Hay otros que solo estuvieron unos meses en prisión, y que vieron cómo regímenes supuestamente férreos y perdurables, contruidos sobre el "ateismo científico", se derrumbaban como un castillo de naipes.
Quizá el contraste más rápido lo viviera Ján Čarnogurský a sus 45 años. En agosto de 1989, le arrestaba la Seguridad del Estado comunista de Checoslovaquia. Un oficial interrogador le presionaba para que hablara. Era uno de "los Cinco de Bratislava", unos activistas democristianos detenidos por su oposición al régimen. Esperaban que las declaraciones de cada uno, interrogados por separado, contradijesen a sus compañeros, para condenarles por cualquier causa.
El interrogador no sabía que 4 meses después ¡su prisionero sería su superior, vicepresidente del país!
Čarnogurský nació en una familia católica, con cuatro hermanos y práctica religiosa estable en Checoslovaquia, el país comunista que había llevado a cabo un acoso más sistemático al cristianismo. Se licenció en derecho en Praga y se doctoró en Bratislava en 1971.
La universidad comunista y las clases obligadas de Ateísmo Científico no hicieron mella en su fe. Más aún, enseguida vio que la propuesta católica era más científica y realista que la ortodoxia marxista.
"Por ejemplo", escribió años después, "el comunismo justificaba su lucha contra la religión y la Iglesia diciendo que el comunismo es científico y la religión es acientífica, que la religión iba a perecer en una o dos generaciones bajo el peso de los descubrimientos científicos. La afirmación filosófica principal del marxismo era que Dios no existe, pero que hay una sustancia eterna y sin fin que es la base de todo. Pero entonces, a mediados de los años 60, llegó la teoría del Big Bang, que los descubrimientos físicos y astronómicos confirmaban. Los comunistas no podían aceptar el Big Bang, porque contradecía su sustancia eterna y sin fin. Pero la Iglesia no tenía problemas con el Big Bang. Resulta que la ciencia refutaba al comunismo que se declaraba ´científico´, sin afectar a la Iglesia."
En 1981 le retiraron su licencia de abogado por defender a un acusado en un proceso político. Se implicó más y más en el trabajo con disidentes y con la iglesia católica clandestina en Eslovaquia. En 1987 empezó a publicar la revista clandestina "Bratislavské listy", y era una de las grandes figuras de la oposición democristiana al régimen comunista.
El 14 de agosto de 1989, fue detenido, acusado de "revuelta" y "subversión del orden socialista". Le encerraron en Bratislava y empezaron los interrogatorios.
Fue entonces cuando Jan se encomendó a la Biblia, literalmente.
- Quiero una Biblia en mi celda, entera, con el Antiguo y el Nuevo Testamento, y no testificaré hasta tenerla -anunció.
"El interrogador, un mayor de la Seguridad Estatal, podía darme una Biblia, porque tenía muchas, confiscadas en las fronteras, pero no quería hacerlo por razones de prestigio", explica Čarnogurský.
A continuación, empezó un curioso episodio digno de las Mil y Una Noches, en clave bíblica. En vez de cuentos de Scherezade, el preso pedía libros de la Biblia. Pero de uno en uno. Sin prisa.
"Escribí a mi esposa para que me enviase a prisión los libros de la Biblia, pero un solo libro cada vez, a medida que los fuese acabando. Así leí la Sagrada Escritura en la celda, lentamente, de forma que podía meditar el contenido. Y me negaba a testificar con el argumento de que no tenía una Biblia completa en la celda. Y resultó que en octubre de 1989 acabó el interrogatorio".
O dicho de otra forma: se hundió el comunismo, ese monstruo internacional que cubría media Europa y parecía que iba a durar para siempre. De la noche a la mañana, no quedaba nada. Mientras había estado en la cárcel se había gestado la llamada Revolución de Terciopelo (en la foto, los manifestantes en oración en 1989 en la Plaza Wenceslas).
"Me pusieron en el Gobierno federal y dos semanas después de ser liberado, yo era el superior de mi interrogador. La intervención de Dios es a veces impredecible", asegura.
De diciembre de 1989 a abril de 1990 fue el viceprimer ministro. Fundó y presidió el Movimiento Cristiano Democrático de Eslovaquia, que en las elecciones de 1990 fue el segundo más votado. En abril de 1991 era el Primer Ministro de Eslovaquia. Lideró el partido hasta el año 2000, y dejó la política en 2002.
Hoy (en 2013) tiene 69 años y recuerda los tiempos en que sólo los agentes de seguridad del Estado tenían biblias, confiscadas en el contrabando de la frontera. El partido que fundó, después de varias escisiones y avatares, tiene 16 diputados en el Parlamento (de 150) y 2 europarlamentarios.