflexionar y para conectar con Dios. Mi fe ha sido una parte importante de mi vida desde que nací", declaró antes de acudir a las Olimpiadas de 2012.
Fue educada por las hermanas del Inmaculado Corazón de María, lo que la ha hecho muy devota de devota de Santa Ana, la madre de la Virgen María. También lo es del santo del día de su nacimiento, San Patricio. Tiene un hermano de 18 años, y con él y con sus padres, a quienes considera sus modelos, colabora en su parroquia. Responde así también a los desvelos de su padrino, el padre Jim Shea, S.I., provincial de los jesuitas de Maryland.
Nada que ver su experiencia vital cristiana con la de Missy Franklin, que también conoció el éxito en Londres con cuatro oros y un bronce. Californiana de padres canadienses, con 18 años cumplidos en mayo, fue educada como protestante, pero tampoco de forma practicante: "La religión no era importante en la educación que me dieron mis padres. Nunca tuvimos una iglesia como propia. Acudíamos ocasionalmente a algún servicio religioso, pero me sentía incómoda y autosuficiente porque no sabía qué se esperaba de mí".
Pero luego se trasladó al Regis Jesuit High School, un instituto católico, jesuita, en Aurora (Colorado), donde empezó a sentirse inclinada a convertirse al catolicismo: "Cuando empecé a ir al instituto, mi fe no era algo importante en mi vida. Pero al recibir mis primeras clases de teología, al ir a mis primeras misas y a mis primeros ejercicios espirituales, comencé a comprender la importancia de Dios en mi vida y cuánto le amo y le necesito".
Y explica por qué: "Dios está siempre ahí para mí. Hablo con Él antes, durante y después de los entrenamientos y de las competiciones. Le pido que me oriente. Y la agradezco por este talento que me ha dado y le prometo ser un modelo positivo para los jóvenes practicantes de todos los deportes".
!Con que el listón religioso esté la cuarta parte de alto que el deportivo, ya sería un lujo como modelo!